Shopia estudiante de enfermería es engañada por su gran amor, sin querer conoce a un familiar de su ex, con quien conocerá la otra cara del amor.
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Ejercicios
Veo a una mujer, de unos veinte cinco años de edad, sentada en una plaza contemplando a su hermoso bebé, mientras cambia el semáforo. Aún no cicatriza la herida que llevo en el alma, me da odio saber que esa mujer podía ser yo con mi angelito. Cierro los ojos para revivir toda esa pesadilla y recordar que no tendré compasión a la hora de hacer pagar a aquellos que se deshicieron de mi hijo.
—¿Señorita se encuentra bien?—me pregunta mi nuevo chófer.
—Estoy bien— le contestó.
—Si necita algo, solo dígame.
—Lo haré.
Mi padre se reunió con todos sus socios, delante de ellos me haría la entrega de la presidencia. Todos pensaron que era muy joven para asumir tal puesto, pero desde que tengo memoria mis padres me enraizaron para tomar este puesto.
Mire a todos los socios, eran señores de edad de mi padre, un rostro se me hizo conocido, el padre de Diana era uno de los socios, sonreí al reconocerlo, por ahí debía empezar a jugar a las cartas.
Derek se volvió a someter a sus ejercicios de buena manera, mi belleza le cautivo y tenía una razón para sonreír, coopero más de lo acostumbrado. En ratos le ejercitaban las piernas y en rato le daban masajes en todo el cuerpo para estimular los músculos.
Eran las once de la noche cuando oyó el ruido que sin darse cuanta llevaba toda la tarde esperando oír. el sonido de mis tacones hizo que su espera terminará. En un par de segundos hizo que su silla de ruedas esté frente a mí, me sorprendió el brillo en su mirada.
—Pensé que ya dormías— le dije empujando la silla de ruedas a su cuarto.
—Saliste muy hermosa de casa que tenía miedo que no regresaras— dijo con algo de nervios.
—¿Por qué sigues con la ropa de entrenamiento?
—Hace poco terminé con los entrenamientos, quiero levantarme lo más pronto de esta silla.
—Debe ser frustrante no poder hacer las cosas por ti mismo, pero ve aún ritmo tranquilo, no vaya a hacer que te causes un estrés y eso podría empeorar.
—¿Shopia?
—Dime...
—¿Hoy puedes ayudarme a ducharme?, Matías se tuvo que ir antes por el cumpleaños de su madre, no quería retrasarlo más.
Matías era el enfermero que cuidaba de mi esposo y le ayudaba con la higiene y otras cosas más.
—Solo por hoy voy a ayudarte.
Sus extraordinarios labios festejaron con una sonrisa victoriosa, abrí el agua de la ducha para que vaya calentándose, le quite su ropa, su aroma masculino se impregnaron por mis poros olfativos, la suavidad de su piel me ponía nerviosa, mi esposo realmente era un hombre muy atractivo, los hombros anchos y esos brazos hacían que me agitara un poco. Lo senté en la silla para que el agua recorriera por su cuerpo, tome la esponja con el jabón y lo frote por su cuerpo, de pronto veo que la tristeza invade sus sentidos, me pongo frente a él y le obligo a verme porque tiene la cabeza agachada.
—¿Qué pasa?—le pregunté sin importarme qué el agua moje mi vestido.
—Shopia, por un momento enserió pensé que no ibas a volver, tuve miedo que la espera no termine. Pensé que te habías puesto hermosa para tener una cita, hice ejercicios toda la tarde para lograr dar un paso y salir a buscarte— fue lo que respondió.
—Fui a ver a mi padre, me entregó la presidencia, me estuve poniendo al día con todo el trabajo que se me viene encima. Perdón si no te lo dije antes. Mi padre tiene una gran cadena hotelera, una de las más grandes del país. No quería heredar todo eso, simplemente quería ser una chica común, estudiar y hacer mi vida fuera de toda esa responsabilidad, pero no es fácil dejar de lado esa realidad.
—Ahora entiendo por qué me trajiste aquí, y por qué tanto personal de repente, hasta guarda espaldas tenemos, mi pequeño departamento no cubría con tus necesidades.
—No lo veas desde ese punto de vista.
—Shopia, no me importa quien seas en realidad, solo no quiero que alejes de mi por favor.
—Soy tu esposa, y aquí estaré contigo.
Sequé sus lágrimas y terminé de ayudarle a bañar.
No quería que ningún momento me alejara de él, pero tenía que cambiarme también.
—Iré a darme una ducha, ¿necesitas algo más?— pregunté.
—Quiero que vuelvas después, hoy quiero dormir con mi esposa—fue su respuesta.
Desde que nos casamos solo una noche dormimos juntos, Derek ahora sentía la necesidad que estuviera a su lado. Intuía que mis heridas no iban a cicatrizar rápido y que con su ayuda sería más llevadero. Pero no sabía que mis pensamientos vagaban hacia otro rumbo. A él no quería usarlo de cómplice para derrumbar algunos muros, ni tampoco tenerlo de señuelo.
El agua transitaba por todo mi cuerpo, estaba tan relajada que no mi di cuenta de la hora, Derek al ver que no había vuelto a la habitación vino a espiarme.
—¿Qué haces aquí?, ¡me asustaste!— le dije tomando la toalla rápidamente para tapar mi cuerpo.
—¿Por qué te tapas si ya conozco tu cuerpo desnudo?—dijo intentando quitarme la toallay sonriendo.
—No tengo tiempo para tus juegos, estoy muy cansada, te voy a pedir que te vayas a dormir. Mañana temprano comienzas una nueva sesión.— le dije fríamente, mi cabeza no quería distraerse con juegos estúpidos, solo pensaba en vengar a mi hijo
—¿No dormirás conmigo?
—Ambos necesitamos descansar bien.
Derek se fue de la habitación algo confundido, no sabía donde había quedado aquella chica que una noche la conoció con tanta dulzura. Mi voz tierna se había perdido desde el día que interrumpieron la vida inocente de mi pequeño.
Repose mi cuerpo bajo las sábanas de la cama, había mandado a hacer dos habitaciones, una para mi y otra para mi esposo. Derek necitaba sus cosas propias hasta su recuperación, mi madre se opuso a tal decisión, pero al final era mi casa y yo podía hacer lo que quiera en el.
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