Bruna es una mujer luchadora que enfrenta un dilema: invertir en su carrera sin descuidar a su hija Melissa, y vive el gran desafío de ser madre soltera.
Daniel Colatto, heredero de la mayor constructora del país, reacio a los niños y al matrimonio, ve su vida marcada al conocer a una persona que cambia sus convicciones y su destino...
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Capítulo 20
Daniel:
después de que Bruna se fuera, me giro hacia Melissa
— ¿Y ahora qué vamos a hacer?
— Ir a tu casa.
— Nuestra casa, todo lo que tengo será nuestro, mío, tuyo, de tu madre y quién sabe de tus futuros hermanitos.
Ella sonríe y yo también sonrío al pensar que hace un mes atrás detestaba a los niños y ahora tengo una hija y estoy pensando en los próximos.
— Vamos mi amor, tenemos un final de la tarde y parte de la noche para divertirnos.
Ahí es cuando recuerdo que no le he comprado la sillita, tendré que pensar en ello en el futuro, comprar una sillita para que vaya segura en el coche, pero fue conduciendo con cuidado ya que no tenía otra solución y en cuanto llegamos a casa dejé mi pasta encima de la mesa. Entonces me agaché a su altura
— Antes de nada tengo una sorpresa para ti, te voy a cerrar los ojitos ¿confías en mí?
— Confío en ti, papá.
Entonces le tapo los ojos con mi corbata y la agarro de la mano llevándola hasta la puerta de la habitación, le digo que cierre los ojos ella sola que yo le voy a quitar la corbata, solo cuando le quité la corbata me di cuenta de que realmente confiaba en mí porque ni siquiera tuvo curiosidad por parpadear, siguió con los ojos cerrados hasta que le pedí que los abriera y no tuvo otra reacción que
llevarse la mano a la boca y mirar todo a su alrededor.
— ¿Un cuarto de Frozen para mí?
— Es todo tuyo, mi princesa, pensé que te gustaría un cuarto así, ¿ahora mi casa está preparada para recibir a una niña?
No me responde, solo se me tira encima y me llena de besos por la cara agradeciéndomelo, nunca. Había sido emotivo, pero recibir un amor tan puro me emocionó mucho.
— Te mereces esto y mucho más, mi amor, te prometo que a partir de hoy no te va a faltar de nada ni a ti ni a tu madre, todo lo que necesiten yo voy a estar aquí para ustedes.
La dejé disfrutando de la habitación y fui a la cocina a hablar con Juana para que preparara una merienda más sana, ya que solo había comido comida rápida durante el día, y pedirle también que le diera un baño antes de irse, pero no podía abusar mucho de Juana. Así que tengo que pensar en contratar a una niñera para que me ayude con su cuidado, a Juana no le importó cuidarla ya que se hicieron muy amigas cuando fue a casa de Bruna a cuidarla por la noche el día de la entrega de premios, Juana se fue dejándola limpia y la cena lista así que cenamos y nos pusimos a ver la película y después de terminar empezamos a ver la tal serie sobre la princesa Sofía, hasta que fue una historia muy bonita, el rey viudo con dos hijos pequeños se casó con la mujer humilde y también viuda con su hija pequeña para cuidar y los cinco formaron una familia, cuando ella empezó a hablar de hermanitos indagué y acabamos comentando en tener una casa más grande fue cuando Bruna llegó diciéndome que no hiciera los caprichos de ella, pero para decir la verdad lo que más quería era eso hacer todos sus caprichos para que fuera feliz y nunca más tuviera que recordar que un día tuvo privaciones y así que la dejamos en la habitación Bruna me llevó al salón
— Mi amor, no es que no quiera que llenes a mi hija de regalos, pero siempre hemos vivido con lo que yo podía proporcionarle, ella ya está acostumbrada, va a acabar deslumbrándose con esta vida, tengo miedo de que crezca con valores equivocados, lo mejor que puedes hacer por ella es amarla y protegerla. Eso ya lo haces.
— Está bien, mi amor, no vamos a discutir por esto, yo nunca he tenido que pasar por privaciones ni limitarme y tener que esperar por algo que deseara, por eso es difícil para mí ver a mi hija querer algo y yo no dárselo, pero te prometo que voy a mejorar y aprender a ser un padre moderado, pero ahora quiero ser un amante nada moderado, quiero verte gritar y enloquecer de placer
— Proposición tentadora la tuya, no sé si debo aceptarla.
— No tienes elección, estás intimada a tener una noche llena de amor, placer y mucha lujuria, te voy a hacer disfrutar hasta ver las estrellas.
— Así me convenciste, me encanta ver las estrellas.
Pero es lógico que cumplí con mi autopromoción y la dejé rendida y exhausta, dormía tranquila en mi pecho, yo estaba demasiado feliz para dormir, mi hija en la habitación de al lado y mi mujer en mis brazos y cuando estaba a punto de dormir escuché golpes en la puerta
— Papá.
Era Melissa, entonces me aparté lentamente de Bruna y me puse una bata y abrí la puerta y fui hasta ella.
— ¿Qué pasa, princesita?
— He soñado.
— ¿Qué has soñado? ¿Y por qué tienes esos ojitos rojos?
— Que me dejabas en mi casa y no volvías más, no me quiero ir, quiero quedarme contigo y con mamá, la madrina nos puede visitar.
La cogí en brazos y fui al salón, no quería que Bruna se despertara.
— Nunca te voy a dejar, mi amor, soy tu papá, mírame, si tu madre quiere no os vais a ir más, pero no hay que pelear ni enfadarse con tu madre si quiere esperar un poco más para estar juntos para siempre, es ella la que decide, pero no importa si vivís aquí o no, yo nunca os voy a abandonar, mi Mel y tu madre es mi abejita que te trajo a mí.
— ¿Me prometes que no me vas a dejar?
— Te lo prometo, ahora vuelve a dormir que vamos a levantarnos temprano para hacerle un desayuno a mamá y tú te vienes con nosotros a la empresa ya que no vas a estudiar más en ese colegio.
Entonces la vuelvo a coger en brazos y la pongo a dormir y me quedé a su lado hasta que por fin se durmió, pensé que está traumatizada con todo lo que pasó en ese colegio y tiene miedo de que la deje pero la certeza que tengo es que no puedo estar más lejos de ella ni de Bruna las dos ya son mi familia, y tiene razón no se pueden ir.