Trata de una chica universitaria que trabaja para solventar los gastos de su hogar, sus padres se enfermaron pero se enamora de un chico rico ¿Que pasará?
NovelToon tiene autorización de JESSE_SDV para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo N°14
Leonardo no era un hombre acostumbrado a perder la compostura, pero cuando se trataba de Evangelina, parecía que todo su control desaparecía. Se levantó esa mañana con la firme determinación de hablar con ella de manera natural, sin parecer un CEO inalcanzable. Sin embargo, sabía que su hermano tenía razón: una mujer como Evangelina debía de tener muchos pretendientes, y él no podía seguir observando desde lejos sin hacer algo al respecto.
Decidió que lo mejor sería encontrar un pretexto casual para acercarse a ella. Al llegar a la oficina, se dirigió al área de cafetería donde sabía que Evangelina pasaba un momento antes de empezar su jornada. Se preparó un café con una confianza fingida, pero en el intento de parecer relajado, terminó echando demasiada azúcar y luego, en su torpeza, derramó parte del líquido sobre la mesa.
—¡Maldición! —susurró, tratando de limpiarlo apresuradamente.
Evangelina, que estaba a unos metros de distancia, no pudo evitar soltar una pequeña risa al verlo tan descoordinado. Leonardo se sintió morir de vergüenza, pero cuando vio la sonrisa en su rostro, supo que valía la pena.
—¿Necesita ayuda, señor? —preguntó ella, con amabilidad y una pizca de diversión en los ojos.
—No, no… está todo bajo control —mintió, intentando mantener la dignidad, pero en su torpeza terminó golpeando la taza y casi haciéndola caer de nuevo.
Evangelina no pudo evitar reír más fuerte. —No se preocupe, sucede hasta en las mejores familias.
Leonardo suspiró, resignado a que su intento de acercamiento se había convertido en una comedia de errores. Sin embargo, aprovechó la oportunidad y, con una sonrisa un poco más relajada, le dijo:
—Bueno, ya que estamos aquí y mi dignidad ya está completamente destruida… ¿Te gustaría almorzar conmigo hoy?
Evangelina lo miró sorprendida. No esperaba esa propuesta tan directa, pero la forma en que lo había dicho, con una mezcla de torpeza y sinceridad, la hizo asentir con una sonrisa.
—Está bien. Pero solo si promete no derramar nada durante el almuerzo.
Leonardo soltó una carcajada. —Haré mi mejor esfuerzo.
Ese día, almorzaron juntos por primera vez, marcando el inicio de algo que ninguno de los dos podía prever. Y aunque Leonardo aún tenía mucho por aprender sobre cómo acercarse a alguien sin parecer un robot con problemas de coordinación, al menos ahora Evangelina lo veía como alguien más humano… y quizá, solo quizá, como alguien con quien podría compartir algo más que una simple conversación de trabajo.
Evangelina había logrado acostumbrarse al ritmo de trabajo en la empresa. A pesar de la presión y la exigencia, cada día se sentía más cómoda en su rol. Sin embargo, esa mañana, algo en el ambiente se sentía diferente. Tal vez era la ligera sensación de ser observada o el hecho de que algunos compañeros parecían mirarla con curiosidad.
Por su parte, Leonardo estaba decidido a interactuar con ella sin parecer un jefe inalcanzable. Su hermano le había dado consejos sobre cómo entablar una conversación casual, pero él no estaba acostumbrado a ese tipo de interacciones.
Cuando Evangelina entró en la cafetería para tomar un café, Leonardo la vio y pensó que era su oportunidad. Se armó de valor y decidió hacer lo que su hermano le había sugerido: actuar relajado, natural.
—¿E-Estás disfrutando el café? —preguntó con un tono que él pensó que era desenfadado, pero que en realidad sonó torpe.
Evangelina, sorprendida de que el CEO le hablara directamente, parpadeó un par de veces antes de responder.
—Eh… sí, está bastante bueno.
—Eso es… genial. Muy genial… Eh, ¿te gusta el café amargo o con azúcar? —insistió, maldiciéndose internamente por su falta de naturalidad.
Evangelina sintió que la situación era un poco extraña. ¿Desde cuándo el CEO hablaba con los becarios de manera tan casual?
—Con un poco de azúcar —respondió con una pequeña sonrisa, aunque no entendía muy bien por qué él se interesaba en ese detalle.
Leonardo asintió exageradamente, como si esa respuesta fuera la clave de algo importante.
—Ya veo. Azúcar. Lo recordaré… —murmuró para sí mismo antes de girarse abruptamente y casi chocar contra una mesa.
La situación era tan absurda que Evangelina tuvo que cubrirse la boca para no reír. Leonardo, sintiéndose más avergonzado que nunca, salió rápidamente de la cafetería.
Pero mientras se alejaba, escuchó a dos empleados hablar en un tono bajo:
—¿Has visto cómo el jefe ha estado actuando últimamente? Nunca lo había visto tan distraído.
—Sí, y parece que siempre está cerca de la nueva becaria…
Leonardo apretó los puños. Si hasta los empleados notaban su cambio de actitud, entonces era evidente que estaba fallando en mantener su compostura.
Evangelina, por otro lado, no pudo darle muchas vueltas a la escena porque al regresar a su escritorio, recibió un mensaje en su teléfono. Era de su madre.
"Hija, necesitamos hablar. Es importante."
El corazón de Evangelina latió con fuerza. Su madre casi nunca enviaba mensajes con ese tono de urgencia.
Sin esperar más, pidió permiso para salir temprano y fue directo a casa. Al llegar, encontró a su madre y a su padre con expresiones preocupadas.
—¿Qué pasa? —preguntó, temiendo lo peor.
Su madre le tomó las manos con cariño.
—Hija, he estado sintiéndome extraña estos últimos días… Me han hecho unos exámenes y… hay algo que debemos vigilar.
Evangelina sintió que el mundo se tambaleaba bajo sus pies.
—¿Qué quieres decir con ‘vigilar’?
Su padre intervino, tratando de calmarla.
—Los médicos dicen que puede ser algo tratable, pero hay que hacer más pruebas.
Evangelina apretó los labios. Después de todo lo que habían pasado con la enfermedad de su padre, la idea de que ahora su madre estuviera en peligro la asfixiaba.
Esa noche, no pudo dormir. Todo lo que había logrado en la empresa, todo lo que estaba construyendo, de pronto se sintió insignificante ante la posibilidad de perder a su madre.
Y mientras ella lidiaba con su angustia, Leonardo estaba en su departamento, con la mente completamente ocupada en una sola persona.
"¿Cómo puedo acercarme a ella sin parecer un idiota?"
Lo que ninguno de los dos imaginaba era que muy pronto, el destino los pondría en una situación donde necesitarían apoyarse mutuamente, aunque aún no lo supieran.