"Fantaseo Con Esas Curvas" es una novela que narra la historia de un hombre que, a pesar de los estereotipos y las normas sociales, se enamora perdidamente de una mujer con sobrepeso. Alejandro, un joven exitoso y atractivo, ha pasado toda su vida rodeado de mujeres delgadas y "perfectas" según los cánones de belleza establecidos. Sin embargo, un día conoce a Sofía, una mujer con curvas generosas que cautiva su corazón desde el primer momento. A medida que su relación avanza, Alejandro debe enfrentarse a sus propios prejuicios y a la presión de su entorno, que no entiende cómo puede estar enamorado de alguien que no encaja con los ideales de belleza tradicionales. Sofía, por su parte, lucha por aceptarse a sí misma y superar sus inseguridades, mientras descubre que el amor verdadero puede encontrarse en los lugares más inesperados.
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Capitulo 6
Sofía
-Yo también me alegro -respondo, sintiendo cómo el calor de su cuerpo me envuelve por completo.
Permanecemos abrazados por unos instantes que se me antojan eternos. Es como si en ese momento nada más importara, como si sólo existiéramos él y yo, en un mundo aparte donde las inseguridades y los miedos no tienen cabida.
Finalmente, Alejandro se separa de mí lentamente, manteniendo sus manos sobre mis hombros y observándome con esa mirada intensa que hace que me sienta desnuda ante él.
-¿Cómo has estado? -pregunta, con una sonrisa cálida.
-Bien, bien -respondo, esforzándome por mantener la calma-. Ocupada con el trabajo, ya sabes.
-Me alegro de oír eso -asiente él, sin apartar sus ojos de los míos-. Y dime, ¿has tenido algún plan interesante para este fin de semana?
La pregunta me toma por sorpresa. La verdad es que no tengo nada especial planeado, más allá de las tareas habituales del hogar y tal vez alguna que otra salida con amigos. Pero la forma en la que Alejandro me mira y la expectativa que parece reflejar en su rostro, me hacen intuir que tal vez tenga algo más en mente.
-Pues... no, nada en especial -confieso, sintiendo cómo un leve rubor se apodera de mis mejillas-. ¿Por qué lo preguntas?
Alejandro esboza una sonrisa enigmática y, sin soltarme los hombros, me guía suavemente hacia una de las mesas del café.
-Bueno, es que tengo una propuesta que hacerte -dice, mientras nos acomodamos frente a frente.
Mi corazón comienza a latir con fuerza en mi pecho. ¿Una propuesta? ¿Acaso se estará refiriendo a...? No, no puedo hacerme ilusiones. Seguramente será algo relacionado con nuestra amistad, nada más.
-Te escucho -respondo, intentando mantener la calma.
-Verás, me he estado preguntando si... -Alejandro hace una pausa, como si estuviera buscando las palabras adecuadas-. ¿Te gustaría que fuéramos de viaje este fin de semana?
Abro los ojos con sorpresa, sin poder creer lo que acabo de oír. ¿Un viaje? ¿Juntos? Siento que el corazón se me va a salir del pecho en cualquier momento.
-¿De... de viaje? -balbuceo, sin saber muy bien qué decir.
-Sí -asiente él, con una sonrisa tímida-. Tengo una cabaña en las montañas, a unas horas de aquí. Pensé que sería un buen lugar para pasar un rato agradable, lejos de la rutina y las distracciones de la ciudad.
Mis ojos se abren aún más, si es que eso es posible. ¿Una cabaña en las montañas? Eso suena como el escenario perfecto para una romántica escapada. Pero, ¿realmente está Alejandro proponiéndome algo así?
-Yo... no sé qué decir -confieso, sintiéndome repentinamente abrumada.
Alejandro se inclina ligeramente hacia mí, y puedo ver reflejada en su mirada una mezcla de esperanza y nerviosismo.
-Me encantaría que aceptaras -dice, con voz suave-. Podríamos pasar un fin de semana relajado, disfrutando de la naturaleza y de la mutua compañía. Prometo que no habrá presiones ni nada que te incomode.
Su tono de voz, así como la sinceridad de sus palabras, logran tranquilizarme un poco. Sé que puedo confiar en Alejandro, que jamás intentaría forzarme a hacer algo que no quisiera.
Aún así, no puedo evitar sentir cierta aprensión. Pasar un fin de semana a solas con él, en un entorno tan íntimo, es algo que se me antoja demasiado pronto. Apenas si hemos tenido algunos momentos de cercanía física, y temo que este viaje pueda acelerar las cosas más de lo que estoy preparada para afrontar.
-Alejandro, yo... -comienzo a decir, buscando las palabras adecuadas-. Aprecio mucho tu invitación, en serio. Pero... ¿no crees que es demasiado pronto para algo así?
Él me mira con atención, sin rastro de enojo o decepción en su expresión. Por el contrario, parece entender perfectamente mis dudas y temores.
-Tienes razón, Sofía -asiente, con una sonrisa paciente-. No quiero presionarte ni hacerte sentir incómoda. Si prefieres que sigamos conociéndonos aquí, en la ciudad, lo entiendo por completo.
Siento cómo una oleada de alivio me inunda. Alejandro está siendo tan comprensivo y respetuoso conmigo, que no puedo evitar sentir una inmensa gratitud hacia él.
-Es sólo que... -continúo, buscando las palabras adecuadas-. Todavía me cuesta un poco confiar plenamente en alguien, ¿sabes? Después de tantas decepciones, me da miedo volver a salir lastimada.
Sus ojos se llenan de una ternura que me deja sin aliento. Lentamente, extiende su mano sobre la mesa y entrelaza sus dedos con los míos, provocando que una descarga eléctrica recorra todo mi cuerpo.
-Lo entiendo, Sofía -murmura, acariciando suavemente el dorso de mi mano-. Y créeme, no tengo prisa. Sé que ganarme tu confianza llevará tiempo, pero estoy dispuesto a esperar lo que sea necesario.
Siento cómo una calidez indescriptible se apodera de mi pecho. Las palabras de Alejandro parecen transportarme a un mundo en el que no existen los prejuicios ni los miedos, un mundo en el que puedo ser yo misma sin temor a ser juzgada.
-Gracias -susurro, con la voz ligeramente entrecortada-. Gracias por entenderme y por ser tan paciente conmigo.
Él me regala una sonrisa luminosa, apretando suavemente mi mano entre las suyas.
-No tienes por qué agradecerme, Sofía -dice, con esa mirada que parece querer atravesar hasta lo más profundo de mi alma-. Eres tú quien me ha enseñado que vale la pena esperar por algo verdaderamente especial.
Siento cómo mis mejillas se sonrojan ante sus palabras. Es increíble cómo Alejandro tiene la capacidad de hacerme sentir tan valiosa y única, incluso con los gestos más simples.
Durante el resto de la tarde, continuamos charlando y riendo, perdidos en una burbuja que parece aislar al mundo a nuestro alrededor. Hablamos de nuestros sueños, de nuestras ilusiones y de aquello que nos motiva a seguir adelante.
Mientras ellos sean felices, los demás les resbale.