– He vivido tantas vidas que me resultan absurdas las personas que matan por poder y avaricia, o aquellas que quieren ser jóvenes eternamente. De nada sirve vivir sin un propósito o amor verdadero.
— Soy Gustavo Chevalier, el emperador del vasto imperio Terra Nova, pero durante muchos años fui el paladin de mi hermano. Fui testigo de cómo amó a su ahora esposa con todo el corazón en sus diferentes facetas.
— Han pasado siglos, pero yo sigo añorando su olor, su dulzura, su reconfortante presencia y su preciosa sonrisa, que iluminaba mis días.
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No viniste solo por eso, ¿o me equivoco?
De camino al archiducado, el príncipe estaba sudando de los nervios. Se secaba el sudor con un pañuelo mientras el emperador lo observaba por el rabillo del ojo, divertido por la situación. Hasta donde sabía, la joven no estaba comprometida; lo ideal sería hablar directamente con los padres para acordar el compromiso. Pero si la joven no está de acuerdo, no queria forzar las cosas.
Al llegar al archiducado, Fermín le dio la bienvenida.
—Saludos al sol del imperio y al primer príncipe del imperio. Majestad, alteza, les avisaré a los archiduques de su llegada.— Los archiduques estaban al cuidado de su pequeña Bianca, de un mes; había quedado profundamente dormida después de alimentarse muy bien de su madre.
Margaret había cumplido sus diesinueve años cuando estaba por dar a luz a Bianca, así que, aprovechando que la nena estaba un poco más grandecita, planeaban irse a un pueblo a pasar unos días en familia.
—Mis señores, el emperador y el príncipe están aquí.— Dijo Fermín, haciendo una reverencia.
— ¿Sabías que vendría? —le preguntó Margaret, extrañada, a su esposo, pues su cuñado no era muy sociable.
— No, vamos, seguro quieren ver a Bianca. Hace siglos que no nacía una niña en la familia real —dijo Bastian, emocionado por ser padre de una hermosa nena.
Ambos archiduques fueron a saludar a las visitas, mientras que Cloy se quedaba al cuidado de la nena. Ella estaba próxima a cumplir dieciséis años y, por nada del mundo, quería ir a la baronía de sus padres. Estaba segura de que su madre le insistiría en debutar; el año pasado se salvó, pero no está tan segura de correr con la misma suerte. Ella no quiere estar en el mercado matrimonial.
—Majestad, alteza —saludaron ambos archiduques. Sin ser tan formales, pero el emperador no pensaba lo mismo.
—Sin tantas formalidades, somos familia. ¿Dónde está la pequeña princesa? —dijo el emperador con una chispa de brillo en los ojos.
—Tomando una siesta —dijo Margaret con tranquilidad; sabía que su pequeña había quedado en buenas manos.
—Bianca será nombrada como la primera princesa. Hace siglos que no nace una en la familia. Cuando este grande, tendrá que tomar sus clases de etiqueta en el palacio —el emperador estaba por hacer estallar el archiduque; él no quería compartir a su pequeña princesa, y que fuera al palacio no era de su agrado, ya que eso le quitaría tiempo con ella.
—Mi hija será mi heredera, no necesita el título de princesa —refutó Bastian; él no quería a su nena lejos de casa.
— Es algo que no está en tus manos. Siendo una princesa, tendrá más beneficios; podrá tener el título de archiduquesa sin tener que casarse. Además, las clases solo las tomará durante un año. — El emperador no venía a hablar de ese tema, pero aprovechó la ocasión.
— Es un honor. — Dijo Margaret emocionada. Aunque ese título la tenía un tanto nerviosa, no quería que su hija repitiera su mismo camino.
— No viniste solo por eso, ¿o me equivoco? — Preguntó Bastian, queriendo correr a su hermano.
— Eres muy perspicaz. Augusto, es tu turno de hablar con la archiduquesa. — El príncipe sudó frío, pero tenía que ser valiente.
— Excelencia, quiero su aprobación y bendición para comprometerme y cortejar a su doncella, Cloy. Durante el compromiso, quiero su permiso para que me permita verla. — Dijo el príncipe con seguridad.
— Estás consciente de que debes hablar con sus padres —dijo Margaret, observando al príncipe con mucha atención.
— Sus padres no me negarían su mano; por eso vengo a pedir su permiso para hablar a solas con ella. — Margaret escudriñó el actuar del príncipe y debía reconocer que tenía más valor y agallas que su hermano.
— Te voy a conceder el permiso, pero si mi doncella te rechaza, ni ella ni sus familias sufrirán consecuencias —dijo Margaret con frialdad, recordando la situación que pasó su amiga Sofía.
— Entiendo, no obligaría a ninguna señorita a estar a mi lado a la fuerza o usando trucos bajos; soy un hombre, no un cobarde —dijo el príncipe con determinación.
— Muy bien. — Margaret sonó una campanilla y Fermín apareció.
— Mi señora, ¿necesita algo?
— Lleva a su alteza a la habitación de Bianca; allí está cloy, ellos hablarán a solas.
Fermín guió al príncipe. No creía correcto que el príncipe hablara a solas con la joven, pero respetaba el buen juicio de su señora. Sabía muy bien que ella no haría nada que pusiera en riesgo a su doncella y conocía muy bien el carácter audaz de Cloy.
Cuando el príncipe entró a la habitación, Cloy estaba cerca de la cuna admirando a Bianca. El príncipe se sonrojó al ver la imagen tan tierna.
—Señorita Cloy, el príncipe quiere hablar con usted. —Fermín se retiró y Cloy saludó conforme a la etiqueta.
—Saludos a su alteza, el primer príncipe del imperio. —dijo Cloy, haciendo una elegante reverencia. Ella había estado con su señora durante cuatro años y no quería avergonzarla, por eso sus modales eran perfectos.
— Señorita Cloy, desde el primer momento en que mis ojos tuvieron el privilegio de ver su belleza, mi corazón quedó prendado por usted. Quisiera que aceptara mis intenciones de cortejarla —dijo el príncipe, sonrojado hasta las orejas.
— Alteza, yo no sé qué decir —respondió Cloy, abrumada por la confesión del príncipe.
— Milady, no me subestime por mi edad. Sé que soy joven, pero mis sentimientos son sinceros. Déme una oportunidad —Cloy se quedó pensando; su corazón estaba acelerado por tales palabras. El príncipe era tan caballeroso y romántico.
— Alteza, acepto su pedido de cortejo, pero no quiero que mis padres lo sepan, ya que presionarían para que me case de inmediato —dijo Cloy, un tanto alarmada. Su madre sería la primera en obligarla a que le dijera al príncipe que se casara de inmediato.
— No se preocupe, por el momento será un secreto entre los archiduques y mi padre; no quiero que su seguridad se vea comprometida. — Cloy se volvió más roja que su cabello, lo que le resultó tierno al príncipe, quien se acercó a ella, tomó un mechón de su cabello con cuidado y lo besó, lo que hizo que ambos se avergonzaran.
— Vendré cada día a visitarla —dijo el príncipe con seguridad. Después, se retiró casi corriendo, por la vergüenza, esperando no haber asustado a su rubí.
Padre e hijo se retiraron, pero Margaret estaba interrogando a su doncella; quería saber si todo estaba en orden.
— ¿Estás segura de aceptar su cortejo? —El príncipe era menor que Cloy, pero a lo mejor ella se sintió presionada por su estatus.
— Nunca había escuchado palabras tan lindas que llegaran a mi corazón —dijo Cloy, suspirando sonrojada, con ambas manos en su pecho.
— Si es así, estaré ahí para lo que necesites. Recuerda que cuentas con mi apoyo. — Cloy asintió repetidas veces; ella aún seguía suspirando por esas dulces palabras.
El emperador dejó a su hijo en el palacio, tomó a su fiel paloma y, escondiéndola en una caja, partió rumbo al palacio del Duque Mesellanas.
😅😅😅
Cambio de nombres: Margaret en lugar de Mónica
1- tendrá el testimonio en tiempo real de las víctimas del depravado conde.
2- despertará a la realidad de todo lo que el Emperador ha hecho por su pueblo, en especial las mujeres.
3- tendrá la posibilidad de ayudar a esas chicas con sus habilidades de sanadora.
Tal vez así entienda que el amor que el Emperador siente por ella es real, puro y sincero; desde siempre y para siempre.