"En el lujoso reino de Raleigh, la princesa Mariana Hazbun se enfrenta a un ultimátum: casarse antes de cumplir los 27 años. Pero Mariana no está dispuesta a comprometer su libertad y su corazón asi se transforma en la princesa rechazada.
Mientras tanto, en Nueva York, Asher Beaumont, el rico y apuesto heredero de la familia Beaumont, vive una vida de excesos y placeres. Pero su padre, el patriarca de la familia, le impone una condición para heredar la fortuna familiar y el liderazgo de la familia Beaumont: casarse y demostrar su madurez.
Cuando Mariana y Asher se conocen, el ve en ella la respetabilidad que su padre le exige, pero la novia se resiste. Mariana es obligada por su padre a contraer matrimonio. Pero detrás de la fachada de lujo y poder, ambos esconden secretos y miedos. ¿Podrán superar sus diferencias y encontrar el amor verdadero, o su unión será solo una transacción de conveniencia?.
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La indicada.
En cuanto llegaron a Raleigh se dirigieron directamente al palacio. Su padre no le había dirigido la palabra en todo el viaje.
Mariana miró por la ventanilla del coche. Las puertas del palacio se abrieron.
— No tienes permitido abandonar el palacio exclamó Khalil.
— Como ordene padre, estaré en mis aposentos respondió Mariana. Aida ingreso a su habitación para acomodar su equipaje.
—Alteza, desea que le traiga algo de comer.
— No tengo hambre, quiero que estés atenta y me avises si Mahmoud Al– Thani viene a ver a papá exclamó Mariana.– Aida asintió, hizo una reverencia y se retiró.
Khalil se encontraba en su oficina, sumido en sus pensamientos, con la mirada fija en el mapa extendido sobre su escritorio. La habitación estaba silenciosa, el único sonido que se escuchaba era el leve murmullo del viento que rozaba las ventanas del palacio. A pesar de la tensión que lo envolvía, había algo en ese silencio que lo hacía sentirse aún más aislado.
Mahmoud Al-Thani estaba atendiendo unos asuntos en el interior del país, según le habían informado hace unas horas. Y mientras tanto, Khalil se encontraba solo en la oficina, dando vueltas una y otra vez a la misma idea. El matrimonio con Mahmoud era la solución perfecta. Pero algo en su interior, algo que no podía negar, le hacía cuestionar si realmente era lo correcto. La idea de unirse con el hombre más importante después de la familia real tenía sentido desde el punto de vista político.
Pero… ¿a qué precio?
El rostro de Mariana , se le aparecía constantemente en la mente. Aquel golpe en su orgullo de padre y rey lo había dejado marcado. En algún lugar dentro de él, Khalil sabía que su hija no era una niña. Ya no podía tratarla como tal y tal vez ese era el problema.
¿Sería realmente lo mejor para ella? pensó Khalil, mientras cerraba los ojos por un momento. ¿O la estaba empujando a un camino que no deseaba, solo para castigarla?
Quizás ese matrimonio con Mahmoud no solo la desterraría de su felicidad, sino que también podría desterrar cualquier esperanza de reconciliación entre ellos. Después de todo el deseaba que Mariana tuviera una vida feliz.
Suspiró pesadamente, levantándose de la silla. Caminó hacia la ventana, mirando el paisaje del palacio que se extendía más allá, hasta donde los límites parecían perderse en el horizonte. Allí, entre la vastedad de su poder y las riquezas que había acumulado, se encontraba también el vacío de no saber si sus decisiones estaban siendo las correctas.
Se pasó una mano por el rostro, como si intentara espantar sus pensamientos, pero no pudo. A pesar de la furia que lo había impulsado hasta ahora, comenzaba a preguntarse si seguir adelante con el matrimonio era lo que realmente necesitaba su hija o, por el contrario, si existía un camino distinto que pudiera tomar.
Se giró hacia la puerta, consciente de que las próximas horas serían clave. La llegada de Mahmoud podría hacerle tomar una decisión definitiva.
Era de madrugada cuando Khalil cruzó el umbral de la puerta de la habitación de su hija. El pasillo del palacio estaba en silencio absoluto, sólo interrumpido por el eco de sus propios pasos. La luz tenue de las lámparas iluminaba débilmente los muebles de la habitación, que se veía ordenada como siempre.
Mariana no había bajado a cenar esa noche, algo que Khalil no había pasado por alto. Su hija, siempre tan obediente, había evadido la cena sin dar explicaciones. Algo en su interior lo perturbaba. No era común en ella. No era común que se apartara de las reglas, de los rituales familiares. Algo estaba pasando, y su instinto de padre, siempre tan agudo, le decía que había más detrás de su comportamiento que un simple desacuerdo.
Mariana estaba allí, dormida, en su cama. Su rostro, aunque sereno en apariencia, reflejaba la tensión de los últimos horas. Khalil observó por un momento el contorno de su hija, respirando con tranquilidad, ajena a los pensamientos que lo atormentaban.
Se acercó lentamente a la cama, sin hacer ruido. Miró su rostro, su expresión relajada mientras dormía. Mariana había sido una niña fuerte, pero también lo era ahora como mujer.
Por un momento, Khalil se quedó allí, de pie junto a la cama, mirando a su hija. El enojo que había sentido horas antes parecía desvanecerse poco a poco. Ahora, lo único que sentía era una profunda tristeza. ¿Qué había fallado en su relación con Mariana? ¿Por qué la joven, que siempre había sido tan leal a la familia, de repente se rebelaba de esa manera?.
Khalil respiró profundamente y se inclinó un poco, como si tratara de encontrar las palabras adecuadas para lo que necesitaba decirle.
Con una última mirada a su hija dormida, Khalil se dio la vuelta y salió de la habitación, cerrando la puerta con suavidad, como si no quisiera alterar la calma de la que él mismo carecía en ese momento.
La madrugada avanzaba lentamente, y el palacio, que había estado sumido en el silencio de la noche, comenzó a cobrar vida con la llegada de Amira y aunque su rostro mostraba signos de cansancio, su presencia imponía el mismo aire de autoridad y serenidad que siempre la caracterizaba.
Amira cruzó el umbral del vestíbulo principal del palacio. Los sirvientes que aún estaban en los pasillos la saludaron en silencio, respetuosos ante su regreso. El sonido de sus pasos sobre el mármol resonó en los pasillos vacíos mientras avanzaba, pero su mente no podía dejar de pensar.
Sabía que Khalil aún estaba profundamente molesto, y le preocupaba que la situación con Mariana hubiera empeorado. Aunque era una mujer fuerte, sabía que su esposo podía llegar a ser impredecible cuando se trataba de su hija.
Se dirigió directamente a la zona privada del palacio, pasando por las habitaciones de los sirvientes y subiendo las escaleras hacia sus aposentos.
Al llegar a la puerta de su habitación, se detuvo un momento. Sabía que la tensión con Khalil no había hecho más que aumentar y que Mariana, aunque ahora dormía, no estaba en paz. Todo lo que había ocurrido la discusión acalorada y la amenaza de matrimonio con Mahmoud Al-Thani, aún flotaba en el aire como una sombra que no desaparecía.
Con un suave movimiento, empujó la puerta de su alcoba y entró. Los sirvientes que estaban despiertos y en sus puestos la saludaron con cortesía, pero Amira se limitó a hacer un gesto con la mano, indicándoles que continuaran con sus labores. Su mente seguía centrada en las preocupaciones familiares.
Pero antes de que pudiera descansar, sintió la necesidad de ver a su hija. Sabía que Khalil estaba en la oficina, con la misma actitud rígida que siempre lo caracterizaba después de un disguto con sus hijos.
Al llegar a la puerta de la habitación de Mariana, la encontró cerrada. Golpeó suavemente, pero no recibió respuesta empujó la puerta lentamente, alzando la mirada con una mezcla de amor
Mariana estaba ahí, tendida sobre la cama, en un sueño profundo.
Con un último suspiro, Amira se acercó a la cama y se sentó en el borde.
—Mariana... —dijo en un susurro—. ¿Cómo estás, hija mía?
— Estoy triste, no quería decepcionarlo, pero el no me entiende.
— Encontraremos una solución dijo Amira.
— No me quiero casar. Amira abrazó a su hija...
Amira se dirigió a la oficina de su esposo, Khalil levantó la vista sorprendido de que alguien ingresara sin ser anunciado.
— Dime que no has acordado el matrimonio de nuestra hija con Mahmoud Al– Thani.
— No lo acordé, pero lo pienso hacer. Y no me mires como si yo fuera el malo aquí, le di la posibilidad de conocer y elegir a su esposo y se comportó de una manera irracional haciendo tonto a su padre, por favor Amira a Yassir Al-Dhaher le monto un espectáculo, al igual que a Zayed Al- Qasimi.
Amira no dijo nada, Malek había averiguado lo que paso en la cita con Zaid.
— ¿Y te has puesto a pensar un minuto porque se comporta así?. Porque si crees que lo hace solo por rebeldía es que no conoces a nuestra hija. No pienso que Mahmoud Al– Thani sea la persona ideal para Mariana, espera a que haya otra propuesta.
— Con la fama que se ha estado haciendo dudo que haya otra propuesta.
—Por favor Khalil ese hombre tiene casi sesenta años, Mariana no es una niña pero aún es joven, insistes en que no quieres que cuide de sus padres viejos y enfermos. Si la casas con Mahmoud Al– Thani cuidara de un esposo viejo y puede que hasta críe a sus hijos sola piensa en ello...
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Tres días después Asher estaba sentado en la butaca de su avión, mirando por la ventana del avión mientras este cruzaba las vastas dunas del desierto, en su camino hacia Raleigh. El sol se ponía, tiñendo el cielo de naranja y rosa, pero él no lo veía. Sus pensamientos eran más oscuros que la noche.
Pensó en todo lo que había logrado: el contrato que había cerrado recientemente, el que le había traído más dinero a la empresa de lo que jamás imaginaron.Había trabajado incansablemente, viajando por todo el mundo, enfrentándose a competidores, negociando con hombres duros, mientras todos esperaban que él fracasara. Pero no lo hizo. Los números, los logros, las adquisiciones: todo estaba a su favor. Su hija tendría un gran patrimonio.
Sin embargo, lo que más le dolía ahora no era ese éxito, sino lo que se avecinaba. Su primo Dante estaba a punto de recibir lo que por derecho le pertenecía. El poder. El control de la fortuna familiar. La cabeza de la empresa. ¡El poder! Todo lo que Asher había trabajado, todo lo que había logrado, estaba a punto de ser entregado a alguien que no lo merecía todo porque su padre deseaba que se casara.
El sudor frío le recorrió la espalda. ¿Cómo podía su padre, hacerle esto? ¿Cómo podía pedirle que cediera el control a Dante? Todo esto era injusto. Un sentimiento de rabia lo consumía mientras apretaba las manos contra los reposabrazos, sin poder contener la frustración. ¿Acaso no he sido suficiente? ¿No he probado que soy capaz?, pensaba, preguntándose por qué su padre no lo veía, por qué Henry prefería confiar en un primo, en lugar de en su propio hijo, el hombre que había traído tanto exito a la empresa.
Había nacido para esto, para liderar. No solo por ser hijo de Henry, sino porque tenía la visión, la astucia, la inteligencia para hacerlo. Había luchado por ganarse ese lugar, y no lo iba a perder tan fácilmente. No importaba lo que Henry dijera. Importaba lo que la tradición marcara. Él era el legítimo heredero.
Miró su reloj y luego hacia la butaca de al lado Aurora dormia profundamente.
Asher suspiró y se recostó en la butaca, mirando hacia el techo del avión. ¿Por qué? pensó. ¿Por qué mi padre me hace esto?.No podía entenderlo. Tenía todas las cartas en la mano, había ganado todas las batallas por la familia, y sin embargo, en lugar de ser reconocido, estaba siendo reemplazado. <
Se inclinó hacia adelante, sintiendo la tensión en su cuerpo. No podía dejar que esto ocurriera.
No. No lo permitiría.
El avión tocó tierra. El sonido de las ruedas al rozar la pista le sacó de sus pensamientos. Asher se levantó lentamente, ajustándose el traje con la mano, y salió del avión con determinación. El futuro estaba en sus manos, y no iba a dejar que nadie lo usurpase.
Dos días después Asher se encontraba en Torre Dorada, revisando unos balances, había llegado a Raleigh acompañado por Aurora ella se encontraba en el hotel.
La puerta se abrió y Olivia ingreso.Ásher la observó en silencio .
— ¿Qué haces aquí?, pregunto él.
— No te sientas perseguido, no vine por tu silla exclamó Olivia riéndose.— Malek decidió venir antes de la reunión de socios, ya que quería conversar con su padre.
—Tengo una reunión con tu suegro, se está por cumplir el plazo del contrato hay que renegociar los términos comento Asher poniéndose de pie.
Mariana jugaba en la sala con sus sobrinos cuando Olivia llego acompañada por su hermano.
Ásher observó a la cosa amorfa sorprendido llevaba un ligero vestido qué realzaba su figura y tenia el cabello y rostro descubierto.
— Bienvenidos dijo Mariana haciendo una inclinación de cabeza y se cubrió el cabello con un velo.— Malek apareció junto a su padre.
— Tío Ásher dijo Rania acercándose.
Ásher la levantó dejando su portafolio — Hola pequeño monstruo, ¿cómo te portas?.
— Asher bienvenido dijo Khalil.
— No soy un monstruo, soy una princesa verdad tía.— Mariana asintió.
— Papá me permite un segundo pregunto Mariana.
— Por supuesto vayan pasando a mi oficina.
Malek y Asher se retiraron.—Pero Asher se dio cuenta que había dejado su maletín en la sala y regreso por él.
— Ya me he disculpado, solo quiero salir al orfanato.
— No será hoy Mariana no tienes permiso para salir Mahmoud Al– Thani vendrá esta noche y quiero que estés presente. ¿Me has entendido?
Mariana agachó la cabeza.– Sí papá como ordene.
Asher quedo sorprendido la cosa amorfa debía tener unos treinta años y ese grado de sumisión no era normal. Luego sonrió. Eso necesitaba él, la cosa amorfa calmaría a su padre... Se casaría con Mariana Hazbun.
Aquí hay un peligro inminente Mariana en su afán de no casarse pone en bandeja de plata sus planes a Karem sobre Asher Beaumont.
Asher realmente no se que hará Eliza para que puedas redimirse de la vida loca y promiscua que ha llevado no tiene sentimientos no quiere a su hija y nunca se ha enamorado.
Mariana se lo advirtió una infidelidad y no hay boda llega Freya y la bragueta suelta no aguanta.
A él le sale un escarmiento real unos buenos azotes porque Definitivamente Asher piensa con la cabeza del medio de las piernas.