Lena, una joven que siempre ha sentido que es diferente, sin saber por qué. En la noche de su vigésimo primer cumpleaños, su vida da un giro inesperado cuando descubre que es la Luna destinada del alfa de la manada más poderosa de la región, un hombre llamado Aiden, conocido por su ferocidad y liderazgo implacable.Aiden, marcado por una profecía ancestral, ha esperado años para encontrar a su Luna, la única persona capaz de calmar la bestia dentro de él y traer equilibrio a su vida. Sin embargo, Lena no está dispuesta a aceptar su destino fácilmente. Mientras lucha por comprender y aceptar el vínculo que la une a Aiden, descubre que su conexión va mucho más allá del amor: está vinculada a un oscuro secreto que podría destruirlos a ambos.En medio de luchas internas, conflictos con otras manadas, y una amenaza que podría desencadenar una guerra, Lena debe decidir si está dispuesta a aceptar la marca del Alfa y el destino que le ha sido impuesto, o seguir su propio destino
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CAPÍTULO 5 EL VÍNCULO SELLADO
Aidan la miro, su expresión sería pero suave. Lena sintió su corazón latir con mucha fuerza como nunca antes lo había sentido.
Había algo en la forma que él la miraba con una intensidad en sus ojos que parecían penetrar su alma.
A pesar de todo lo que había pasado, de todas las dudas que todavía tenía, una parte de ella la parte más primitiva de ella, no podía ignorar la conexión que sentía por él.
Si pronunciar palabra Aidan extendió una mano hacia ella, y Lena, sin darse cuenta, la tomo.
En cuanto sus dedos se tocaron, una pequeña descarga electrónica recorrió todo su cuerpo, cada fibra de su cuerpo responde a su contacto con una necesidad feroz.
el aroma de Aidan, una mezcla de tierra, madera y algo que lena no podía identificar, este aroma la embriaga llenando todo sus sentidos, sintiendo que perdía totalmente el control de su cuerpo.
Aidan la atrae hacia el con suavidad, pero Lena siente la fuerza contenida en este gesto.
Su respiración se acelera mientras sus cuerpos se acercaban, en ese momento, el mundo entero se desvaneció, dejándolo a ellos dos solos en una burbuja de deseo y pasión.
— Lena...—susurro Aidan, su voz ronca por la emoción.
Lena levanta la vista hacia él, su mirada encuentra la de Aidan, en sus ojos vio el reflejo de la pasión que sentía, haciendo arder todo su interior.
Sin pensarlo, se puso de puntillas y, con una fuerza que no sabía que poseía, pone sus labios contra los de él.
El beso fue apasionado, una liberación de todo lo que habían estado conteniendo desde el momento que se encontraron.
Aidan responde con la misma intensidad, sus brazos rodean la cintura de lena, acercándola hacia él, como si temiera que ella pudiera desaparecer si la soltaba.
Lena se aferró a él, sus manos enterrándose en el oscuro cabello de aidan mientras profundizaban el beso.
El calor de su cuerpo la envolvió, y una ola de deseo la atravesaba haciendo que soltara un suave gemido escapara de sus labios.
Aidan la sintió, y con un gruñido bajo, la levanto en brazos, como si ella no pesara nada, llevándola hacia un claro en el bosque iluminado por la luz de la luna.
Cada pensamiento coherente que Lena pudiera haber tenido en ese momento se evaporó en ese instante.
Todo lo que le importa era la sensación del cuerpo de Aidan contra el de ella, la manera en que sus labios exploraban cada rincón de su boca, sentía como el fuego comenzaba arder en su entrepierna, un fuego que no podía, ni quería apagar.
Cuando Aidan la depósito con cuidado sobre el suelo cubierto de musgo, Lena lo miro con una mezcla de anhelo y deseo.
Nunca había experimentado algo tan intenso, tan abrumador.
Podía sentir a su loba, esa parte de ella que había estado dormida hasta ahora, despertando, empujándola a entregarse completamente a el.
—Eres mía, lena —murmuro Aidan, su voz una mezcla de necesidad y posesión.
Lena no podía negar lo que sentía. Era como si una fuerza más grande que ellos los hubiera unido en ese momento, como si todo lo que habían sido y todo lo que serían estaba destinado a terminar en ese momento.
Incapaz de resistirse Lena se entregó por completo a la pasión que ardía entre ellos.
Aidan la beso con intensidad que la dejo sin aliento, sus manos empiezan a recorrer su cuerpo, Aidan quita su vestido lentamente, besando cada parte de su cuerpo desnudo, cada caricia, cada roce encendía más el fuego de su loba interior, hasta que ya no pudo contenerse más.
Lena también respondió a Aidan con la misma pasión, sus labios moviéndose con los de él en una danza que no necesita palabras.
Él deseo que sentía era abrumador, una necesidad urgente la empujaba hacia él, queriendo más, necesitaba más.
Su loba, completamente despierta ahora, rugía dentro de ella, exigiendo lo que sabía que solo Aidan le podía dar.
Aidan se separó ligeramente, viendo su cuerpo totalmente desnudo, despojándose rápidamente de toda su ropa, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de lujuria y amor que hizo que el corazón de Lena se detuviera por un momento.
— Te lo advertí, Lena —murmuro él, su voz llena de promesas —.
Te lo dije que eres mía, y ahora no hay vuelta atrás.
Antes de que Lena pudiera responder, Aidan la besa de nuevo, y esta vez, no hubo más palabras, solo la necesidad pura y cruda q ambos sentían, Aidan entra lentamente en ella, sintiendo una mezcla de dolor y placer, cada movimiento hace qué ella gima, clavando sus uñas a su espalda.
Lena se aferró a el, sintiendo como las sensaciones de su cuerpo la envolvían, las embestidas de Aidan son suaves, pero su loba interna quiere más.
— Más rápido, no pares, Aidan —. Él le da lo que élla le pide, sus embestidas son rápidas y fuertes, tomándola por el cabello para besar su cuello, cada beso, cada toque, los llevaba más cerca del borde, hasta finalmente no pudo contenerse más. Lena llegando a su organismo.
Con un gruñido bajo Aidan marcó a Lena, sus dientes hundiéndose suavemente en su cuello.
Lena grita, pero no de dolor, sino de un placer inmenso que casi la hace perder el sentido haciendo que llegue nuevamente a un orgasmo intenso.
El vínculo entre ellos se selló en ese momento, una conexión tan profunda que Lena supo, sin ninguna duda, que ya no era solo ella, sino una para de Aidan también.
— Eres mía, Lena —murmuro Aidan contra su piel —. Solo mía.
Lena lo miro, su cuerpo todavía temblando por la intensidad de lo que acababa de ocurrir.
Sus ojos encontrándose con los de Aidan, y en ese momento, entendió. No solo lo que significaba para ella ser la luna de un Alfa, sino lo que significa para ella ser la luna de Aidan.
Este vínculo no era algo que pudiera rechazar, ni siquiera si lo quisiera. Estaba grabando en su alma, y ahora no podía imaginar su vida sin él.
Aidan la abrazo, sosteniéndola con ternura mientras ambos recuperaban el aliento. Ella apoyó la cabeza en su pecho, escuchando los latidos de su corazón, un sonido que la calmo y lleno de una paz que no había sentido en días.
—Eres mía—repitió Aidan, susurrando las palabras en su cabello —. Y yo soy tuya, para siempre, respondió Lena.
Lena cerró los ojos, permitiéndose disfrutar del momento, sabiendo que su vida había cambiado para siempre.
Había encontrado algo más que un vínculo con Aidan. Había encontrado una parte de ella, que nunca supo que existía, una parte que completaba todo lo que era y todo lo que sería.
Sabía que el camino hacia adelante estaba lleno de desafíos, ella sabía que no lo recorrería sola. Por qué ahora lo tenía a el, su alfa .