Roselin sufrió a causa de su primer amor, por una infidelidad por parte de su pareja decide separarse de forma inmediata, sin embargo, su corazón roto no dejaba de doler, por esto decide ir a un bar y beber un poco. A causa del alcohol Roselin termina pasando la noche con un desconocido que resulta ser un atractivo CEO, está intenta ignorarlo, pero ¿Podrá resistirse a los encantos de aquel hombre tan encantador y directo?
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Un mal día
Con el paso de los días Tiago comenzó a ser muy insistente y llamar en varias ocasiones a Roselin, esto solo hacía que Roselin se sintiera fastidiada, ya estaba en un punto en el que quería que Tiago dejara de molestarla y ya.
Era una mañana relativamente tranquila, la brisa era fría y refrescante, Roselin no pudo evitar comprar un café expreso en una cafetería que amaba, quiso comprar un café para su jefe por lo que tuvo mucho cuidado en ver como lo preparaban.
Al llegar a su oficina fue directamente a la oficina de su jefe, este estaba concentrado en unos documentos, tal vez ni siquiera había regresado a su casa el día anterior. Tal vez era cierto, pues, la oficina tenía un leve olor a lavanda, como si hubiese sido limpiado tan solo unas pocas horas antes.
—Buenos días, señor.
Máx vio a Roselin y le dedico una sonrisa cansada, era más que obvio que no había dormido bien, en realidad era más que obvio que no había dormido ni un poco.
—Buenos días, llegaste un poco antes.
—No tanto, le traje café.
—¿Revisaste su preparación?
—Con mucho cuidado.
Máx aceptó el café y procedió a beberlo, tan solo con probarlo un poco su rostro se relajó un poco. Aunque de repente su rostro mostró una emoción desagradable, Roselin pensaba que tal vez fue a causa del café, pero la razón real de aquella reacción era totalmente diferente a lo que ella creía.
En realidad su jefe se sentía totalmente culpable, debía despedirla por un capricho de su mejor amigo, no solo eso, debía acostumbrarse a trabajar con alguien más, alguien que probablemente no lo entendería como Roselin.
—Tengo una mala noticia Roselin, parecerá muy repentino, pero espero puedas entender mi decisión.
Esas palabras preocuparon un poco a Roselin, sin embargo, ella no podía hacer nada cuando su jefe tomaba una decisión.
—Verás, una amiga de la familia necesita trabajo, aunque no me lleve bien con mis padres, ellos me pidieron hacerla mi asistente.
Roselin ya sabía en qué dirección iba aquella conversación, ya nada podía ir peor a esas alturas, fue engañada, se acostó con un desconocido, era acosada constantemente por su antigua pareja y ahora sería despedida, ¿Cómo pagaría sus gastos futuros? Todos sus ahorros los gasto en su casa.
—¿Cuándo debo recoger mis cosas?
—Antes del fin de semana, pero tendrás una buena suma de dinero por tu tiempo y esfuerzo, la cantidad es buena.
Roselin se sentía un poco conmovida, al menos recibiría un bono, de esa forma podría buscar un buen trabajo con calma. Aunque era difícil encontrar un trabajo con una paga tan buena.
—Gracias.
Roselin fue a su oficina y recogió sus cosas, en su poca experiencia de vida, sabía que lo mejor era terminar rápido las cosas, mucho más si eran tristes.
Esa misma tarde Roselin decidió sacar todas sus cosas de la oficina y dejarla limpia, al verla salir con sus pertenecías, la culpa en Máx fue mucho más fuerte, incluso quería retractarse de sus palabras.
—Te llamaré cuando transfiera el dinero a tu cuenta.
—Está bien.
La voz de Roselin transmitía tristeza al igual que su rostro, rápidamente se dirigió a la salida sin ver a nadie, al estar en las afueras del edificio una brisa fría la azotó. Roselin no estaba bien, ya no quería que su vida siguiera en declive, ni siquiera quería ir a beber, no quería hacer otra estupidez que la hiciera sentir peor.
Roselin dejó las cosas en su auto y condujo hasta su casa, antes de bajar del auto pasó un largo tiempo en el interior de este viendo pasar a los peatones. Era gracioso ver a las personas reír y caminar como si nada, mientras ella se hundía en su miseria el mundo parecía estar perfectamente bien.
Por un momento Roselin quiso que los demás a su alrededor fuesen aunque sea un poco infelices, era nuevo e increíble ese pensamiento tan egoísta, pero ella no podía ver el mismo paisaje hermoso y pacífico que todos veían a su alrededor.
El corazón de Roselin dolía, pero ni siquiera tenía fuerzas o ganas de llorar, era increíble lo cansado que estaba su espíritu.
Luego de mucho tiempo Roselin bajo todas sus cosas de su auto y se dirigió al interior de su casa, todo estaba tan ordenado que Roselin se sintió más sola de lo normal. Esta tenía tan pocas ganas de cocinar que terminó pidiendo comida a domicilio y se preparó un café mientras esperaba.
Cuando llegó su pedido esta pagó y fue a su sofá a ver películas mientras comía, luego de sentirse lo peor del planeta, Roselin se calmó y decidió intentar verle el lado bueno a su situación.
Era muy difícil, pero llegó al pensamiento de que hacía mucho tiempo desde la última vez que se dedicó a descansar, posiblemente el día siguiente se dedicaría un poco de tiempo a sí misma, no podía darse muchos lujos, pero tal vez podía ir a un spa o una peluquería.
Tal vez podía aprovechar para comprar un poco de ropa con aquel bono que le darían, en realidad estaba buscando cualquier excusa para distraerse, aunque estaba más que claro que al día siguiente comenzaría a buscar trabajo, tal vez podía relajarse un poco antes.
Quizá si se dedicaba un poco de tiempo se sentiría mejor consigo mismas, además no podía dejarse caer por culpa de sus desgracias, estaba claro que todo estaba mal, pero no le daría el gusto a Tiago ni a la vida de verla mal.
Después de comer, Roselin limpio toda la sala de estar y decidió tomar una larga ducha, mientras miraba la espuma su mente comenzó a divagar, no pudo evitar pesar en Sebastián. ¿Qué estaría haciendo? Probablemente, ni siquiera recordará su nombre, tampoco había razón para que este la recordará.
Al terminar de bañarse, no pudo más con la curiosidad y busco en Internet “CEO Sebastián” si tenía suerte aparecería, ya que honestamente ni siquiera sabía si era realmente un CEO, tampoco sabía su apellido, dejaría que internet hiciera todo el trabajo.
Roselin se puso pálida al descubrir que Sebastián era un hombre muy influyente a nivel internacional, no solamente estaba divorciado, sino que tenía un pequeño hijo de seis años. Roselin ni siquiera podía soñar con respirar el mismo aire que ese hombre.
Incluso comenzaron a temblar sus piernas al recordar la gran falta de respeto que tuvo hacia Sebastián al confundirlo con un gigoló, ella sabía que cualquier pertenencia de Sebastián de forma individual costaba mucho más que su casa, por bien personal, decidió olvidar todo lo relacionado con ese hombre.