La Generala Del General

La segunda Princesa llegó ese día en la tarde al palacio, más que todo para la fiesta de compromiso de su hermana, y luego se iría de nuevo con su madre a la mansión del campo. A ninguna le agradaba estar cerca del Rey. Y lo que menos quería la Concubina era que el rey obligará a su hija menor a casarse con un viejo baboso de la corte. Por eso se habían retirado al campo. En el caso de su hija mayor, al ser general del ejército real, sabía que se podía defender y que era capaz de liberarse de ese compromiso, si queria, o al menos eso creían Lady Raquel y su hija menor, Ana.

La hija menor vio a su padre, porque fue llamada a sus aposentos y vio al médico tratarlo. Al igual que su hermana mayor, la reacción al salir fue que no despertará para poder hacer algo por el reino, y levantarlo de las cenizas donde él y otros nobles que lo apoyaban y se beneficiaban de negocios oscuros, lo tenían.

Pero al contrario de su hermana Artemis, la joven Ana, no tenía las herramientas para hacer esto posible. Solo esperaba que su hermana actuará. Ella sabía que Artemis intervendria en algún momento. Ya que una vez hace años se lo había dicho, no dejaría que su padre arruinará el Reino que su abuelo le habia costado tanto levantar.

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Mientras tanto, Artemis se había recuperado de su malestar y había aprovechado un momento libre para entrenar con el capitán de su ejército. Ya le había hecho varias heridas en ambos brazos, mientras ella estaba fresca como una lechuga, y con una sonrisa en su rostro. Artemis disfrutaba enormemente de la batalla, se relajaba con sus entrenamientos, entre otras distracciones que eran más nuevas para ella

En ese momento llego Sir Gabriel, que estaba supervisando a sus soldados. Y se detuvo a distancia a ver la contienda. Y en un momento la Princesa sometió a su capitán, quitándole la espada y colocando la punta de su espada en su cuello.

Todos aplaudieron porque su Generala había ganado el combate. Tanto la Princesa como el capitán, hicieron una reverencia. Y el capitán se retiró a curar sus heridas. y entonces Artemis vio a Gabriel y una sonrisa traviesa cruzo su rostro.

- Alguien más quiere retarme. - pregunto en voz alta. Pero nadie más se ofrecía ya que no estaban a la altura del combate de su alteza. Artemis quería medir fuerzas con su amado General.

Gabriel dándose cuenta de la sonrisa de su amada princesa, sonrió a su vez. Él sabía que quería ella perfectamente. Ella lo había invitado a entrenar con ella y él no quiso pensando en cuidarla. Pero ya se había dado cuenta que su princesa se sabía cuidar sola.

Camino hacia ella acercandose al lugar donde peleaban.

- Me ofrezco como su oponente, su Alteza. - Se ofreció Gabriel haciendo una reverencia.

Todos aplaudieron. Tanto de un lado como del otro. Ambos bandos sabían que sus generales tenían un nivel superior de pelea con espada. así que querían ver cómo se desenvolvían en un entrenamiento.

Y otros, solo algunos, se habían dado cuenta de los sentimientos que cada uno tenía hacia el otro, y quería ver si en verdad iban a luchar con todas sus habilidades.

En ese reino no existía la magia. Así que muy pocos sabían que Gabriel y algunos pocos soldados de su escuadrón, poseían magia. Ellos realmente no la habían usado porque se estaban limitando a sus habilidades físicas de batalla, eran excelentes espadachines y luchadores cuerpo a cuerpo, y con dagas y cuchillos.

Por supuesto que la princesa si sabía. Y el escuadrón de soldados que estuvieron con ella en el viaje a firmar el tratado, también. Porque los habían visto entrenar su magia. Pero desde que habían llegado al reino de Greenwich, nadie había visto alguno de ellos entrenando.

La razón se debía a que por orden de Gabriel, nadie había entrenado. Si él lo creía conveniente, daría la orden para ese entrenamiento. No iban a mostrar todas sus cartas antes de empezar la batalla. Aunque estaba casi seguro que él rey y sus aliados sabían que ellos en el reino rubí tienen magia. No estaba demás prevenir.

Volviendo a la lucha entre Gabriel y Artemis. Se pusieron en posición con sus espadas y comenzaron la contienda. Ambos eran muy diestros con la espada. y luego de varios minutos en que chocaban sus espadas y evadían los golpes uno al otro, se acercaron mucho y ambos sostenían la espada del otro y estaban tan cerca que podían sentir el aliento del otro. Se miraron a los ojos. Y la princesa dijo en voz baja,

- Espero que no hagas trampa y uses tu magia, mi general. - haciendo un puchero.

- Creo que sería más fácil usar otras cosas para ganarte, mi princesa - respondió Gabriel acercandose tanto que todos pensaron que la iba a besar.

Ambos combatientes se alejaron rápido, uno del otro en un rápido movimiento que dejó a Todo el mundo boquiabierto porque apenas pudieron ver los movimientos de ambos. Y luego cada quien hizo otro movimiento, quedando la espada de Sir Gabriel en el cuello de la Princesa, mientras está estaba agachada.

Ella levantó la cabeza con una sonrisa traviesa en su rostro, que nadie sabía porque sonreía. Y todos daban cómo ganador al general, cuando ella hizo un sonido apretando su daga contra la parte baja de sir Gabriel. y este hizo una mueca al sentir la punta del cuchillo en sus partes nobles. Todos bajaron la vista y vieron la daga de la Princesa en esa zona. Si ella presiona más, el general tendría que adoptar para poder decir que era padre 🤭😅 Se produjo un silencio entre los soldados que observaban el combate. Y ellos dos se quedaron estáticos, con sonrisas traviesas y pícaras, sin querer dar su brazo a torcer. Ya que ambos querían ser los ganadores. Entonces, Carlos que estaba presente, tuvo que intervenir.

- Señores, esto es un empate como pueden observar. Aplausos. - y todos aplaudieron. Fue la única manera en que tanto Artemis como Gabriel se incorporarán y bajarán sus armas.

Entonces, Gabriel hizo una reverencia,

- Excelente, batalla, su Alteza. Espero poder luchar nuevamente con usted. Me retiro. - dijo y volteandose ordenó - Todos los soldados de Rubí a trabajar, ya !!! - y todo el mundo se movió sabiendo que serían castigado si permanecían más tiempo allí.

Artemis no respondió. Solo se quedó allí observandolo con una sonrisa traviesa, mientras respiraba algo agitada. Cuando se dió cuenta que sus soldados no se movían, se puso sería y dijo,

- ¿Qué no escucharon? Se acabó todo, a entrenar y hacer sus labores! ¡¡Pero rápido!!! - ordenó mientras se disponía a retirarse.

- ¡¡Si, señora!!! - dijeron los soldados de Greenwich presentes al unisono.

Entonces, cuando comenzó a caminar para retirarse a su habitación, se dió cuenta que Alguien la observaba.

Lamentablemente, el Archiduque Ríos, había visto su interacción con Gabriel. "Rayos, no debió habernos visto" pensó. Era más que obvio que ahora las cosas se complicarían para ella. Si pudiera lo mataría mientras dormía, pero ¿a quien le hecharian la culpa de la muerte del rey? Necesitaban un chivo expiatorio y él era perfecto.

Karina llegó a su lado.

- Alteza, su hermana llegó al palacio y desea hablar con usted. - Artemis se emocionó. tenía mucho tiempo sin hablar con su hermana.

- Vamos, Karina. Necesito asearme y cambiarme para atender a mi hermana. Dijo emocionada. Y olvidándose del Archiduque. Ya resolvería ese problema luego.

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Llegó el día de la fiesta de compromiso. El Rey estaba bastante enfermo. Sin embargo, insistió en estar presente. Por lo menos hasta que hiciera el anuncio del compromiso. El médico estaría presente por cualquier situación que se presentará.

De igual manera, la princesa también tenía malestar, pero de diferente índole. Sin embargo, los que la veían decían que era lo mismo que tenía el emperador. El Archiduque solo pensaba que si ambos morían luego de él casarse con la princesa, él pasaría a ser el Rey de Greenwich y si alguien de la corte se oponía, que lo dudaba, solo le bastaba casarse nuevamente, está vez con la segunda Princesa Ana, y nadie podría refutar sus derechos.

¿Qué si ella no quería? ¿Desde cuándo importaba la opinión de las mujeres en su reino? Por eso él rey quería casar a su hija, y por eso quería que fuera con él. Porque el Archiduque era un hombre con mucho poder en el reino, inclusive más que el Rey y era necesario tenerlo de su lado, para seguir manejando a los nobles.

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Temprano esa mañana, Artemis despertó al lado de Gabriel.

La noche anterior, el general volvió a escabullirse a la habitación de su amada. Lamentablemente o afortunadamente, no podía dormir bien sin ella. Igual le sucedía a ella. Pero él le había dicho que lo esperará, que no volviera a correr peligro como el día anterior. Así que ella espero tranquila en su cama y estaba entre dormida y despierta, de manera intranquila hasta que lo sintió entrar por el balcón, quitarse las prendas que llevaba y acostarse a su lado abrazándola y besando su frente.

- Duerme, mi pequeña soldado. - susurró el general. Artemis suspiro y se quedó profundamente dormida en sus brazos.

Por eso esa mañana, Artemis despertó y se encontró con Gabriel despierto y mirándola con ternura. Ella sonrió y se estiró. Acurrucándose de nuevo en sus brazos.

- Buenos días, mi general. - saludó sonriendo la joven princesa.

- Buenos días, mi pequeña soldado. - dijo Gabriel sonriendo. Ella lo miró haciendo un puchero.

- No me gusta que digas así. - él río bajito

- Está bien. Me voy. Y si me retas de nuevo a duelo, está vez no me contendre, su Alteza. - dijo Gabriel sonriendo con malicia.

La abrazo, besándola intensamente. Ella correspondió sintiendose muy excitada. Algo que él sintió y lo hizo detenerse.

- No podemos en este momento. - le susurró él, respirando agitado sintiendo su excitacion.

- Por favor ... - Gimió ella que estaba más sensible de lo normal.

Gabriel la miró, y no se contuvo, y le dió lo que ella pedía.

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- Alteza, no vuelva a hacer eso, y si en vez de ser yo, hubiera sido su padre o quien sabe. - le llamó la atención Karina a la Princesa. Ya que ella llegó y tocó la puerta, pero como nadie respondió, pensó que aún estaba dormida y entró, y se consiguió con que Gabriel aún estaba en la habitación de Artemis saliendo por la ventana, y a la Princesa en paños menores.

- No es para tanto. Todo el mundo toca y espera. No sé porque tu entraste sin esperar respuesta. Dale gracias a Dios que los guardias no vieron nada, porque ahí si te mando a los calabozos. - respondió Artemis molesta con su doncella. Fue muy indiscreta al entrar así. Aún sabiendo que Gabriel la visita de noche y que debe ser más discreta.

- Si, Alteza. Disculpe. Pero ya hay que comenzar a acomodarla para la fiesta. ¿Va a desayunar aquí o bajará al comedor? - pregunto Karina.

- Aquí Karina. De verdad que no me siento bien. - exclamó Artemis sintiendo de nuevo las náuseas del día anterior.

- Se sentía bien cuando el general estaba aquí. - murmuró por lo bajo Karina.

- ¿Qué dijiste, Karina? - le preguntó amenazante la Princesa.

-Que ya le busco un té digestivo y algo ligero para que desayune, su Alteza. - respondió Karina con una sonrisa.

- Eso pensé - dijo Artemis mirandola sería.

Y siguió preparandose para ese día.

Se suponía que ese día concluiría su plan y podría solucionar dos cosas de un solo tiro, Evitar su matrimonio con el Archiduque, y quitar del trono a su padre que estaba llevando al reino por un camino de desgracia dejándose manipular por el Archiduque Ríos y su gente.

- ¿Dónde está mi hermana, Karina? - pregunto Artemis.

- Dijo que vendría en un rato a desayunar con usted Alteza. -

- Está bien, gracias -

Y Karina fue a buscar lo acordado.

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