Josiane no quería estar allí, pero se vio obligada a ir a terapia debido a las reglas del refugio en el que vive.
Patrícia, su psicóloga, estaba acostumbrada a tratar casos difíciles, pero nada la preparó para Josiane.
Entre la ética y el amor ¿cuál prevalecerá?
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Capítulo 18
Decimocuarta sesión
Patricia estaba sentada, observando a Josiane con una pequeña sonrisa mientras la joven hablaba, gesticulando animadamente. Estaba más habladora este día, y eso alegraba el corazón de Patricia.
— Entonces, ¿crees que Mateus y yo nos subíamos a ese enorme árbol de mango que estaba al lado de mi primer refugio? Era tan alto que se podía ver el asilo de al lado. — Josiane rió, señalando una pequeña cicatriz en el brazo. — Pero, claro, yo tenía que ser la torpe y caerme de ahí. Así fue como me hice esta marca.
Patricia se inclinó hacia adelante, observando la cicatriz con atención.
— ¿Y Mateus? — preguntó, casi sin darse cuenta de que su voz era más suave de lo habitual.
— ¿Él? Se quedó tan desesperado que casi se cae también. Fue corriendo a pedir ayuda mientras yo reía y lloraba en el suelo. Creo que nunca me han regañado tanto como ese día. — Josiane volvió a reír, y Patricia la acompañó en la risa, sintiéndose relajada de una manera que rara vez ocurría durante las sesiones.
Por un momento, la conversación pareció demasiado natural, como dos amigas compartiendo historias. Patricia sabía que debía redirigir el enfoque, pero no quería interrumpir. Lo estaba disfrutando.
Josiane, por otro lado, notó el brillo en los ojos de Patricia y decidió arriesgarse.
— Estás tan guapa cuando sonríes así, ¿lo sabías? — dijo Josiane, en un tono desenfadado, pero con una mirada que cargaba otros matices.
Patricia se sonrojó al instante y negó con la cabeza.
— Josiane, no puedes decir esas cosas... No es apropiado. — Intentó sonar firme, pero su voz vaciló ligeramente.
Josiane se inclinó ligeramente hacia adelante, con una sonrisa pícara en los labios.
— ¿No puedo o no quieres escucharlo?
Patricia desvió la mirada, sintiéndose increíblemente vulnerable. Sabía que debía reprender a Josiane de forma más contundente, pero, en el fondo, había algo en ella que disfrutaba de este juego.
— Basta, Josiane. Hablo en serio. — Pero la fuerza de sus palabras no coincidía con el rubor de su rostro.
Josiane esbozó una pequeña sonrisa y se recostó en la silla, cruzando los brazos.
— Está bien, paro... por ahora. — El tono provocador seguía ahí, pero pronto desapareció, sustituido por algo más serio. — Pero, Patricia, ¿puedo preguntarte una cosa?
Patricia la miró, dudando.
— Depende de la pregunta.
Josiane respiró hondo, sus ojos buscando los de Patricia con una intensidad que la dejó sin aliento.
— ¿Sientes algo por mí?
La pregunta flotó en el aire como una bomba a punto de estallar. Patricia sintió que su corazón se aceleraba, pero intentó recuperar el control.
— Josiane, esto es... completamente inapropiado. Soy tu terapeuta.
Josiane bajó la mirada, pareciendo avergonzada.
— Lo sé. Y por eso me siento mal. Porque pienso en ti todo el tiempo, Patricia. — Su voz salió temblorosa, pero sincera. — Sé que está mal, pero es un sentimiento puro. No es algo que pueda controlar.
Patricia cerró los ojos por un momento, sintiendo el peso de las palabras de Josiane.
— Esto no puede pasar. — Su voz era firme, pero llena de conflicto. — Creo que es mejor que terminemos la sesión por hoy.
Josiane se levantó lentamente, sintiéndose como una idiota.
— Está bien. Me voy. — Pero, al dar el primer paso, Patricia la sujetó por el brazo.
Por un instante, se quedaron ahí, paradas, tan cerca que podían sentir la respiración la una de la otra. Patricia no sabía lo que estaba haciendo, pero el deseo y la emoción eran más fuertes que cualquier regla en ese momento.
— Patricia, ¿qué estás...? — Empezó a decir Josiane, pero fue silenciada cuando Patricia la atrajo hacia sí, y antes de que pudiera contenerse, la besó. No fue un beso tímido o vacilante, sino lleno de deseo y emoción reprimida. Josiane respondió inmediatamente, sus brazos rodeando a Patricia, como si ese momento fuera algo que ambas necesitaban desesperadamente.
Pero, tan rápido como comenzó, Patricia se apartó, jadeando, con los ojos muy abiertos y llenos de culpa.
— Esto ha sido un error. — Su voz era casi un susurro, pero cargada de una desesperada firmeza. — Esto nunca debería haber ocurrido.
Josiane se quedó en silencio, aún procesando lo que acababa de suceder. Dio un paso atrás, intentando buscar alguna respuesta en el rostro de Patricia, pero todo lo que encontró fue confusión y miedo.
— Patricia...
— Vete, Josiane. Ahora. — Patricia desvió la mirada, incapaz de mirarla a la cara.
Josiane dudó, pero obedeció. Salió de la habitación, dejando a Patricia sola con sus pensamientos, emociones y un caos que parecía imposible de controlar.