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Entre El Hielo Y El Fuego

Entre El Hielo Y El Fuego

Status: Terminada
Genre:Aventura de una noche / Mujer poderosa / Embarazo no planeado / Matrimonio arreglado / Riqueza en una noche / Completas
Popularitas:26
Nilai: 5
nombre de autor: Gisele Araújo

Esta historia trata sobre un hombre muy poderoso y con enormes riquezas, pero con el corazón de hielo…
Y una mujer rechazada desde su nacimiento, pero con el corazón lleno de calor…

NovelToon tiene autorización de Gisele Araújo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 6

ESTELA

Hola. Soy Estela, madre de Ella y de Lilly, tengo 49 años.

Antes de casarme con Lennart, me enamoré perdidamente de un don nadie. Me entregué a él en cuerpo y alma. Estaba ciega, loca de pasión, creyendo que aquel amor iba a salvarme del mundo, cuando, en realidad, solo me sacó de mí misma.

Fui a vivir con él en una ciudad pequeña del interior. Él era artista… o algo así. Pintaba, cantaba, vivía de pequeños trabajos, de favores, de sueños baratos. Aquello era su vida. Y, por un tiempo, intenté hacer de eso la mía también. Pero cuando descubrí el embarazo, me cayó la ficha: aquella vida no era para mí.

Aun así, él quiso al niño. Quiso mucho. Y yo, todavía enamorada, dejé que sucediera. Hice su voluntad. Solo que cuanto más mi barriga crecía, más rabia sentía. Rabia de la vida que estaba viviendo. Rabia de las elecciones que hice. Y, en el fondo, rabia de mí misma.

El día en que parí, el amor que sentía por aquel hombre ya se había deshecho. Yo estaba exhausta. Herida. Amargada.

Miré a aquella niña… y solo sentía el peso de lo que había perdido.

Siempre fui bonita. Mucho. Y después de que tuve a Ella, mi cuerpo volvió rápido, como si nunca hubiera parido. Como si quisiera apagar todo aquello.

Él parecía estar muy enamorado. Obsesionado por mí, incluso. Me miraba como si yo fuera un milagro caído en la acera, como si no pudiera creer que una mujer como yo con un bebé en los brazos y marcas de una vida que él jamás vivió estuviera allí, al alcance de él.

¿Y yo? Yo me dejé llevar. Me dejé ser admirada. Me dejé ser cuidada. Después de tanto tiempo siendo olvidada, ignorada, borrada... yo necesitaba sentirme importante. Y Lennart sabía exactamente cómo hacer eso y podía darme todo eso.

Pero Ella… ah, Ella era otra historia. A él no le gustaba ella. No lo decía con palabras, claro, pero estaba en el silencio cuando ella lloraba. En la mirada impaciente cuando ella interrumpía nuestras conversaciones. En el modo como él se refería a ella como "la niña", nunca por el nombre.

Aun así, yo no conseguí dejarla. Por miedo. Miedo de volver atrás, de que aquel hombre, el padre de ella, me encontrara y me tirara de vuelta al agujero de donde yo había escapado. Miedo de mis padres, que siempre me cobraron perfección, que tenía que casarme con el padre de mi hija y tal vez, solo tal vez… miedo de mí misma, de arrepentirme después.

Entonces yo impuse una condición. Le dije a Lennart que ella venía conmigo. Él dudó, pero aceptó. Con la condición de que Ella nunca supiera la verdad sobre el padre. Que ella fuera criada con discreción, sin ocupar demasiado los espacios. Y yo… no me importó, acepté.

Fue así que comenzó nuestra vida nueva, como no me había casado en el papel con el padre de Ella todavía, me casé con Lennart y luego nos mudamos a otra ciudad. Y después vino Lilly.

De un lado, la hija que representa todo lo que quise apagar y que todavía me da tanta rabia hasta hoy. Cuando miro a Ella, veo mi gran error estampado en su rostro. El error de haber amado demasiado, de haber sido débil, de haber dejado que la emoción hablara más alto que la razón. Ella es el reflejo vivo de lo que yo más quiero olvidar. Y, aun así, está siempre allí, recordándomelo.

Del otro lado, Lilly. La hija que representa todo lo que yo quise ser. Bonita, lista, ambiciosa. La hija moldeada para brillar, para andar entre los grandes, para garantizar que ese apellido que ahora cargo tenga el respeto que batallé para alcanzar.

Siempre traté a las dos con lo que yo creía justo — aunque no fuera igual. Ella era el peso, la deuda que arrastré conmigo. Lilly era la inversión. Y, como toda buena madre, yo invierto donde hay retorno.

LENNART

Soy Lennart, tengo 60 años.

Ya conocía el poder del silencio, de la presencia y más que todo del control. Nunca necesité correr detrás de nada. El mundo siempre vino hasta mí.

Pero en aquel fin de tarde, ella... me paró.

Cuando la vi por primera vez, usaba un vestido simple, nada llamativo. Y, aun así, llamaba más atención que cualquier mujer cubierta de joyas.

Estaba apoyada cerca de una vidriera, acomodando a la niña en los brazos, una bebé pequeña, inquieta, pero callada. Ella parecía exhausta, como quien vive intentando mantener lo que se está desmoronando.

Pero, al mismo tiempo... No me gustó la niña, aquello significaba otro hombre, en su vida y, por lo tanto, no aceptaba.

Pero yo la quería a ella.

Y cuando quiero algo, lo tomo.

Desde aquel instante, comencé a apagar el mundo que ella conocía, y a construir uno nuevo donde yo era el centro.

Pero lo hice con calma. Como se doma un animal arisco.

Con una promesa muda: ella tendría todo.

Menos libertad.

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