Sara García siempre fue la "oveja negra" de su familia, una joven callada y tímida que creció entre las humillaciones de sus padres y las burlas de sus compañeros. Mientras el resto de la prestigiosa familia García brillaba en los eventos sociales de España, Sara era relegada a las sombras, ridiculizada incluso por su propia madre, quien le repetía que jamás sería más que una chica "fea y torpe".
Pero todo cambió cuando conoció a Renata, una joven rebelde y brillante en la universidad, quien le enseñó a confiar en sí misma. Juntas, desarrollaron NeuroLink, una tecnología revolucionaria capaz de conectar mentes humanas para compartir pensamientos y emociones en tiempo real. Decididas a demostrar su valía, patentaron el proyecto en secreto y amasaron una fortuna que mantuvieron oculta para protegerse de quienes siempre las subestimaron.
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Reacciones Inesperadas
El bullicio del auditorio era casi ensordecedor mientras Sara y Renata desmontaban su stand tras la presentación. Los aplausos aún resonaban en su mente, y aunque la emoción de haberlo logrado seguía presente, Sara no podía evitar sentirse abrumada por las miradas que ahora se posaban sobre ella.
Renata, en su habitual actitud despreocupada, sonreía mientras guardaba los cables del prototipo.
—¿Viste las caras de los jueces? ¡Estaban boquiabiertos! dijo, dándole un suave codazo a Sara. Este es solo el comienzo, amiga.
Sara sonrió tímidamente, aún intentando procesar lo que acababa de suceder.
—¿Crees que les haya gustado de verdad?
Renata soltó una carcajada.
—¿Estás bromeando? ¡Les encantó! Y si no lo viste, espera a que empiecen a acercarse.
Como si Renata lo hubiera predicho, no pasaron ni cinco minutos antes de que las primeras personas comenzaran a rodearlas.
—Increíble presentación dijo una mujer que parecía ser profesora de la universidad. Su proyecto tiene un potencial enorme. ¿Han considerado buscar inversionistas?
Renata, siempre rápida con las respuestas, intervino.
—Estamos en eso. Pero primero queremos asegurarnos de que todo esté perfecto antes de presentarlo formalmente.
Sara asintió, agradeciendo en silencio que Renata tomara la iniciativa. Sin embargo, su atención se desvió hacia un grupo de estudiantes que se acercaban con miradas que oscilaban entre la curiosidad y la incredulidad.
—¿Tú hiciste todo eso? preguntó uno de ellos, un chico alto con gafas.
Sara sintió cómo su corazón se aceleraba, pero se obligó a responder con calma.
—Renata y yo lo hicimos juntas.
—Wow, nunca lo hubiera imaginado dijo otro, una chica rubia que Sara recordaba vagamente de algunas clases.
Había algo en su tono que no era del todo amable, pero Sara decidió ignorarlo. Sin embargo, no pudo evitar notar los susurros que empezaron a correr entre algunos estudiantes.
—¿Ella? ¿La hija de los García? ¿La misma que siempre pasa desapercibida?
—Sí, pero mira lo que hizo. Quizás no es tan insignificante como pensábamos.
Aunque no querían que Sara escuchara, sus palabras llegaron claras a sus oídos. Por un momento, el viejo sentimiento de inseguridad amenazó con regresar, pero se obligó a mantener la cabeza en alto.
Renata, quien también había escuchado los comentarios, le puso una mano en el hombro.
—Oye, no dejes que eso te afecte. La gente siempre va a hablar, pero hoy demostraste quién eres en realidad.
Sara asintió, agradecida por el apoyo de su amiga.
—Tienes razón. Ya no quiero esconderme.
Más tarde, mientras recogían sus cosas para irse, un hombre mayor con traje se acercó a ellas. Sara reconoció de inmediato que era uno de los jueces del evento.
—Señoritas, debo decirles que su presentación fue una de las más impresionantes que he visto en años. ¿Estarían dispuestas a venir a mi oficina la próxima semana para discutir una posible colaboración?
Renata abrió los ojos con emoción.
—¡Por supuesto que sí!
Sara, aunque aún sorprendida, logró asentir con una pequeña sonrisa.
—Muchas gracias por la oportunidad.
El hombre asintió y les entregó su tarjeta antes de retirarse. Renata apenas pudo contenerse hasta que se alejó para saltar de emoción.
—¡Sara, esto es enorme! ¿Te das cuenta? Este tipo es un pez gordo en el mundo de la tecnología. Si acepta trabajar con nosotras, podríamos llegar muy lejos.
Sara no podía evitar sentir una mezcla de emoción y nerviosismo. Todo estaba sucediendo tan rápido, pero por primera vez, no quería detenerse. Quería seguir avanzando.
Esa noche, Sara llegó a casa sintiéndose diferente. Aunque el peso de su familia seguía presente, algo había cambiado dentro de ella. Se miró al espejo y, por primera vez, no se vio como la "fea" de los García.
Se vio como una joven capaz, talentosa y lista para demostrarle al mundo lo que valía.