Su nombre es Mia Velasquez, ella justo a dos amigas había habían viajado a una hermosa isla en el mediterráneo remota, con una cultura impresionante aunque desconocida para muchos, lo más atractivo de ese lugar es que aún existía la monarquía.
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Capítulo 07.
- Es que debo irme lo siento otro día te llamo-Se levanto de su silla para acercarse a la mesa de Mia.
- Pero si no te di mi número-Le grito la chica enojada, pero a él no le importo. Román lo seguía de cerca.
Cuando la invito a bailar y ella acepto. Quiso besarla ahí mismo pero no quería apresurarse tenía que hacerlo bien. Fue tan suertudo cuando la dejaron sola en la disco y aquella pelea. Luego irse al motel, donde estuvieron juntos.
Después de pasar una noche maravillosa con Mia quería despertarla volver a poseer su alma, su corazón, su cuerpo otra vez, pero en cambio consiguió la cama vacía, la busco pero no la halló. Después de vestirse y bajar, le pregunto a la recepcionista le dijo que había llamado un taxi temprano y no dejo ningún recado para él.
Se sintió molesto y decepcionado que se fuera así como lo hizo, si con entregarse tan apasionadamente hubiese cometido un crimen y debía huir.
Ninguna mujer le había hecho tal desplante, al contrario de las varias mujeres con quien compartió su cama, todas despertaban felices en sus brazos pero tampoco deseo a ninguna mujer como Mia tanto para buscarla por meses sin éxito alguno.
Volvió abrir los ojos regresando al presente y encontrarse solo en la biblioteca, debía verla de nuevo.
A la mañana entrante, Mia estaba en su trabajo más calmada, tomo la decisión de que nunca le revelaría a Sebastián sobre la existencia de Julie, aunque tenía derecho de saberlo.
Ese día Frank no fue al trabajo porque tuvo que ayudar a su mamá en unos asuntos del local, lo necesitaba en su lado en ese momento de su compañía. Se sobresalto el teléfono era la línea directa de su jefe.
- Puedes venir un momento, Mia- Le dijo después de colgar.
Fue hacia la oficina, ahí estaba su jefe con un hombre sentado a sus espaldas.
- Dígame jefe, ¿para qué me necesita?- Sonrió.
- Yo no, más bien el príncipe que quiere hablar contigo.
Sebastián se puso de pie dándose la vuelta y Mia dejo de sonreír, su corazón latía a millón.
- Hola Mia - La voz ronca y seductora de Sebastián, estremeció todo el cuerpo de Mia.
- Los dejo para que hablen, Príncipe.
- Gracias, Francisco-El papá de Frank salió de la oficina.
- ¿Qué haces aquí?-Le pregunto asombrada de su presencia- ¿Cómo averiguaste que trabajaba aquí?
- Conozco al hijo de Francisco solo fue cuestión de preguntarle sobre ti, me dijera que eras su empleada.
- Yo no quiero hablar contigo, así que adiós- Abrió la puerta pero Sebastián la cerró de nuevo.
- No te vas de aquí hasta que hablemos pero puedes empezar diciéndome ¿por qué te fuiste? ¿Acaso te arrepientes por lo que paso entre nosotros?
- Si- Mintió-Por eso me fui así esa mañana, no quería volverte a ver.
- Mientes, no te creo-Riéndose con cinismo.
- Sino me crees ¿para qué me preguntas?-Molesta.
- Porque quería saber hasta donde puedes llegar, yo se que tú disfrutaste de esa noche tanto como yo-Acercándose más a ella pero Mia retrocedía.
- Yo quería olvidar esa noche de mi cabeza, fue un gran error.
- ¿Error? No lo creo, sabes lo que pienso que tienes miedo.
- Yo no tengo miedo-Mintió de nuevo.
- Claro que si, miedo a lo que sentiste por mí, por eso huiste-Se acerco a ella, la tomo de los brazos, Mia lo miro a los ojos con temor. Sebastián había adivinado y se sintió vulnerable.
- Por favor, Sebastián. Suéltame, puede entrar alguien-Asustada, estaba a punto de besarla, ella lo ansiaba desesperadamente pero la soltó.
- Tienes razón, este no es el lugar para esto. Estaré de viaje por dos semanas cuando regrese quiero verte, y no quiero que trates de huir de mi, porque a donde vayas voy a encontrarte- Se acerco a la puerta le dio un pequeño beso en la boca, ella cerró los ojos y Sebastián sonrió-Tranquila pequeña, prometo darte más de eso cuando vuelva-Rozando con su dedo la mejilla de Mia, salió de la oficina.
"Que se cree, es un patán y engreído" molesta consigo misma mas que todo por están débil en sus sentimientos.
Ya en su apartamento, termino de bañarse a ella y a su hija. Trato de sacarse a Sebastián de su cabeza y queriendo olvidar sus palabras.
Al rato llego Frank, se sentó con Mia había traído comida china.
- Mi papá me comento que el príncipe estuvo en la empresa y hablo contigo ¿Qué te traes con él?-Por su tono parecía estar celoso.
- Pues nada, solo quería hablar conmigo por unos proyectos que tenia. Me pidió asesoría, eso es todo- Mintió, ante aquella pregunta tan incómoda.
- Hmm, está bien. Con razón mi papá esta tan contento, admito que me pone algo celoso verte con el príncipe-Bromeo.
- No deberías estarlo, a mi ese príncipe no me gusta-Mintió de nuevo, ella lo sabía si no le fuese gustado nunca se hubiese acostado con él.
Luego de comer, ya el reloj marcaba las diez de la noche, Frank se despedía de Mia en la puerta.
- Buenas noches Mia, que duermas bien.
- Buenas noches, dulces sueños- Frank se le acerco tomo el rostro de Mia entre sus manos, la beso apasionadamente pero ese no tenía comparación a los de Sebastián.
Por otra parte, El príncipe.
- Hazlo, lo que te pido. Necesito que me averigües todo lo que necesito para cuando regrese-Le dijo a la persona con quien hablaba por teléfono.
Camino por el gran pasillo para dirigirse a su habitación, pero cambio de opinión se desvió al de su abuelo. Era la gran puerta del fondo.
- ¿Abuelo?- Dijo en voz baja no sabía si dormía, los últimos días estaba un poco delicado de salud luego de su operación en el corazón, como no escucho respuesta iba a salir de la habitación.
- Sebastián, nieto mío. Ven-Dijo el anciano con gran dificultad en la voz.
- Pensé que dormías ¿Cómo te sientes?
- Mejor, espero pronto podre levantarme de esta cama.
- Lo harás, ya verás que si- Sebastián se sentó en la silla cerca de la cama-Mañana salgo de viaje para Paris sobre las negociaciones de los barcos.
- Me alegro hijo-Tosió, se recostó más en la cama-Casarte con Helen va ser una bendición para nosotros, su padre es generoso de vendernos esos barcos de Kingston en buen precio.
- Lo sé, aunque no sienta nada por ella-Le recordó con amargura.
- No tienes que quererla, es por lo que ambos reinos podemos hacer. Se la vida loca que llevas y todas esas mujeres con quien has estado enredado.
- ¿Cómo sabes tú eso?-Sorprendido con lo que decía su abuelo.
- Puedo estar postrado en esta cama pero sé lo que pasa con todos los miembros de mi familia quiero lo mejor para ti, Sebastián. Y cuando te cases, vas a heredar todo. Pero eso no quiere decir que tengas que serle fiel a tu esposa, puedes seguir llevando la vida que tienes lo único que te pido es que no me falles en ser un buen Rey para tu pueblo.
Sebastián no se esperaba todas esas palabras de su abuelo y de que estuviera de acuerdo que tuviera otras mujeres mientras este casado. Aunque estaba seguro que su abuelo le importaba más que cumpliera sus obligaciones como Rey que cualquier otra cosa.
Se fue a su habitación a dormir pero su mente seguía presente Mia esa mujer no salía de sus sueños desde hace meses, de nuevo deseaba estar con ella desde que la vio en el baile, haría lo que fuese para tenerla.
Una semana y tres días después.
Mia seguía su relación con Frank que iba de lo mejor, Frank es muy cariñoso con Julie, ella lo quería y él a ella. Ahora más que nunca estaría segura de darse una oportunidad en el amor y sacarse a Sebastián de una vez de su cabeza.
Iban al cine, a la playa, a cenar juntos a todas partes, agarrados de la mano y besándose mientras pasean a Julie, se sentía sumamente feliz con las dos personas más importantes de su vida Julie y Frank.
- Gracias por llevarnos de paseo a la playa, a Julie le encanto mucho conocer el mar-Luego de acostarla en su cuna profundamente dormida.
- Si, es una niña maravillosa y no tienes que agradecerme, me encanta verlas felices-Se acerco y le dio un beso.
- Te quiero Frank- lo abrazo cariñosamente.
- Yo muchísimo a ti-La beso de nuevo, se volvió más intenso- Quiero quedarme contigo esta noche-Tocando su cabello-Claro si tu también quieres.
"Que rayos Mia, no tienes nada que perder" se dijo así misma.
- Si, quiero-Dijo con seguridad esta vez lo beso a él, lo guio hasta su habitación, ambos se desvistieron.
Se acostaron en la cama entre besos y caricias, se había entregado a otro hombre, Sebastián se quedo despierta, mientras Frank la abrazaba de espaldas, no podía negarlo fue genial pero no se sentía del todo completa.
Así siguieron los cuatros días siguientes, su novio que quedaba de noche con ella en la habitación quería aprender amarlo, como él la amaba a ella.