Leya es obligada por su madrastra a casarse con el hijo de los Foster, Edgar.
El joven de 33 años se esconde del mundo después del engaño de su futura esposa.
Sin embargo Leya descubre la verdadera identidad de Edgar...
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13:¿ Un nuevo Edgar?
Edgar y Leya pasaron la noche juntos. Edgar durmió abrazado de Leya y ni sintió cuando ella se había levantado en la mañana.
Cómo un ratón, Leya ya se había puesto la ropa y había bajado a la cocina a hacer el desayuno.
Estaba fritando los huevos en la sartén cuando sintió como se le ponía la piel de gallina. Los brazos de Edgar,la rodearon y Leya sintió cómo el besaba su hombro.
—Vayamos de compras—dijo-.
Leya se sorprendió.
—¿Cómo dices?
Edgar hundió su cara en su hombro por un momento y Leya siguió cocinando. El se apartó en silencio y se apoyó en la mesa.
— Necesitas ropa. Eres mi esposa, necesitarás estar elegante para trabajar en la empresa.
Leya se giró hacia él, mirándolo.
— ¿Qué? Yo no voy a trabajar en la empresa. Tal vez ayer no he ido pero tengo un trabajo y ya iba a salir después de desayunar.-se quejó -.
Edgar se cruzó de brazos.
— No es una opción. Tienes que quedarte conmigo,Querías trabajar, ¿no? Irás conmigo a la empresa y te irás cuando yo me vaya.
Leya quedó en silencio unos segundos.
luego se dirigió hacia la mesa con los dos platos.
—¿Qué? ¿Irás a la empresa?
Edgar le agarró el brazo al momento en qué dejó los platos. La atrajo hacia sí y la besó.
— Lo pensé mientras intentaba quedarme dormido de noche. — puso los mechones de Leya detrás de la oreja — no te diste cuenta porque estabas ocupada diciendo mi nombre en sueños.
Leya se sonrojó.
—¿Hablé en sueños?
El sonrió:
— Oh Edgar... Así Edgar... no te detengas...
Leya lo empujó mientras que este se reía.
—Es imposible que haya dicho eso... Asqueroso... Te levantaste con ganas de hacer bromas, ¿no?
—Solo con ganas de molestarte. Ya enserio -Edgar se acercó y la abrazó por detrás- ¿te parece buena idea salir de compras? Veo qué te haría bien un poco de ropa nueva.
— ¿Qué pasa con mi ropa?
Edgar la soltó y se fue a sentar a la mesa. Mientras que Leya preparaba dos cafés.
—No pasa nada con tu ropa. Pero siendo la esposa de Edgar Foster deberías usar algo más elegante que sudaderas y jeans.. ¿Acaso tienes sólo dos pares de pantalones?
— Si. Cuando lavo uno, me pongo el otro. Se le llama ser humilde.
—Puedo ser humilde sin hacer eso. —guiñó el ojo mientras Leya le dejaba el café al lado - ¿quieres sentir mi humildad?
Leya por primera vez se rió de lo que Edgar decía.
— No gracias. Entendí a qué es lo que te referías.
Edgar sonrió mientras comía.
— Hoy te daré un día completo de mí. E iremos hacia la verdulería y dirás qué no vas a trabajar allí.
—¿Es necesario lo de trabajar en la empresa contigo?
—Si porque te quiero allí.
Leya sintió alegría porque Edgar estaba dispuesto a salir. Pero por otra parte, estaba nerviosa de que Edgar fuera un controlador y estuviera volviendo a su antigua forma.
Al acabar Edgar se limpió la boca y se paró enseguida.
— Gracias por el desayuno Leya, me iré a dar una ducha. —le clavó los ojos celestes y le dió una sonrisa traviesa - Si quieres puedes venir a darte un baño conmigo...
Ella suspiró.
—No gracias.
— Entonces lo dejaremos para otro día cariño; pero no esperes que lo olvide porque tengo intenciones de bañarme con mi mujer y aún estoy siendo muy suave contigo...
Leya observó como el se retiraba y la dejó sola. Coco la observaba a su lado.
Ella lo miró y le dijo.
— Creo qué está empezando a volverse medio loco -suspiró-.