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Tuve Un Hijo Con Un Villano

Tuve Un Hijo Con Un Villano

Status: En proceso
Genre:Romance / Posesivo / Arrogante / Época / Embarazo no planeado / Villana
Popularitas:38.1k
Nilai: 5
nombre de autor: AMZ

Tras una noche en la que Elisabeth se dejó llevar por la pasión de un momento, rindiendose ante la calidez que ahogaba su soledad, nunca imaginó las consecuencia de ello. Tiempo después de que aquel despiadado hombre la hubiera abrazado con tanta pasión para luego irse, Elisabeth se enteró que estaba embarazada.
Pero Elisabeth no se puso mal por ello, al contrario sintió que al fin no estaría completamente sola, y aunque fuera difícil haría lo mejor para criar a su hijo de la mejor manera.
¡No intentes negar que no es mi hijo porque ese niño luce exactamente igual a mi! Ustedes vendrán conmigo, quieras o no Elisabeth.
Elisabeth estaba perpleja, no tenía idea que él hombre con el que se había involucrado era aquel que llamaban "el loco villano de Prusia y Babaria".

NovelToon tiene autorización de AMZ para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 6

Elisabeth respiró hondo antes de cruzar el umbral de la habitación, pero nada la preparó para el impacto de aquella mirada azul.

Dietrich estaba sentado en la cama, la espalda apoyada contra la pared, los músculos tensos bajo la fina camisa que apenas le cubría el torso. Su mirada era un incendio controlado, quemándola lentamente desde los tobillos hasta las mejillas.

—No huyas. No seas idiota—, se ordenó, clavando las uñas en sus palmas. Lo que más la mortificaba era su propia reacción, mientras él parecía tallado en hielo. ¿Acaso no le había afectado? La decepción le enfrió la sangre, apagando el rubor de su piel.

—Solo fue un error. Un hombre confundido por la fiebre.— pensó mientras sus labios se fruncían levemente. —Necesito revisar su herida— anunció, extendiendo una mano que no tembló, milagrosamente.

Dietrich la detuvo antes de que tocara el vendaje. Sus dedos eran hierro forjado alrededor de su muñeca. Cuando alzó la vista, Elisabeth descubrió algo que la dejó sin aliento, un temblor casi imperceptible en sus pupilas. Como si ese autocontrol perfecto tuviera grietas.

—No —su voz era áspera, seca—. Dame los elementos. Yo lo haré.

Ella parpadeó, sorprendida.

—Está bien —respondió, aunque no se movió.

Él arqueó una ceja.

—¿Qué esperas?

—Que me suelte —susurró, mirando hacia donde sus dedos la aprisionaban.

Dietrich pareció darse cuenta entonces, como si no hubiera notado que aún la tocaba. Su mano se abrió de golpe, retirándose como si la hubiera quemado.

Ella trajo las vendas y el alcohol, colocándolas a su lado con movimientos rápidos.

—Lo siento —murmuró él de pronto, con un tono inesperadamente suave—. Por lo sucedido...

Las palabras se quedaron suspendidas, incompletas.

¿Por qué? ¿Por haberla visto? ¿Por haberla tocado? ¿Por haber sentido lo que ambos sintieron?

—Está bien. Solo fue un error —respondió ella, fría, evitando su mirada.

Dietrich se quedó quieto, sus cejas frunciéndose en una expresión que no pudo descifrar.

—¿No te importa saber por qué terminé ahí? —preguntó, casi desafiante.

Ella se enderezó.

—No, señor. No me importa nada sobre usted. Solo necesito que se recupere y se vaya. Así dejará de perturbar mi vida.

Antes de que pudiera responder, salió de la habitación, cerrando la puerta con más fuerza de la necesaria.

Dentro, Dietrich permaneció inmóvil.

Luego, con un movimiento brusco, empapó el vendaje en alcohol y lo presionó contra su herida. El dolor fue agudo, cortante, pero no comparado con el fuego que le ardía por dentro.

—Así dejará de perturbar mi vida.

Sus dientes se apretaron.

Ella tenía razón. Debía irse. Tenía batallas que librar, enemigos que aplastar.

Entonces, ¿por qué esas palabras le quemaban más que la herida?

—Tienes razón... —murmuró para sí, los nudillos blancos alrededor del frasco de alcohol—. A mí también me estás perturbando.

Y eso era inaceptable.

Pero cuando cerró los ojos, solo vio cabello rubio goteando agua caliente, y su propio reflejo en esos ojos verdes que lo miraban sin miedo.

Elisabeth se dejó caer en la silla de la cocina con un suspiro cansado. Falko se acercó, apoyando su cabeza pesada sobre su regazo.

—Es tan difícil compartir este espacio con ese hombre... —murmuró, acariciando distraídamente las orejas del perro lobo. Cerró los ojos un instante—. Claramente es un noble arrogante... pero ¿qué me importa? —se reprendió a sí misma, apretando los puños—. Solo lo ayudé y espero que se vaya pronto.

Las noches se sucedían con monotonía: la lectura de poemas al azar, el sueño inquieto en la vieja mecedora frente a la chimenea. Cuando despuntó el séptimo día con Dietrich bajo su techo, Elisabeth rompió su rutina habitual. Al revisar las provisiones, notó que necesitaba reabastecerse. Además, tenía un buen lote de hierbas medicinales listas para vender.

Se vistió con más cuidado que de costumbre, un vestido sencillo pero limpio, su cabello recogido con esmero, y preparó las hierbas en su canasto. Al salir, sintió la mirada de Dietrich clavada en su espalda, pero no se volvió.

El pueblo recibió a Elisabeth con los brazos abiertos.

—¡Hace semanas que no te vemos por el mercado! —exclamó la panadera, sacudiendo el polvo de harina de sus manos.

—He estado ocupada —respondió Elisabeth con una sonrisa breve, mientras Falko olfateaba los alrededores con desconfianza.

En el puesto de hierbas, el anciano pesó su mercancía con manos expertas.

—Buena cosecha esta vez —comentó mientras contaba las monedas—. El invierno no ha sido tan duro con tus plantas.

Ella asintió, guardando el pago en su bolsa de tela. Con el dinero en mano, recorrió los puestos: harina, algunas verduras de raíz que aguantarían el frío... y luego se detuvo frente al mostrador del pescador.

—El usual, Elisabeth? —preguntó el vendedor, ya tomando una trucha.

—Dos hoy, por favor —respondió sin mirarlo.

El hombre alzó una ceja curiosa mientras envolvía los pescados en hojas de col.

—¿Comiendo más? ¿O tendrás invitados? —bromeó con una sonrisa picarona.

Elisabeth esbozó una sonrisa tensa que no llegó a sus ojos y tomó el paquete sin responder. Lo que no vio fueron los ojos aviesos que la observaban desde la sombra de la taberna.

Gilbert, un comerciante local con más dinero que escrúpulos, apretó su jarra de cerveza con fuerza. Llevaba meses pretendiendo a la "herbolaria solitaria", como la llamaban algunos. Elisabeth había rechazado sus avances una y otra vez, pero ahora... ¿dos pescados? ¿Para quién más sería?

Con movimientos sigilosos, abandonó su asiento y comenzó a seguirla, manteniendo una distancia prudente mientras Elisabeth emprendía el camino de regreso al bosque. Falko giró la cabeza varias veces, gruñendo levemente, pero la mujer, absorta en sus pensamientos, no notó la presencia del intruso.

Las horas en la cabaña transcurrían con lentitud. Dietrich, sentado en la cama, notó cómo el sol comenzaba a inclinarse hacia el oeste sin que Elisabeth hubiera regresado. Sus dedos tamborileaban contra el alféizar con un ritmo impaciente.

—Esa bestia está con ella —murmuró para sí, intentando convencerse de que no había motivo para preocuparse. Sabía que Falko daría la vida por proteger a su ama—. Cualquier amenaza la tendría que enfrentar primero a él.

Se palpó la herida del costado casi por reflejo. La verdad era que apenas le molestaba ya; podría viajar si lo deseara. Pero seguía inventando excusas: el vendaje necesitaba otro cambio, el clima era demasiado frío... Mentiras que solo él creía.

Cuando el reloj de sol marcó la cuarta hora de la tarde, no pudo seguir fingiendo indiferencia. Se levantó con un movimiento brusco y caminó hacia la sala principal. Allí estaba el rincón de Elisabeth, la silla mecedora frente a la chimenea fría, la manta doblada con cuidado sobre el respaldo, y sobre la silla, el libro de poemas que leía cada noche.

Dietrich lo recogió con curiosidad. Al abrirlo, encontró un nombre inscrito en la primera página con letra elegante. Helena von Kleist. Un apellido noble, sin duda.

—Eres todo un misterio —susurró, pasando el pulgar por las páginas gastadas—. ¿Dónde aprendiste a leer? ¿Medicina? ¿A coser? ¿A cantar con esa voz que...?

Un ruido exterior interrumpió sus pensamientos. Voces alteradas. Falko ladrando con ferocidad.

Elisabeth aceleró el paso al notar que alguien la seguía. Falko llevaba rato gruñendo hacia atrás en el sendero, pero ella había atribuido el comportamiento a algún animal del bosque. Ahora, a solo unos metros de la cabaña, ya no podía ignorar los pasos que escuchaban tras ella.

—¡Eli! No huyas, soy yo —una voz conocida la hizo detenerse en seco.

Al girarse, encontró a Gilbert saliendo de entre los árboles, sus manos levantadas en un gesto de falsa paz. El apodo cariñoso que le había puesto sin permiso le erizó la piel.

—No me llames así —replicó, frunciendo el ceño—. ¿Qué haces aquí?

Gilbert se acercó con esa sonrisa que siempre le recordaba a un zorro frente a un gallinero.

—Solo quería asegurarme de que llegaras bien a casa —dijo, mientras sus ojos recorrían el sendero hacia la cabaña con avidez—. Es peligroso para una mujer andar sola por el bosque.

Falko se interpuso entre ellos, mostrando los colmillos. Elisabeth sintió un alivio momentáneo al pensar que al menos no se trataba de alguien que buscara a Dietrich... pero eso no hacía a Gilbert menos molesto y peligroso.

1
birrahelada
AAAAAAHHHH no sé si sentir, emoción, alivio, alegría o qué
Flor Rui3
a mí se me hace que ese doctorcito le hizo algo al bb que se enfermo de repente no creen
Laura Aguado
WoW,m ha gustado mucho este capitulo ❤️❤️❤️
Nena
Va a arder Troya, si al que ella le cortó la oreja, lo colgó, va a ser capaz de mucho, contra el Kaiser y su princesita no será fácil si le llegan a tocar un cabello a sus amores....porque si ese hombre en su brutalidad y locura la quiere🥰🥰🥰🥰
Aracelis Durango
Menos mal Dietrich llego a tiempo ahora que revisen al bebé y se den cuenta que Heinri lo enfermo a propósito ja pobre se llamaba
FairyTessa
yo digo que le dara el lugar de la señora de la casa y su heredero .... aunque no es bueno con las palabras si con las acciones....
Mitsuki G
En verdad espero que esté Dietrich le demuestre con acciones no es quien todos dicen que lo juzgan y sobre todo que vea que es un buen compañero para ella y su hijo y cuando llegue a su hogar este Dietrich defienda a su hijo como a Elizabeth que será su esposa no una simple concubina si esa que se apropió de su hogar la saqué de ahí el cumplió hará que le cumpla si no quiere tenerlo de enemigo que esa loca ni sueñe de ser la concubina que no la acepte que se ponga ahora sí al brinco le ayudo merece ser libre con su mujer en verdad que la corra con todas y sus cosas
Alma Delia Morales
Y cuando llegué a casa y vea a Amlis adueñandose de todo que hará???
Yecenia Aguirre González
Y a cada momento se pone más fuerte la situación Diooooooosss
Alma Delia Morales
Ese médico es una verdadera porquería un lobo con piel de oveja
Marcy Mireille Avendaño Bendezu
👍🏻
Ginebra
Y la fiebre del bb
Traía médicos con él Dietrich
Q pasara si ese doctor q hecho le hizo algo y a ella la intimido con el bb y lo dejo ir así como así
Autora denos más capítulos /Chuckle/ jejejeje q intrigada me quede /Shy/. Gracias por su Novela.
FairyTessa
solo espero que la loca no les haga nada al enterrarse de su existencia
eva quispe
silencio! empezó mi novela favorita
rutyy A H
es genial
Aracelis Durango
Ese doctorsito enfermo al bebé a propósito JA deja que Dietrichk se entere no la cuenta, mejor dicho ya es difunto jejejejejejeje
Jadella🦋
Espero que ellos puedan hablar y entenderse y proteger a su bebé
Yecenia Aguirre González
Diiiiosssss esto se puso color de hormiga!!!!! maratón maratón maratón maratón
Nena
El sabe que no actuó correctamente, pero ya aceptó que la quiere en su vida, por eso la buscó, según él necesitaba arreglar las cosas primero, pero la princesa loca no se la quiere poner fácil....tienes trabajo para ganarte a tu amada Dietrich🥰🥰🥰
JOGXANDY BELLO
oh doctorcito eres inteligente y me caes bien pero como veras este loco no juega carrito, no deberia desafiarlo.! jejeje vete antes que sepan q enfermaste a el niño
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