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La Nueva Ingresada

La Nueva Ingresada

Status: En proceso
Popularitas:921
Nilai: 5
nombre de autor: Ashly Rijo

Hiroshi es un adolescente solitario y reservado que ha aprendido a soportar las constantes acusaciones y burlas de sus compañeros en la escuela. Nunca se defiende ni se enfrenta a ellos; prefiere pasar desapercibido, convencido de que las cosas nunca cambiarán. Su vida se vuelve extraña cuando llega a la escuela una nueva estudiante, Sayuri, una chica de mirada fría y aspecto aterrador que incomoda a todos con su presencia sombría y extraña actitud. Sayuri parece no temer a nada ni a nadie, y sus intereses peculiares y personalidad intimidante la convierten en el blanco de rumores.

Contra todo pronóstico, Sayuri comienza a acercarse a Hiroshi, lo observa como si supiera más de él que nadie, y sin que él se dé cuenta, empieza hacer justicias.

NovelToon tiene autorización de Ashly Rijo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

La nueva ingresada- Sayuri

La campana sonó, y en lugar de esperar a que todos salieran del aula como siempre, recogí mis cosas con rapidez. Sin pensarlo mucho, me acerqué a ella antes de que pudiera salir. Su presencia seguía poniéndome nervioso, pero al mismo tiempo, había algo en ella que me atraía, algo que necesitaba entender.

—Oye… —dije en voz baja, mirándola de reojo mientras ella recogía sus cosas con calma—. ¿Cómo te llamas?

Ella no me miró. Parecía más concentrada en meter cada cosa en su mochila, como si mi pregunta no tuviera ninguna importancia.

—¿Por qué te importa? No somos amigos —respondió, en tono seco, casi como una sentencia.

Tragué saliva y me obligué a mantenerme firme.

—No pretendo serlo. Solo quiero saber cómo te llamas —insistí.

Finalmente, levantó la mirada hacia mí, con una ceja ligeramente alzada, como si estuviera tratando de descifrar si estaba hablando en serio.

—¿Estás loco? —preguntó, su voz cargada de escepticismo.

—No —dije, intentando sonar confiado, aunque mi corazón latía con fuerza.

Nos miramos en silencio por un instante, y su expresión seguía siendo tan impenetrable como siempre. No parecía estar molesta, pero tampoco interesada. Había en ella un aire de misterio, de algo que no quería compartir con nadie.

—¿Por qué… te ves tan aterradora? —me atreví a preguntar, sintiendo que estaba cruzando una línea peligrosa.

En lugar de responder, ella se levantó despacio, cerrando su mochila con un movimiento casi mecánico. Entonces, dio un paso hacia mí y se inclinó lo suficiente como para mirarme directamente a los ojos. Su rostro estaba a solo centímetros del mío, y pude ver cada detalle de sus ojos oscuros y profundos, que parecían sostener algo que no lograba entender.

—¿Te doy miedo? —preguntó, en un susurro bajo y frío.

Tardé en contestar, sintiendo cómo su mirada se clavaba en mí, como si pudiera ver cada pensamiento que cruzaba mi mente.

—Un… un poco —admití, sin poder apartar la vista de sus ojos.

Por un momento, pensé que sonreiría, pero en lugar de eso, su expresión permaneció neutral. Parecía que la respuesta le había sido completamente indiferente, o que ya la sabía antes de que se la dijera.

—Yo debería tenerle miedo a alguien que solo piensa en matar a otros—dijo simplemente, apartándose y volviendo a mirar hacia la puerta.

Sin darme tiempo a responder, salió del aula, dejándome solo y confundido. Había algo en sus palabras, en la manera en que me miraba, que me hacía sentir que no era una advertencia cualquiera. Sabía algo, algo oscuro y peligroso, y por alguna razón, yo había quedado atrapado en ello.

Salí corriendo del aula detrás de ella, sin detenerme a pensar en lo que estaba haciendo. Algo en mí había cambiado, un impulso extraño que me hacía querer saber más, enfrentar ese miedo y esa incertidumbre que ella me causaba. Finalmente la alcancé en el pasillo.

—¡Oye! —dije, con la voz entrecortada por la carrera. Ella se detuvo y giró apenas la cabeza para mirarme.

Tragué saliva, sintiendo que no sabía lo que hacía, pero me obligué a mantener la mirada firme.

—Ya no te tengo miedo —dije, tratando de sonar convincente, aunque sentía un leve temblor en las manos.

Por primera vez, su expresión cambió. Sus ojos, normalmente fríos e impenetrables, se suavizaron un poco, y una ligera confusión se asomó en su rostro. Era como si no estuviera acostumbrada a recibir esa respuesta.

—¿Qué te hizo cambiar tan rápido? —preguntó, ahora con un tono más suave, y se volvió completamente hacia mí.

Me observó en silencio, y noté que había algo diferente en su mirada. Ya no tenía ese aire inquietante, sino una calma que me hizo sentir extrañamente vulnerable. Por un segundo, me pregunté si ella también se estaba sorprendiendo de su propia reacción.

—No… no lo sé. Es como si… —balbuceé, sintiéndome repentinamente nervioso bajo su mirada. Ella me estudiaba con una mezcla de curiosidad y desconcierto, y algo en sus ojos oscuros parecía más cercano, menos distante.

—¿Por qué te pongo nervioso? —preguntó, con una leve inclinación de cabeza.

Desvié la mirada, avergonzado.

—Es raro. De repente dejaste de tener miedo… Nadie habia dejado de tener miedo de un momento a otro —murmuró, casi como una confesión.

Ella me miró un momento más, y luego, de repente, sonrió, apenas un pequeño gesto en sus labios, como si encontrara algo divertido en todo esto. Se dio la vuelta para irse, y creí que eso sería todo. Pero entonces, justo antes de doblar la esquina del pasillo, se detuvo y se giró hacia mí.

—Sayuri —dijo, pronunciando su nombre con voz baja pero firme, como si fuera un secreto compartido solo entre nosotros.

-

Al llegar a casa, subí las escaleras tan rápido como pude, directo a mi cuarto, como si dejara atrás todo el peso de lo que había sucedido ese día. Cerré la puerta y me dejé caer en la cama, sintiendo una mezcla de alivio y extraña tranquilidad. Ya no tendría que preocuparme por esos chicos. Ya no estarían ahí, esperándome cada mañana, mirándome con esa expresión de desprecio, buscando cualquier excusa para hacerme daño.

Pero entonces me sacudí, como si un escalofrío me recorriera la espalda. ¿Qué estaba pensando? ¿Realmente me sentía mejor al saber que… que ya no estaban? El horror de esa idea me hizo sentir sucio, como si hubiera deseado su destino. Necesitaba despejarme, sacarme esos pensamientos de la cabeza, así que me metí al baño, esperando que una ducha me ayudara a dejar todo atrás.

Mientras el agua corría sobre mí, el sonido de las gotas golpeando las baldosas me resultó extrañamente calmante. Intenté concentrarme solo en el agua, en el vapor que llenaba el cuarto, en el calor que me envolvía. Pero algo me interrumpió. Un sonido, cómo un tipo de golpe.

Terminé de ducharme, me vestí con rapidez y salí al cuarto, buscando el origen del ruido. La ventana estaba abierta. Me acerqué y la cerré, sin darle demasiada importancia. Quizás el viento había hecho que se moviera sola.

Me dejé caer en la cama nuevamente, mirando el techo, tratando de procesar todo lo que había pasado. Sí, esos chicos me habían hecho la vida imposible. Pero, a pesar de todo, nunca había deseado algo tan extremo para ellos. No quería que murieran. No quería que su ausencia pesara en mi conciencia como una sombra oscura.

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Mckasse Escritora
me gusto mucho. Gracias
Mckasse Escritora
me gusta
Estrella Liriano castro
Yá lo estoy esperandoo🙈
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