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EL APRENDIZ DE LA MUERTE

EL APRENDIZ DE LA MUERTE

Status: Terminada
Genre:Completas / Escena del crimen / Leyenda sangrienta / Casos sin resolver
Popularitas:3.4k
Nilai: 5
nombre de autor: José Luis González Ochoa

Haniel Estrada un hombre de 22 años lleva 1 año de aprendiz para detective su más anhelado sueño.

Cuando creía que todo iba a ser de lo más normal, empieza a recibir pistas que lo llevan a lugares extraños para solamente quedar en shock al descubrir cadáveres de mujeres adolescentes o jóvenes.

¿En que tipo de juego macabro estará involucrado y por qué a sido el el elegido para jugarlo?

NovelToon tiene autorización de José Luis González Ochoa para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

LA MUERTE FALSA

Haniel se subió a su automóvil y arrancó el motor. Se dirigió a la funeraria donde se había celebrado el funeral de su padre, Marco. Mientras conducía, observaba la destrucción de la ciudad a su alrededor. Edificios abandonados, calles llenas de basura y gente sin hogar. La ciudad había cambiado mucho desde la última vez que la había visto.

Al llegar a la funeraria, Haniel se sorprendió por su aspecto descuidado. La pintura se estaba descascarando, las ventanas estaban sucias y el jardín estaba lleno de maleza. Parecía que nadie se había preocupado por mantenerla en buen estado.

Haniel apagó el motor y se bajó del automóvil. Se acercó a la puerta principal y la abrió. Dentro, el aire estaba lleno de polvo y olía a muerte. Haniel se estremeció.

Un hombre de unos 60 años con una mirada triste lo recibió. "¿En qué puedo ayudarte, joven?" preguntó.

"Estoy investigando sobre el funeral de mi padre, Marco", dijo Haniel. "Me dijeron que había muerto en un accidente de coche hace 10 años".

El hombre asintió. "Sí, recuerdo ese funeral. Fue un día muy triste".

"¿Puedes contarme más sobre ese día?" preguntó Haniel.

El hombre se miró alrededor nerviosamente antes de responder. "No debería decir esto, pero... no había nada en el ataúd".

Haniel se sintió como si hubiera recibido un golpe. "¿Qué quieres decir?"

El hombre se encogió de hombros. "Quiero decir que fue un funeral falso. El ataúd estaba vacío".

Haniel se sintió mareado. "¿Quién te pagó para hacer esto?"

El hombre se miró alrededor nerviosamente de nuevo antes de responder. "Un abogado. Me dio una dirección y me dijo que hiciera todo esto. Me pagó bien, pero... no sabía que era una mentira".

Haniel se inclinó hacia adelante, ansioso por saber más. "¿Cuál es la dirección del abogado?"

El hombre sacó un papel de su bolsillo y se lo dio a Haniel. "Es la dirección de su oficina. Pero ten cuidado, joven. No sé qué está pasando, pero... no me gusta".

Haniel se sintió molesto y frustrado. Estaba a punto de llamar a la policía para que investigara todo esto, pero el hombre continuó hablando.

"Lo siento, joven. Lo siento mucho. Estoy a punto de morir y no quiero tener más pecados en mi vida. Quiero librarme de todo esto antes de irme".

Haniel se detuvo un momento. Algo en la voz del hombre le hizo creer que estaba diciendo la verdad.

"¿Por qué me lo estás contando ahora?" preguntó Haniel.

El hombre se encogió de hombros. "No quiero llevarme este secreto a la tumba. Quiero que alguien sepa la verdad".

Haniel asintió y se guardó el papel en el bolsillo. "Gracias por contarme la verdad".

El hombre asintió. "Lo siento, joven. Lo siento mucho".

Haniel se fue de la funeraria con más preguntas que respuestas. ¿Qué había pasado realmente con su padre? ¿Y quién era ese abogado? Estaba decidido a descubrir la verdad.

Haniel se dirigió a la oficina del abogado, ubicada en un edificio de lujo en el centro de la ciudad. Al llegar, se acercó a la recepcionista y le mostró su placa.

"Buenos días, soy el detective Haniel. Estoy investigando a un asesino en serie y necesito hablar con el abogado que trabaja aquí", dijo con una sonrisa amable.

La recepcionista se sorprendió y miró nerviosamente a su alrededor antes de responder.

"Un momento, por favor. Dejaré que el abogado sepa que está aquí", dijo y marcó un número en su teléfono.

Unos minutos después, un hombre de unos 50 años con un traje caro salió de una oficina interior.

"Soy el abogado Thompson. ¿En qué puedo ayudarle, detective?" preguntó con una mirada de desinterés.

"Gracias por recibirme, abogado Thompson. Estoy investigando a un asesino en serie y tengo razones para creer que puede tener información importante sobre el caso", dijo Haniel.

El abogado Thompson se encogió de hombros.

"No tengo tiempo para este tipo de cosas. Tengo mucho trabajo que atender", dijo.

Haniel sonrió amablemente.

"Entiendo. Pero le advierto que si no coopera conmigo, tendría que ir por una orden del juez para registrar estas instalaciones y obtener la información que necesito. Y eso podría ser muy inconveniente para usted y sus clientes", dijo.

El abogado Thompson se frustró visiblemente y miró a Haniel con una mezcla de ira y miedo.

"Está bien, está bien. Pase. Cancelaré mis citas y responderé a sus preguntas", dijo finalmente.

Haniel sonrió y se dirigió a la oficina del abogado, listo para obtener las respuestas que necesitaba.

Disculpa el error. Aquí te dejo la narrativa completa:

Haniel se inclinó hacia adelante, su mirada intensa y persuasiva. "Abogado Thompson, tengo información que sugiere que usted fue el responsable de los gastos funerarios de mi padre, Marco Estrada. También tengo razones para creer que el funeral fue falso y que mi padre está vivo".

El abogado Thompson se sorprendió, su rostro pálido. "No sé de qué está hablando", dijo.

Haniel sonrió. "No juegue conmigo, abogado. Tengo la evidencia clara de que usted está involucrado en esta farsa. Puedo arrestarlo ahora mismo y llevarlo a la comisaría para empezar una investigación más profunda sobre todos los casos en los que ha estado haciendo cosas ilegales. Perdería su carrera, perdería sus clientes, lo perdería todo. Inclusive podría terminar tras las rejas".

El abogado Thompson se frustró visiblemente, su rostro rojo de ira y miedo. "¿Qué quiere que haga?" preguntó, su voz temblorosa.

"Quiero que me diga la verdad", respondió Haniel, su mano todavía sobre la funda de su arma. "Quiero que me cuente todo lo que sabe sobre Marco Estrada, sobre su falso funeral, sobre todo lo que usted hizo para fingir su muerte".

El abogado Thompson se miró alrededor nerviosamente, como buscando una salida. Pero sabía que no había escapatoria. Finalmente, asintió con la cabeza.

"Está bien", dijo, su voz apenas audible. "Le diré todo lo que sé".

Haniel se sentó de nuevo en su silla, su mirada fija en el abogado. "Comience", dijo.

El abogado Thompson tomó una profunda respiración antes de empezar a hablar. "Marco Estrada me contactó hace unos 10 años. Me pidió que lo ayudara a fingir su muerte. Me dijo que estaba en peligro, que alguien lo estaba buscando para matarlo. Me pidió que me encargara de todos los detalles, que hiciera que pareciera que había muerto en un accidente de coche".

Haniel escuchaba atentamente, su mente procesando toda la información.

"¿Y por qué lo ayudó?" preguntó.

El abogado Thompson se encogió de hombros. "Me pagó bien. Me dio una gran suma de dinero para que me encargara de todo. Y me dijo que si alguien preguntaba, que le dijera que no sabía nada".

Haniel asintió con la cabeza. "¿Y qué pasó con Marco después del funeral?"

Haniel escuchaba atentamente, su mirada fija en el abogado Thompson. "¿Y qué pasó después de que fingieron la muerte de mi padre?" preguntó.

El abogado Thompson se encogió de hombros. "Después de que fingimos su muerte, él me dijo que me estaría pagando mensualmente una cantidad considerable para que siguiera con esta farsa y que la alimentará lo más posible", respondió.

Haniel asintió con la cabeza. "¿Y cómo se benefició usted de este trato?" preguntó.

El abogado Thompson sonrió. "Gracias a todos esos pagos muy elevados, yo pude conseguir este edificio y todo el prestigio que tengo hoy en día", dijo.

Haniel frunció el ceño. "¿Y nunca se le ocurrió que estaba protegiendo a un asesino?" preguntó.

El abogado Thompson se encogió de hombros nuevamente. "Yo la verdad no le creí nada de que alguien no estaba buscando para matarlo. Más bien, creo que él fue el que mató a alguien y quería desaparecer para seguir con sus planes", dijo.

Haniel sacudió la cabeza. "Pero sabía que meterse con un asesino era peligroso", dijo.

El abogado Thompson asintió. "Sí, se miraba que yo no era el tipo de víctimas que él quería para su vida", dijo.

Haniel se levantó de su silla, frustrado y con una mirada de desprecio hacia el abogado Thompson. "Sí, sabes todas las muertes que pudiste haber prevenido, ¿verdad? Por haberlo ayudado, él ha seguido matando a muchachas, a jóvenes. Actualmente, tienen secuestrada a una muchacha y a una niña. Eres un gran estúpido", dijo con ira.

El abogado Thompson se encogió de hombros, asustado. "Por favor, no me haga daño", suplicó.

Haniel se acercó a él, su voz baja y amenazante. "Pero como te prometí, haré como que nunca supe nada de ti. Pero con una última condición", dijo. "Y sé que la sabes, porque me estás diciendo que has estado en contacto con él todo este tiempo. Quiero que me pases la dirección de su casa".

El abogado Thompson tembló, pero finalmente asintió con la cabeza. "Está bien, está bien. Le daré la dirección", dijo.

Haniel sonrió, su mirada aún llena de ira. "Si voy y no es la correcta, o me estás engañando, créeme que te vas a arrepentir. Porque te estoy haciendo el favor de no decir nada de lo que has estado haciendo o qué hayas hecho", dijo. "Ahora, dame la dirección".

El abogado Thompson le pasó la dirección a Haniel, quien la tomó con una mirada seria. "Por última vez, te advierto", dijo. "Si a mis oídos llega cualquier rumor de que tú estás metido en algo ilegal, créeme que vas a pagar. Mírame como si yo fuera Jesús, estoy aquí para librarte de tus pecados. Pero a partir de ahora, todo lo que hagas de aquí en adelante puede ser tu fin".

Haniel se levantó de la silla, su mirada fija en el abogado Thompson. "No te equivoques, no te equivoques", repitió.

Y con esto, salió de la habitación, con la dirección que le había dado el abogado rumbo a la casa de lo que él se suponía que era donde vivía su padre, Marcos el psicópata, el asesino en serie.

Haniel se sintió un poco más cerca de la verdad, un poco más cerca de encontrar a su padre y de hacer justicia. Pero sabía que el camino sería difícil, que habría obstáculos y peligros en el camino. Pero estaba dispuesto a enfrentarlos, estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para encontrar a su padre y para detenerlo.

Con la dirección en mano, Haniel se dirigió hacia la casa, su corazón latiendo con emoción y su mente llena de preguntas. ¿Qué encontraría allí? ¿Estaría su padre realmente allí? ¿Y qué pasaría cuando lo encontrara?

Después de un largo trayecto rumbo a la dirección que había conseguido, Haniel salió de su auto con su arma en la mano, caminando rumbo a la puerta. La oscuridad empezaba a notarse, la tarde se estaba acabando y los últimos rayos de luz desaparecían.

Cuando estaba unos metros de llegar a la puerta principal, su móvil sonó espantándolo un poco. Al responder, su madre Monserrat le hablaba desesperada y lloraba al mismo tiempo, diciéndole que una mujer había estado en casa y que había secuestrado a Sofía, que ella había intentado protegerla con su arma pero que no pudo hacer nada, que la mujer la golpeó con la culata y quedó un poco herida, pero que estaba segura de que se trataba de Marcos.

Haniel, frustrado, estaba a punto de salir de aquella ubicación rumbo a la casa de su madre, mientras le decía por teléfono en dónde se encontraba, pasándole la dirección. Después de esto, colgó la llamada.

En eso, alguien salió y abrió la puerta principal de la casa. Era una mujer un poco mayor de unos 50 años.

"Detente, Haniel", dijo la mujer. "Lo estaban esperando. Por favor, entra a la casa si no quieres que alguien muera".

"¿Qué pasa? ¿Qué quieres?", preguntó Haniel, asustado.

"Entra y lo verás", respondió la mujer, sosteniendo una pistola semiautomática. "Suelta tu arma y entrégamela".

Haniel dudó por un momento, pero finalmente decidió entrar. Al llegar a la puerta, la mujer le quitó su arma y la guardó en su cintura.

"Ahora, entra", dijo la mujer, empujándolo hacia el interior de la casa.

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