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Complejo De Amigos

Complejo De Amigos

Status: Terminada
Genre:Completas / Harén / Maltrato Emocional / Malentendidos / Dejar escapar al amor / Juego del gato y el ratón / Mujer despreciada
Popularitas:3.3k
Nilai: 5
nombre de autor: valeria isabel leguizamon

son amigos de la infancia se quieren como hermanos pero ella siente algo más que una amistad ¿un amor no correspondido por él?

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capitulo 8

Amelia se levantó temprano al día siguiente, aunque apenas había dormido. La confrontación con Stiven había dejado cicatrices profundas en su corazón, pero lo que más la había herido no era solo lo que él había dicho, sino cómo su madre, Patricia, había intentado justificarlo. La idea de que Stiven seguía pensando que tenía derecho a controlar su vida la hizo sentir más sola que nunca. Lo peor de todo era que, a pesar de todo lo que había pasado, su madre aún no la entendía.

Cuando Amelia bajó a la cocina, ya sentía la tensión en el aire. La mirada de su madre estaba cargada de reproche, y el ambiente en la casa parecía estar impregnado de una incomodidad que Amelia no podía soportar más.

— Amelia, necesitamos hablar — dijo Patricia, sin rodeos, cuando la vio entrar. — ¿Cómo puedes tomar esas decisiones sin hablar conmigo antes? Stiven solo se preocupa por ti, y tú... no lo entiendes.

Amelia se quedó en silencio por un momento, mirando a su madre fijamente. Ya no podía seguir aguantando más la situación. La sobrecarga de emociones de los últimos días había colapsado cualquier intento de paz en su interior.

— ¿Qué quieres que haga, mamá? — dijo, su voz quebrada pero firme. — ¡Stiven ya no es mi amigo! ¡Y tú sigues tratando de forzarme a estar cerca de alguien que solo me hace daño! ¡Él me desprecia, y tú sigues defendiendo lo que no tiene defensa!

Patricia se levantó, frustrada, y dio unos pasos hacia ella.

— ¡No es así, Amelia! ¡Él te quiere! ¡No entiendes lo que está pasando! Él siempre ha sido tu amigo, y todo esto está pasando porque tú lo estás alejando. ¿Cómo puedes ser tan testaruda?

Amelia sintió que la rabia le subía por el pecho. Ya no podía escuchar más. Lo único que deseaba era salir de esa casa, alejarse de todo y no ver a nadie más.

— ¡Ya basta! — exclamó, las lágrimas empezando a asomar en sus ojos. — ¡No quiero estar aquí! ¡No quiero escuchar más!

Patricia se quedó allí, sorprendida y sin saber qué decir, mientras Amelia salía rápidamente de la casa, sin mirar atrás. Ni siquiera se detuvo para recoger su bolso. Solo quería escapar de la angustia que la estaba ahogando.

Caminó sin rumbo, con el corazón acelerado y la cabeza llena de pensamientos confusos. No sabía adónde ir, ni qué hacer. El día estaba nublado, y el aire frío parecía reflejar su dolor interno. Todo lo que conocía, toda su vida, parecía desmoronarse a su alrededor.

Después de unos minutos, se dio cuenta de que estaba cerca del parque donde solía encontrarse con Axel. No era la primera vez que se sentía perdida y él la había ayudado. Con una mezcla de desesperación y algo de esperanza, Amelia decidió buscarlo. Tal vez, solo tal vez, él podría ofrecerle algún tipo de refugio, aunque solo fuera por un rato.

No pasó mucho tiempo antes de que lo viera sentado en una banca, mirando al horizonte. Axel, que estaba acostumbrado a su actitud confiada y desinteresada, la miró y se levantó rápidamente al verla acercarse.

— Amelia, ¿qué pasa? — preguntó, notando la expresión angustiada en su rostro.

Amelia no pudo más y, sin pensarlo, se lanzó a sus brazos. Sentía que necesitaba escapar de su propia vida, alejarse de las peleas y las expectativas que le imponían. Axel la abrazó, sorprendido pero también preocupado.

— ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estás tan alterada? — preguntó, tratando de calmarla.

Amelia se apartó un poco, limpiándose las lágrimas con la mano, y comenzó a hablar, entre sollozos.

— Mi mamá y yo... discutimos. Todo está mal, Axel. No sé qué hacer. No quiero volver a casa. Me siento atrapada... Stiven me sigue haciendo daño, y mi mamá no lo entiende. No sé si puedo soportarlo más.

Axel la miró en silencio, entendiendo el dolor que llevaba dentro. Sabía que Amelia necesitaba un lugar donde pudiera estar en paz, un refugio donde las voces y las tensiones no la ahogaran.

— Si necesitas estar lejos de todo, puedes quedarte en mi casa — dijo Axel con suavidad, sorprendiéndola. — Mi familia no está aquí por unos días, así que tienes todo el espacio para ti. Puedes quedarte el tiempo que necesites.

Amelia lo miró, sorprendida por su oferta, pero también aliviada. No tenía a dónde más ir. Axel siempre había sido una presencia constante, aunque al principio no entendiera su comportamiento. Ahora, sentía que tal vez él podía darle algo que su familia no podía: comprensión.

— ¿Estás seguro? — preguntó, dudosa pero agradecida. — No quiero ser una carga.

— Claro que sí — respondió Axel con una sonrisa. — No lo eres. Ven, te llevaré a casa.

Axel la condujo hacia su coche, y el trayecto estuvo marcado por el silencio, pero esta vez, un silencio que no estaba cargado de tristeza. Amelia sentía que por fin estaba tomando el control de su vida, aunque fuera solo por un momento.

Cuando llegaron a la mansión de Axel, Amelia se sorprendió al ver la magnitud de la casa. Aunque no era ajena a la idea de que Axel venía de una familia adinerada, no se había imaginado que viviera en un lugar tan grande y lujoso. La entrada principal era imponente, con un jardín perfectamente cuidado que rodeaba la casa. Axel la condujo a través del vestíbulo, que parecía más una galería de arte que un simple recibidor.

— ¿No te impresiona? — bromeó Axel, notando la mirada sorprendida de Amelia.

— Es... impresionante — respondió Amelia, aún atónita.

— Bueno, no tengo muchas personas con las que compartir este lugar — comentó Axel, guiándola hacia una sala cómoda con sillones y una chimenea. — Mi familia viaja mucho, así que tengo todo este espacio para mí solo. Aquí podrás relajarte.

Amelia se sentó en uno de los sillones, todavía sin creer lo que estaba pasando. Axel la miró con una sonrisa tranquila, como si quisiera asegurarse de que se sintiera cómoda.

— ¿Qué quieres hacer? — le preguntó, sentado frente a ella.

Amelia, que aún no lograba asimilar la magnitud de la situación, suspiró profundamente. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que podía relajarse. Era extraño estar en un lugar tan diferente a su hogar, pero algo en la amabilidad de Axel la hacía sentir que, por fin, estaba en un lugar seguro.

— Solo quiero descansar. No tengo ganas de hacer nada. Solo... estar en paz por un rato.

Axel asintió y se levantó para dejarla en paz. A medida que se alejaba, Amelia miró a su alrededor y se dio cuenta de que su vida había dado un giro inesperado. Aquella mansión, el dinero de Axel, su generosidad... Todo eso parecía un mundo paralelo, pero, por primera vez en mucho tiempo, Amelia sintió que estaba donde necesitaba estar.

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Bettzi Iseth Nieto Peralta
dale consistencia a ésta novela, solo veo a un bravucón y a una pendeja. y no tengo ni la mínima idea del porqué son así
valeria leguizamon: son así porque cuando el se dio cuenta de que siente algo por ella comenzo alejarse poco a poco se explica en los primeros capítulos
total 1 replies
Bettzi Iseth Nieto Peralta
uff, que molesta es ésa protagonista. busca testigos, a tus amigas, que le expliquen a tu mamá todo lo que Stiven te hace
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