Esperanza es una organizadora de bodas que dejó de creer en el amor y los finales felices cuando siempre por una u otra razón sus romances perfectos acababan abandonandola en el día más importante de su vida, su boda. Sus padres le concretan un matrimonio pero quién sería su esposo escapa dejándola en el altar y en lugar de ser el hazme reír la otra familia pone en lugar de su hijo a su sobrino del cual poco se sabe pero mucho se comenta. Entre ellos habrá una loca historia, un contrato y muchos problemas. ¿Me acompañas a descubrirla?
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Capítulo 6 BURLA
...ESPERANZA...
Desgraciadamente cuando lo de Juan Cruz sucedió acabó haciendo que mi amistad con su hermana culminara también. Él siempre sería su hermano y yo no podía confiarle todo lo que sentía si no estaba segura de que se lo diría seguro a él. Acabé mintiendole diciendo que estaba muy bien cuando eso no era así.
La distancia con ella fue tanta que al cambiar mi número de teléfono jamás se lo di. Volví a verla después en compañía de una mujer que estaba esperando un bebé en un restaurant dónde me reuniría con una futura novia que había contratado mis servicios.
Intenté concentrarme en aquella clienta tan ilusionada pero ver a Juan Cruz besar los labios de aquella mujer y tocar su vientre hizo que muchos sentimientos se removieran en mí interior.
-¿Esperanza me está escuchando?- mí clienta me sacó de mis pensamientos
-Por supuesto Analía, sólo me pareció ver un viejo conocido, ¿Sabes la cantidad de invitados?- volví a mí pose profesional
-Este es el listado, son 150 confirmados y aún faltan algunos por confirmar
-Son varios definitivamente. Tienen muchos amigos y familiares- sonreí para que se relajara por la cantidad de gente que me había dicho
-Asi es- ella sonrió y después se puso un poco incómoda al ver a alguien acercarse a nosotros y pararse a nuestro lado
Aquella fragancia la conocía perfectamente. Intenté no demostrar la bronca que fluía en mí por su cinismo y cobardía.
-Esperanza, tiempo sin vernos, ¿Cómo has estado? Veo que aún no has podido cazar al indicado- Juan Cruz y su estúpido sarcasmo había venido a burlarse de mí
-Lo bueno se hace esperar, si nos disculpas estamos ocupadas Karen y yo- sonreí con hipocresía y lo invité a retirarse con diplomacia
-Disculpe bella dama, me presento soy Juan Cruz, ex de Esperanza- sonrió con coquetería y le ofreció su mano
-Lo recuerdo, es usted el canalla que la dejó esperando en el altar, que poca decencia la suya y que estupidez aparecer ahora delante de ella para presumir haberse casado, hasta su alianza es falsa- él se quedó más que sorprendido y yo aún más, ella lucía dulce y encantadora pero guardaba un gran y feroz carácter
-Usted no es quien para opinar señorita- él dijo intentando defenderse
-¿Y usted? Es un poco hombre que recién tiene los pantalones de aparecer frente a ella después de tanto tiempo. Que suerte has tenido de librarte de basuras como ésta- ella me sonrió ignorando a mí ex quien apretó los puños furioso y volvió a su lugar
-Gracias por ésto, discúlpame por éste pésimo momento- me disculpé apenada
-De eso nada, éstas cosas suceden, no debes dejar que patanes así arruinen tu día, él no te merece. No sé si lo comenté ya pero me gustarían arreglos florales blancos y lilas- siguió comentando sobre su boda soñada y yo tomando nota
Mí clienta tenía razón, no debería dejar que un patán arruine mí día ni tampoco mí vida.
Me alegré de no haber perdido aquella importante y encantadora clienta al volver a casa. Aunque mí vida amorosa fuera un gran desastre al menos eso no afectaba mí trabajo.
Pasaron unos meses cuando conocí a Ceferino un importante chef, piel morena clara, ojos color miel, labios carnosos, cabello negro azabache, 1.90 de estatura, brazos grandes y fuertes, pectorales marcados, un cuerpo precioso de gimnasio que hacía que todas las mujeres voltearan en su dirección.
Me sentí insegura cuando comenzó a coquetearme y a pedirme una cita pero era momento de abrirme a alguien más, o al menos así lo sentí.
Él era precioso, un dulce total que siempre me invitaba a su restaurant ya que no quería ir a su apartamento para evitar que las cosas entre los dos se pusieran incómodas o tal vez difíciles si es que él tenía intenciones sexuales conmigo.
Así yo no contara con experiencias íntimas con nadie sabía bien que ir al apartamento de un hombre soltero podría malinterpretarse y él querer algo que yo solo a mí esposo planeaba darle.
Él solía enviarme algún postre o aveces el almuerzo a la oficina que había instalado en el centro de la ciudad. Todo era exquisito y de a poco fui tomándole cariño y aceptando algunas salidas como amigos para conocernos más. Aveces me preguntaba si él sería el indicado para mí o no.