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Conquistando El Paraíso

Conquistando El Paraíso

Status: En proceso
Genre:Acción / Amor prohibido / Amor-odio
Popularitas:1.8k
Nilai: 5
nombre de autor: J. Dylan Smith

¿Romperías las reglas que cambiaron tu estilo de vida?

La aparición de un virus mortal ha condenado al mundo a una cuarentena obligatoria. Por desgracia, Gabriel es uno de los tantos seres humanos que debe cumplir con las estrictas normas de permanecer en la cárcel que tiene por casa, sin salidas a la calle y peor aún, con la sola compañía de su madre maniática.

Ofuscado por sus ansias y limitado por sus escasas opciones, Gabriel se enrollará, sin querer queriendo, en los planes de una rebelión para descifrar enigmas, liberar supuestos dioses y desafiar la autoridad militar con el objetivo de conquistar toda una ciudad. A cambio, por supuesto, recibirá su anhelo más grande: romper con la cuarentena.

¿Valdrá la pena pagar el precio?

NovelToon tiene autorización de J. Dylan Smith para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Lo que oculta Scarlett

Odio cuando tocan la puerta como si fueran a derrumbarla, y odio más que sea mi madre la que en este justo momento lo esté haciendo. O sea, ¿¡Qué voy a hacer!? El cuarto está hecho un desastre, hay escombros por todos lados, me sangran los labios, el afiche de Scarlett J ríe a carcajadas y un tremendo, ¡tremendo! Hoyo descansa en mi pared.

—¡Gabriel! —grita— ¡Abre la puerta o tendré que abrirla yo!

Sacudo mi cabeza, aún estoy aturdido. Merodeo en la habitación con el miedo en las nalgas. Lanzo mi cuerpo sobre la cama y comienzo a golpearla con mi cabeza. Las manos arropan mis mejillas y las frotan para calmar las angustias. ¿Qué diré? ¿Qué le digo a esa loca que toca mi puerta?

O sea, de todas las veces que yo estuve en un real peligro, dando volteretas en el monopatín, caminando de lado a lado hasta altas horas de la noche, cuando quizás algún asesino pudo matarme... Todas esas ocasiones en las que pude morir y mi mamá ni pendiente, para que ahora, en plena cuarentena, cuando estoy más seguro que las herencias de los presidentes, ¿se le ocurra mortificarse por mi vida? ¡No!

Ese maldito virus ha sacado el lado peor de mi madre y de todo mundo. Balanceo mis rodillas y miro el afiche de Scarlett, bueno, al menos ella sí parece confiar en mí con su silencio. Bajo de la cama y me quito la camisa  para limpiar mis labios ensangrentados y barrer los escombros hacia al closet. El celular yace olvidado frente a mis pies, y por desgracia tiene la pantalla quebrada. Perfecto, otra excusa que inventarle a mi mamá. Lo oculto en mi escritorio y revuelvo las cosas para encontrar algunos clavos. Por suerte, Brilla dejó su martillo en mi habitación.

Clavo  el afiche a la pared con unos buenos martillazos y el hoyo desaparece de mi vista. Mi madre ya no toca la puerta, para mí que no pudo con las dudas y la mortificación y partió a buscar las llaves. La imagino recorriendo todos los espacios del apartamento, revolviendo platos y libros porque siempre olvida donde las pone. Y esta vez, al menos según el sonido del llavero que escucho aproximándose, las ha conseguido más rápido que nunca.

Ella logra desbloquear el cerrojo y  se adentra histérica en la habitación.  Me encuentra de espaldas al afiche, sonriendo.

—¡Qué está pasando aquí, jovencito! —me regaña, y yo volteo para regalarle una sonrisa.

—Es que tenía este afiche de Scarlett J y quise ponerlo para darle algo de ambiente a mi habitación —quizás sea la excusa perfecta o la entrada directa al infierno, y por infierno me refiero a un castigo realmente jodido.

Ella inspecciona cada esquina, cada rincón, y se detiene detrás del closet. Noto que en la última rendija pueden verse los escombros que oculté. ¡Diablos! Ojalá no se le ocurra abrirlo.

—Escuché un ruido muy fuerte y pensé que te había pasado algo —camina un poco hacia atrás, sin voltearse, y juro por Scarlett, que tocó un pedazo de escombro con su sandalia.

—Eh, pues ya sabes a qué se debe —digo riendo y rascando mi cabeza, y luego señalo el afiche.

—¿Qué te pasó en el labio? —diablos ¡Se dio cuenta! Me toca la mejilla y me produce un dolor intenso—, traeré alcohol.

—¡No!  Está bien, solo estaba metiendo el clavo cuando sin querer lancé muy para atrás la mano.

—¿Me estás tomando el pelo? —duda—. ¿Y de cuándo acá te gusta poner afiches de mujeres en tu habitación? Pensé que te gustaban los monopatines... ¿Por qué no uno de esos afiches con chicos andando en un monopatín?

Vale, es un grave que tu propia madre dude de tus preferencias, y más cuando apunta a tus gustos sexuales. Seguramente piensa que soy Gay, porque para decir que yo prefiero poner afiches de monopatines en vez de chicas... pero ¡a mí ni siquiera me gustan los afiches!

—Mamá, por favor, ¿no sabías que me gusta la viuda negra?

—Nada de novias que son viudas.

—No mamá, me refiero a la película de "la viuda negra", la que protagoniza S.J.

—¿Acaso te estabas masturbando?

—¡Mamá! —Masajeo mi nuca y aguanto la respiración para enrojecerme—. Ya deja de insinuar esas cosas.

—Estabas haciendo mucho ruido —susurra—: A esta hora duermen los vecinos.

O sea, ¡ellos descansan todo el día! ¿Quién se puede cansar cuando pasa todo el día en su casa? Para ser sincero, creo que nada más yo.

—Vale mamá, solo intento distraerme de alguna manera.

—Todo estará bien mientras te quedes en casa y obedezcas lo que dice la lista —ella lanza sus pactos no tan indiscretos.

—Sabes que nunca violo tu ley —creo que ahora las gemelas me han dado la oportunidad de romperla.

—Y espero que así sea hasta que la cuarentena termine.

Mi mamá se acerca, y se acerca, y se acerca mucho a mí, y luego me aparta y se aproxima al afiche. ¡Ay por Dios! Lo toca, lo examina, y creo que va a quitarlo de su sitio. Los dedos me hierven y de pronto me como las uñas.

¡Ojalá no se le ocurra levantarlo!

Nunca rezo, pero ahora mismo le estoy implorando a los santos. Empiezo a sudar frío. Siento ardor terrible en mi estómago, es como si un torbellino se enrolla mis tripas y las estira como goma de mascar. Estoy jodido si ella se percata del hoyo que se oculta detrás de Scarlett.

¡Diablos espero que no!

Lo palpa y mi alma, la misma que me concedió Asha, se retuerce. Se voltea y mis dientes se agrietan. Ella frunce el entrecejo y, especulando que me descubrirá, contemplo la idea de martillarme la cabeza. Para ser honesto, prefiero eso a que me castigue.

—Vale... —dice y yo sigo sudando como el queso frito— ¿Qué Scarlett no tenía el pelo rubio?

Respiro profundo y rio, y ella se sorprende. Luego sacude la cabeza, mirándome como si fuera un estúpido.

¡Eso estuvo muy cerca!

—No mamá —le explico—, en esta película ella lo lleva de rojo.

—Ah —ella replica la risa—, ya. Bueno, es que no soy una fan de esas películas de superhéroes. Prefiero las de vampiros.

—Está bien mamá —sonrío, deseando que se largue de mi habitación.

—Te quiero hijo —dice de pronto, e intenta abrazarme. No lo logra porque yo me alejo. ¡Odio que mi mamá me abrace!—. Pensarás que soy una maniática, pero todo lo que hago es por tu bien.

Como si fuera cierto. O sea, el bien mío es pasear con Asha y Brilla por las calles de la ciudad mientras decimos groserías, no estar encerrado todo el día en veintidós paredes, si es que realmente hay veintidós paredes este apartamento. Aun así, no me conviene contradecirla. Me gusta que piense que sigo sus reglas, que soy fiel a su bendita lista, que no hay un hoyo en la pared y que nunca en mi vida he visto a unas gemelas igual de locas (al menos eso espero) que yo.

Sí, mientras ella confíe más en mí, yo podré usar sus descuidos para entrometerme en lo que sea que estén planeando las hermanas de la habitación de al lado.

—Yo también te quiero mamá —exagero—, Y lo sé, eres mi ángel guardián y te prometo que cumpliré tus reglas al pie de la lista.

—Lo sé hijo, lo sé —sus ojos brillan—. Y tu padre también lo sabe.

Frunzo la nariz y las tripas arden cuando escucho la mención de mi padre. Evito el recuerdo y me limito a no decir nada. Creo que está llorando porque se seca las cejas demasiado aguadas con los dedos. Inhala y su nariz suena como el moquillo de los cerdos, y luego me da unas palmadas en el hombro. Tal vez estoy siendo muy idiota, pero yo también sufro mucho.

¡Muchísimo!

Al fin mi madre sale de la habitación recordándome que no haga nada de ruido y que no abuse mucho de la imagen de Scarlett, ja. Me lanzo sobre las almohadas y hago un angelito en las sábanas. Miro el afiche, y con la visión de rayos X (imaginaria por supuesto) puedo ver lo que hay más allá. Tal vez Asha me mira cuidadosamente, con ganas de pasar a este lado del hoyo y no sé... ¿Matarme?

Ay Asha, ¿Qué planeas? ¿Qué planea tu hermana? ¿Qué planean tú y tu hermana y todos los que también están metidos en lo que sea que están planeando? Vale, las dudas me matan muchísimo, ¡mucho más que las ganas de salir a la calle! No retiro las pupilas del afiche en ningún instante, porque sé que en cualquier momento esas gemelas volverán a entrar.

¡Y ojalá sea pronto!

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Aracelys Maria
Estoy enamorada de esta historia, espero con ansias la próxima actualización ☺️.
Aracelys Maria
Me recuerda muchísimo a la época de pandemia. Muchos jóvenes se sentían igual. Fue duro.
Aracelys Maria
Que alivio, se salvó por poco jejeje.
Aracelys Maria
Ay Dios, corre jajaja 🤣
Aracelys Maria
OMG jajaja 😅
Aracelys Maria
Soy madre, pero no soy así con mis hijos 🤭
Aracelys Maria
jajajaja me encanta Asha
ᴍᴏᴛʜᴇʀ ᴍᴏᴛʜᴇʀ🖤
Esto será adictivo 🤩
Diamond
Cada vez que veo que no hay actualizaciones nuevas, ¡siento un vacío en mi corazón! 😩💔
J.Dylan Smith: Te comprendo, por eso, la actualización de esta obra será más recurrente. Abrazos ☺️.
total 1 replies
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