EL TRATO DE NUESTROS PADRES

—¿es tuya?. — habló con un tono descontento.

— ah?!. Si es mía. — levanto la mirada para responder a él. — élla es Lisandra, ha estado conmigo desde hace 1 año.

— no. — tono exigente.— me refiero a esa que tienes a tu lado izquierdo. — dijo, posando su fría mirada sobre ella.

— ella.. Ella la encontré hoy. Es nueva para mí.. — dijo entre nervios.

— la quiero.

— ¿Que?...

Todos se quedaron atónitos, y yo también me quedé de la misma manera. ¿Acaso avía escuchado bien?. ¿Él avía dicho que me quería?. No entendía nada..

— ah?!.. Pero.. ¿Caso escuché bien?, creo que mis oídos andan funcionando mal últimamente. — dijo mientras se frotaba el oído.

...— dije que quiero ah ésa mujer. — habla con firmeza — o acaso no me la dará?, ¿se atreverá a pedir algo a cambio por ella, señor de la zona oriente?...

...- no, no me atrevo a negarle nada al joven maestro. — nervioso— claro que estoy dispuesto a darle a esta linda mujer....

El tipo me empujó asia el joven, mientras sonreía. Mis manos tocaron su abdomen. Mi frente quedó pegada a sus pectorales. Estaba demasiado nerviosa para asimilar lo que acababa de pasar. Todo estaba pasando tan de repente, ¿ acaso era una retribución de dios hacía a mi?. El estaba siendo tan generoso conmigo en ese momento, Que incluso hizo que el hombre que estaba buscando, viniera directamente ami. De pronto senti como su mano rodeaban mi cintura, atrayendome más hacia el. Los nervios me invadían, era extraña la sensación que recorría todo mi cuerpo, su vos gruesa era tan intimidante, y su mera presencia ponía a todos a su disposición. Sin duda era alguien de temer.

— pasen una tranquila velada, iré ah disfrutar de el hermoso regalo que me dio el señor de la sona oriente. — dijo en un gesto dominante.

agarrada por la cintura iba caminando junto a el. no me atrevía a levantar la mirada. por alguna razón me daba miedo el echo de mirarlo a los ojos. me di cuenta que estábamos saliendo de donde estaba toda la multitud, dirigiéndonos al cuarto piso, ay una habitación privada de el club. mimera curiosidad hizo que unas palabras salieran de mi boca sin pensarlo.

— aquí esta muy solitario, ¿por que estamos aquí?

el se mantuvo en silencio, la postura que mostraba parecía estar lleno de enojó. por alguna manera me sentía intimidada.

narrativa de dabuc..

eran las 8:15. cuando llegué al club nocturno. todo se veía igual como siempre. llevaba puesto un traje hecho a mi medida de color gris. Entre al lugar, fui a mi habitación privada, la cual siempre mantuve reservada. mis dos guardaespaldas más fieles siempre me acompañaban. dentro del club había una persona que se hacía pasar por mí, para que nadie sospechara de que, yo era el hijo heredero del Estado Z. él regresaba al salón principal junto con mis guardaespaldas, mientras yo me disfrazaba usando una máscara para ocultar mi identidad. mi saco lo posaba sobre mis hombros y la manga de mi camisa la enrollaba hacia atrás, dejando ver el tatuaje que tenía en el antebrazo. esto era lo que me distinguía. de esta manera todos sabían quién era pero nadie sabía cuál era mi verdadera apariencia. un misterio que todos querían saber quién se ocultaba bajo la máscara. cuando salí de la habitación dirigiéndome al salón principal, miré a los alrededores, a lo lejos había una mujer que me parecía conocida. y la miré a detalle por unos momentos. era ella, la chica que me había encontrado la noche anterior en las puertas del club. La chica que me avia cautivado. pero me sentía molesto al ver que estaba en brazos de otro hombre. el hecho de ver su cintura estar rodeada por las manos de alguien más que no fueran las mías. me hacía que me hirviera la sangre, por el enojo. me acerqué hasta ellos. sin desviar mi mirada de ella.

después de unos instantes entre charla y más intercambios de palabras. Logré obtenerla, con mi brazo derecho rodie su cintura. me sorprendió lo delgada que era, parecía tan frágil. pude notar un ligero temblor en su cuerpo, que daba a entender que ella estaba nerviosa. pero, ¿por qué ella estaba con él señor de la sonda oriente?. ¿por qué había aceptado servirle a ese hombre?. estaba celoso, mis palabras y mi actitud eran evidentes mostrado enojo. decidí llevarla a mi habitación privada, estaba muy molesto, quería interrogarla.

narrativa de Selina...

nos detuvimos frente a una habitación, él sacó su tarjeta para abrirla. De pronto la puerta se abrió y ambos entramos. la habitación era muy lujosa tenía un toque lascivo, la cama cubierta con sábanas de seda color rojo carmín, sin duda le daba un toque atrevido. Las ventanas cristalinas, dejaban observar una esplendida vista de la ciudad.

los nervios me ponía los pelos de punta. Mi mente empezó a maquinar. <<<¿por qué razón él me trajo hasta esta habitación?. ¿qué podría hacer si él tenía otras intenciones?. debería aceptar mi derrota ante el, de todas maneras mi interés principal era acercarme a él. si él quería pasar la noche conmigo tendría que aceptarlo, no podría negarme. Tendría que complacer lo. No tenía opción.>>>

pensó.

escuché el ruido que hacía la puerta cuando le ponía un seguro, mis nervios se dispararon aún más. El caminó hacia adelante sentándose en un sofá de piel, color negro. mi cuerpo rígido se mantuvo inmóvil mirándolo, mi respiración se agitaba por los nervios que recorrían mi cuerpo completo. quise mantener mi mirada hacia el suelo pero no pude evitar levantarla, cuando él habló con esa voz tan fría e intimidante.

— ¿que hacías con el señor de la sona oriente?

su pregunta me dejo un shock, por unos instantes. ¿por qué me hacía esa pregunta?. no entendía a qué venía la pregunta. nuevamente al escuchar su voz me sacó de mis pensares. su mirada era aterradora, sentía como si pudiera ver a través de su máscara, esos ojos llenos de enojo y furia. el hombre Lucía como si estuviera a punto de estallar, como si de su boca estuviesen a punto de salir un millar de maldiciones y palabrotas. hasta que por fin escupió con recelo.

— ¿acaso no piensas responder a mi pregunta?. qué hacías con el señor de la zona oriente?. — escupió finalmente, con firmeza y frialdad en sus palabras.

un escalofrío me recorre entera al, escuchar sus palabras aún más aterradoras. no era lo que había dicho, sino en la manera en que me lo dijo. ese tono con un toque de enojo, furia y esa distinción asesina que hacía que sus palabras me aterraran.