— Mami, estás viva. — Sus ojos verdes igual a los míos me hacen sobre saltarme, imposible. No puede ser, esté niño es...
— Byron. — Podría reconocer esa voz en cualquier lugar. La tengo gravaba en mi memoria cómo si fuera mi maldita canción favorita.
— Papi, encontré a mamá. — Estaba a unos metros del hombre que ame por más de una década, el hombre de 1.87, cabello negro, ojos grises azulados, hombros anchos, labios sexis y rostro apuesto. El era la definición de perfección.
¿Alguna vez le han regalado flores a un hombre? Yo si. Es el que está frente a mí en éste momento.
Lo recuerdo de niño, ¿cómo no me dí cuenta antes? Quizás por qué has estado luchando por olvidar todo de el. Así que no notaste que el pequeño aquí es su viva imagen. Contestó mi voz interior.
— Aléjate de mi. — Ordene a al mocoso. Mi voz antes normal se volvió fría.
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¿Será mi inseguridad?
Suspiré y tome mi Uber. Me pase todo el camino viendo por la ventana. Hasta que llegue a mi destino.
— Belleza ya era hora de que llegaras. — No me acostumbró a el y sus palabras dulces. Algo en mi interior me dice que no es sincero.
¿Será mi inseguridad?
¿O el está escondiendo algo?
— Hola Joseph.
— No seas tan formal. Llámame Jos.
— ¿Cuál es tu juego Joseph? — La duda paso en sus ojos. — ¿Me estás usando cómo conejillo de indias? ¿Soy un experimento para ti? — De repente me puse agresiva.
— No entiendo de que estás hablando.
— De esto. Llevamos más de dos años en la misma universidad, pero de la noche a la mañana surge esté interés repentino por mi. ¿Cuál es tu juego?
— No estoy jugando, Mi interés no surgió de la noche a la mañana.
— Hace una semana estabas con una chica. Y ahora estás aquí coqueteando conmigo, ¿qué debo pensar?
— Salía con ella para llamar tu atención.
— Es estúpido lo que dices.
— No lo es. Yo quise acercarme más de una vez, siempre te observé por la ventana, tus ojos clavados en tus cuadros te hacían ignorarme por completo, era cómo si estuviera perdida en tu propio mundo. Tomé el valor una vez y no mostraste interés. Luego llegó ese tipo y supe que tenía competencia, qué debía actuar antes de que el te ganará.
— No soy un trofeo.
— No. No quise decir eso. Me estás entendiendo mal. Yo...
— Ahórrate tus explicaciones. Salir contigo fue un error. No quiero nada contigo. Por favor déjame en paz. — Me di la vuelta, no se que me pasó, no sabía si quería decir eso, lo único que sabía era que no quería revivir mi corazón. No quiero que resurja de las cenizas y me lo rompan de nuevo. Me he mantenido soltera 21 años, y realmente he estado bien. No necesito un hombre que venga a alterar mi mundo. Y Joseph haría eso.
... Luke.
Todavía estoy sorprendido por lo que sucedió. Me enojo que mi hijo llamara bruja a mi madre, se que no lo hizo con mala intención. Pero nadie ofende a mi familia, Lidia cruzo un límite, no entiendo cómo puso las cosas al revés y me hizo quedar cómo el villano.
Así me siento últimamente, me siento cómo el villano de esta historia, Lidia me ignora, no ve mis esfuerzos por llevarnos bien. No ve que quiero tener una buena relación con ella por mi hijo. Y después de esta mañana dudo que algo mejore. Todo está empeorando.
Me deje caer en la silla de mi oficina. Cuándo decidí cambiarme de ciudad no imaginé que pasaría por todo esto. Mi hijo mejoró, es cierto, antes de que Lidia apareciera se la pasaba deprimido todo el tiempo, siempre extrañando a Layla, siempre anhelando tener a su madre con el.
No pensaba ir a la exposición de ese día. No conocía el trabajo de la artista y francamente no me interesaba, sólo fuí porque la invitación decía que la artista iba a donar la mitad de lo recaudado a un asilo de ancianos. Habían fotógrafos en el evento, últimamente sólo habían noticias amarillistas de mi, vi ese evento cómo una oportunidad para que los medios dijeran cosas buenas. Compré dos cuadros al azar y me ocupe de que la gente lo viera. Mientras caminaba mi hijo desapareció de mi lado, desde la muerte de Layla el no se separaba de mi. Decía que tenía miedo de perderme también, no entendí por qué se había apartado hasta que lo vi abrazando a Lidia. Ella estaba intentando razonar con el, no estaba siendo agresiva hasta el momento en que me vió. En ese momento su semblante tranquilo cambio, fue reemplazado por esa mirada cargada de odio. Esa que no me ha quitado en todo el tiempo que hemos vivido juntos.
Quizás me pase de iluso al pensar que ella estaba fingiendo, pensé que a los pocos días sería la Lidia molesta y acosadora de siempre, pensé que ella tomaría la oportunidad para seguir detrás de mi.
Qué equivocado estaba. Ella me superó, está enamorada de un hombre tan rico y poderoso cómo yo, sus gustos no cambiaron.
Después de fracasar conmigo se busco un hombre que le resolviera la vida. Probablemente ya está haciendo planes de casarse y ser muy feliz con el.
¿Eso te molesta? La odiosa voz en mi cabeza pregunto. Negué. ¿Por qué me molestaría? Yo amo a Layla, mi corazón siempre será de ella. Lidia nunca será la mitad de importante de lo que fue su hermana.
... Lidia.
Ha pasado una semana desde la última conversación con Joseph. El ha intentado hablar conmigo, pero ha chocado con la pared.
Alguien dígame lo que debo hacer.
¿Le doy una oportunidad al mujeriego?
¿Me arriesgo a salir lastimada?
¿Me arriesgo a que mi felicidad dependa de una persona que no puedo controlar?
El amor no se trata de controlar a la otra persona. Cállate voz interior, no quiero escucharte.
De verdad me siento esquizofrénica. Ahí viene el causante de mis pensamientos tormentosos.
Mejor desaparezco.
— Tu vas a dejar de evitarme. — Joseph me acorraló.
— Invades mi espacio. — Lo empuje, gran error, no se movió un sólo centímetro, mis manos en sus pectorales sirvieron para darme cuenta de lo duro que estaba. El gimnasio si que es útil.
— Todo estaba bien entre nosotros. ¿Por qué decidiste que no merezco una oportunidad? — Desde mi perspectiva nadie la merece, y no, no es por qué me sienta la octava maravilla del mundo, no soy la chica más deseada de la universidad, ni siquiera me considero una belleza, la razón principal es que nadie merece una chica rota.
— Creó que yo soy la que no merece una oportunidad contigo.
— ¿Qué?
— No soy lo suficientemente buena para ti. — Me miró sorprendido.
— ¿Estás siendo sincera en éste momento? — Seguí viendo la impresión en su rostro. Creó que también tiene una impresión equivocada de mi.
— Hay muchos corazones sanos a tu alrededor. Busca uno de esos y deja de luchar por alguien que se está muriendo. — Tuve una cita con el, y si esa es su verdadera personalidad merece algo mejor que yo.