Siempre he creído que contaba con una familia unida y llena de amor. Sin embargo, un día la desgracia se presentó en mi vida. Fue en ese momento cuando todo cambió y la tragedia me llevó lejos del amor de mi vida. Este doloroso acontecimiento me abrió los ojos y me hizo darme cuenta de quienes eran realmente mis verdaderos enemigos, aquellos que siempre habían estado a mi alrededor, ocultos tras una falsa fachada de cariño y apoyo.
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Episodio 20
●Marina: Escucho unos gritos provenientes de la casa principal, lo que me despierta de un golpe . Decido despertar a mi tía, y juntos nos asomamos por la puerta trasera. Desde ahí, alcanzamos a ver a varios sirvientes corriendo nerviosamente de un lado a otro, como si estuvieran en plena crisis. Con un tono de urgencia, le grito a uno de ellos que pasa cerca de mí y le pregunto: ¿Oye, tú, qué es todo este alboroto? ¿Qué está sucediendo?
●Criado: Señorita Marina, lamento informarle que su padre ha fallecido recientemente. En este momento, estamos realizando los preparativos correspondientes, además de esperar la llegada del médico, quien determinará la causa de su muerte. Si no requiere nada más de mi parte, la dejaré tranquila, ya que estamos muy ocupados con todos los asuntos que debemos atender.
La felicidad se apoderó de Marina en el instante en que recibió la noticia de que su padre había fallecido. En su mente, esa tragedia representaba una oportunidad dorada, ya que creía que esto significaría que toda la fortuna de la familia Bruselas pasaría a ser de su propiedad. Sin embargo, se encontraba profundamente equivocada. Su padre, antes de morir, había tomado precauciones y dejó varias cláusulas en su testamento, aseguraba que su última voluntad se llevara a cabo conforme a sus deseos. Por tanto, la imagen de riqueza y poder que había empezado a formar en su mente pronto se desvanecería ante la realidad que se avecinaba.
●Marina: Espera un momento ahí. Una amplia sonrisa se dibuja en mi rostro, incapaz de ocultarla. Ahora, necesito que me saques de aquí; tengo que ver a mi padre y organizar todo, ya que soy la única dueña de esta casa. Tía, por fin podré devolverle todo lo que le pertenece a Mathius y, de esa manera, él volverá a estar a mi lado. No sabes cuánto lo extraño.
●Carlota: Hija, entiendo que desde siempre has tenido sentimientos por tu primo, pero creo que no es necesario que le devuelvas nada. Esta fortuna nos pertenece a nosotras y es justo que la disfrutemos. Además, debes ser consciente de que Mathius nunca te ha mirado de la misma manera en que tú lo haces, y eso es algo que bien sabes en el fondo de tu corazón.
●Marina: Cállate, tía. Así él no me mira con esos ojos llenos de amor. Pronto lograré que se enamore de mí, eso te lo juro. En cuanto a la herencia, es justo que le devuelva lo que le pertenece. Estoy convencida de que nunca me dejará desamparada. Luego miro al criado y le digo: ¿Y tú qué haces ahí parado, sin hacer nada? ¿Cuándo vas a abrir las puertas? Eres inútil, apúrate, que ya quiero salir de este maldito lugar.
●Criado: Discúlpeme, señorita, pero la señora Inés no me ha proporcionado esa orden. Lamento no poder ayudarles en esta ocasión. Por ahora, debo retirarme. Espero que se encuentren bien y una vez más, les pido disculpas por no poder cumplir con sus peticiones.
●Marina: con un tono lleno de enojo le digo: ¿De qué estás hablando ahora? ¡Sácame de aquí, idiota! Tía se fue ese maldito criado, como que la señora no le ha dado instrucciones para que me saque. ¡Yo soy la verdadera dueña de esta casa por derecho! Los odio a todos. En cuanto salga de aquí, me encargaré de esa despreciable ramera. Mírala, se siente como si fuese la dueña de todo, pero voy a echarla de aquí como si fuera un perro. La venderé para que la conviertan en esclava de nuevo. Solo espera y verás, Inés.
●Ascanio: Después de que se llevaron a don Leonardo Bruselas para prepararlo, intenté calmar a Inés, quien estaba visiblemente angustiada y temía que la culparan por la muerte de él. Tomé su mano con suavidad y le dije: Tranquilízate, Inés. Don Leonardo ya era una persona mayor y es probable que haya sufrido un ataque al corazón. Tú no tienes ninguna culpa en esta situación. Además, el médico que se lo llevó también comparte esta misma opinión. Así que, por favor, no te preocupes por nada, Ahora solo queda que nos indiques qué deseas que hagamos con la señorita Marina y con la señora Carlota. Ambas han estado gritando sin parar desde que se enteraron de la trágica noticia de la muerte de don Leonardo, aunque para ser sincero no creo que lo hagan por dolor.
●Inés: Las palabras de Ascanio me proporcionan un ligero alivio, aunque de inmediato surge otra inquietud en mí cuando menciona a Marina. Lo miro fijamente y le digo: No te preocupes, me encargaré de eso de inmediato. Acompáñame y trae las llaves de esa casa; las liberaremos.
Al llegar, entro y me encuentro con estas dos mujeres que me miran con desdén, como si quisieran atravesarme con la mirada. Tomo asiento y, con una firmeza renovada, les digo: Ya pueden salir de este lugar; nunca más estarán en confinamiento.
●Marina: ¿Y qué esperas que te diga, sucia ramera? ¡Ay, gracias por liberarnos! Ni se te ocurra pensarlo. Solo espera un poco más y verás cómo te voy a sacar de esta casa, como la furcia que eres. No dejaré quedarte con un solo peso mío, ¿me escuchaste? Ahora necesito que te apartes, porque debo llamar a don Timoteo para que venga a leer el testamento de mi padre.
●Inés: Detente un momento, Marina. He intentado ser justa contigo y nunca te he falatdo el respeto, pero tu si me estás faltando al respeto y no lo aceptaré más. Como bien sabes, yo soy la dueña aquí, ya que tu padre fue mi esposo. Si continúas comportándote de esta manera tan inmadura, te juro que lucharé por la herencia que dejó tu padre, para que así ya puedas hablar con razon de mi y digas que soy una furcia o ramera. ¿Me has escuchado? Ascanio, vamos a salir de este lugar. Y otra cosa, en lugar de estar obsesionada con el dinero, deberías preocuparte por visitar a tu padre ya que no lo volveras a ver.