Enfrentando una enfermedad que amenaza con arrebatarle todo, un joven busca encontrar sentido en cada instante que le queda. Entre días llenos de lucha y momentos de frágil esperanza, aprenderá a aceptar lo inevitable mientras deja una huella imborrable en quienes lo aman
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Capitulo 1
ALIERT LEMOINE
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Me desperté con un intenso dolor abdominal. Mi cuerpo estaba empapado en sudor, y cada respiración era una lucha contra el dolor que me atravesaba. Quise gritarle a mi mamá, pedirle ayuda, pero en el momento en que intenté hablar, un punzante dolor me recorrió el cuerpo, obligándome a encorvarme sobre la cama. A duras penas logré gritar el nombre de mi hermana, y, de repente, la puerta de mi habitación se abrió de golpe.
Mis padres y Karla, mi hermana, entraron corriendo. Mi madre se acercó a mí rápidamente, colocando una mano temblorosa en mi frente. Su rostro palideció al instante.
—¡Está hirviendo! —exclamó con desesperación—. ¡Tenemos que llevarlo al hospital!
Mi papá me levantó con esfuerzo, sosteniéndome mientras intentaba no lastimarme más. Yo seguía llorando por el dolor, incapaz de contener las lágrimas. Alcancé a ver la expresión aterrada de Karla y la mirada pálida y preocupada de mi madre antes de que me sacaran de la casa.
El trayecto al hospital fue una mezcla de sollozos y murmullos urgentes. Llegamos a la zona de urgencias, y mi papá me sacó del auto mientras mi madre intentaba explicarle la situación a una enfermera que se acercó apresurada. Apenas me vio, la enfermera levantó la voz llamando a un doctor. En cuestión de segundos, me colocaron en una camilla y me llevaron al interior del hospital.
El médico, con movimientos rápidos pero precisos, realizó una revisión mientras la enfermera se quedaba con mis padres.
—Tiene casi 39 de fiebre —dijo el doctor, intentando aligerar el ambiente con una sonrisa—. Podría freírse un huevo en esta cabeza ahora mismo.
Pese a su intento de humor, no podía ignorar el dolor que seguía quemándome desde dentro. Sentí cómo insertaban una intravenosa en mi brazo, administrándome suero y un medicamento para el dolor. Poco a poco, el malestar comenzó a desvanecerse, pero una pesada niebla de agotamiento cayó sobre mí. Mi cabeza, adolorida por la fiebre, parecía hecha de plomo. Cerré los ojos, y lo último que recuerdo fue la sensación del frío suero recorriendo mis venas.
SALA DE ESPERA
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La sala de espera de urgencias estaba iluminada por luces frías que realzaban la palidez de los rostros alrededor. Los padres de Aliert llevaban casi cuatro horas esperando, entre el ruido de pasos apresurados y el sonido de monitores lejanos. El doctor Moier quien estaba atendiendo a su hijo finalmente se acerca a ellos. Con una expresión seria, y una mirada que refleja a una ligera simpatía lo llamó.
—Señores Lemoine, ¿podrían acompañarme un momento? Quisiera hablar con ustedes en privado.
Ambos padres se miran y asienten, sus rostros estaban tensos por la preocupación.
Siguen al doctor a un pequeño cubículo privado en el área de urgencias, donde el médico cerro la puerta para garantizar la privacidad.
Sentandose frente a ellos les hizo una señal para que lo escucharán.
—Primero, quiero que sepan que entendemos lo difícil que ha sido este momento. Aliert ha estado bajo observación y le hemos hecho una evaluación inicial. Pero necesito hablarles de lo que hemos encontrado.
El padre de Aliert, Thomas ,traga con dificultad, mientras la madre Camille junta sus manos con nerviosismo y preocupacion.
Mirándolos con la mirada más tranquila, continúo hablando de forma cuidadosa.
—Los síntomas que ha presentado su hijo -la fiebre alta, el dolor abdominal intenso, la falta de apetito- nos llevaron a hacerle un examen físico detallado. En ese proceso, observamos manchas amarillas en su piel y en el blanco de los ojos. Esto, junto con los otros síntomas, sugiere una posibilidad preocupante.
Con voz temblorosa la madre preguntó
— Doctor, ¿qué significa eso?
—Hay una posibilidad de que Aliert esté sufriendo un problema grave en el páncreas. Estamos considerando la posibilidad de un cáncer de páncreas, pero necesitamos realizar varios exámenes para confirmar o descartar esta hipótesis.
Los padres permanecen en silencio, procesando el impacto de la palabra "cáncer". La madre siente que sus ojos se llenan de lágrimas, mientras el padre se inclina hacia adelante, buscando respuestas en el rostro del médico.
—¿Qué exámenes... necesitamos hacer? -murmuro Thomas con la voz ahogada
Con la voz tranquila el doctor continúo hablando —En primer lugar, vamos a hacer una ecografía abdominal. Este examen es no invasivo y utiliza ondas de sonido para crear imágenes de los órganos internos, incluido el páncreas. Nos ayudará a ver si hay algún cambio anormal en el tamaño o en la forma del páncreas, que podría estar causando los síntomas.
La madre asiente lentamente, tratando de mantenerse fuerte.
—Además, realizaremos una tomografía computarizada (TC) del abdomen. Esta prueba es más precisa y nos dará imágenes detalladas en tres dimensiones de los órganos, lo que nos permitirá detectar cualquier masa o lesión que podría estar en el páncreas.
El padre respira profundamente, tratando de entender la gravedad de lo que implica cada examen.
—También necesitamos hacerle una prueba de sangre completa. Esta prueba nos permitirá revisar varios indicadores, en particular los niveles de bilirrubina. Cuando el páncreas o el hígado están afectados, los niveles de bilirrubina en sangre suelen aumentar, lo cual podría estar causando las manchas amarillas en la piel y en los ojos de Aliert.
Con la voz ahogada en llanto Camille pregunto —¿Y cuánto tiempo tomará... todo esto?
—Sabemos que cada minuto cuenta. La ecografía y la tomografía las haremos en las próximas horas, y los resultados deberían estar listos en uno o dos días. Dependiendo de los resultados, podríamos tener que hacer una biopsia del páncreas. Esta prueba implica tomar una muestra muy pequeña de tejido del páncreas, que luego se analiza en un laboratorio para determinar si hay células cancerosas.
Los padres se miran, tratando de encontrar fuerzas en el otro. La madre lucha por mantener la compostura.
Thomas miró con miedo al hombre de blanco frente a el —Doctor... ¿qué posibilidades tiene nuestro hijo?
El doctor los miro con simpatía, había visto muchos casos así, por lo que respondió lo más calmado posible —Sé que esta noticia es devastadora, pero quiero que sepan que estamos comprometidos a hacer todo lo posible por ayudar a Aliert. Estos exámenes nos darán una respuesta más clara, y, si fuera necesario, empezaremos el tratamiento de inmediato. No están solos en esto; estaremos aquí para acompañarlos en cada paso del proceso.
La madre toma la mano del doctor en un gesto de agradecimiento, mientras las lágrimas finalmente ruedan por su rostro. El doctor les da un momento para recomponerse antes de salir a coordinar los exámenes, dejándolos con una mezcla de temor y esperanza en esa pequeña sala de urgencias.
Los días pasaron rápidamente, cuando finalmente el hospital se comunicó con la familia Lemoine. La sala de consultas estaba en penumbra, el clima sombrío acentuaba la tensión en el ambiente. Camille y Thomas estaban sentados, tomados de las manos, esperando que el doctor Moier les hablara. Ya llevaban varios días desde que comenzaron las pruebas, y el miedo se había vuelto un compañero constante. Ambos sentían la urgencia de saber la verdad, aunque temían lo que estaba a punto de decirles.
—Señores Lemoine, quiero agradecerles la paciencia y fortaleza que han tenido. Los resultados de los exámenes han llegado, y necesito que escuchen con calma lo que voy a decir.
Los padres se miran, y Camille contiene un sollozo silencioso, apretando la mano de Thomas.
—Aliert tiene cáncer de páncreas. Los estudios de imagen y la ecografía han confirmado una masa en el páncreas que, desafortunadamente, se encuentra en una etapa tardía. Esto significa que el cáncer está avanzado y que necesitará un tratamiento inmediato.
Thomas cierra los ojos con fuerza, tratando de asimilar la noticia, mientras Camille no puede evitar que una lágrima escape.
—¿Qué... qué opciones tenemos?
El doctor hizo una ligera pausa mientras soltaba un suspiro —Antes de decidir el tratamiento definitivo, necesitaremos realizar una biopsia. Este procedimiento nos permitirá analizar el tipo exacto de células cancerosas y determinar con mayor precisión el alcance de la enfermedad. A partir de allí, podríamos considerar varias opciones.
Camille se seco las lágrimas y pregunto con voz llorosa —Doctor, ¿qué significa... una etapa tardía? ¿Qué tan grave es?
—En una etapa tardía, el cáncer ya ha crecido significativamente y puede haberse extendido a otros órganos. Esto hace que sea más difícil de tratar. Sin embargo, existen tratamientos que pueden ayudar a reducir el tamaño del tumor y controlar los síntomas. Dependiendo de la biopsia, hablaremos sobre quimioterapia y, si es posible, radioterapia o cirugía. Cada opción tiene sus riesgos y beneficios, y los apoyaremos en cada decisión.
Camille asiente, aunque su mirada está vacía, tratando de digerir la información. Thomas le pone una mano en el hombro, ambos sabiendo que debían encontrar fuerzas para su hijo.
El doctor continúo —Entiendo que es una noticia muy dura, y les doy mi palabra de que haremos todo lo posible por darle la mejor atención a Aliert. Sé que le han dicho que esto es solo una gripe, y pueden continuar protegiéndolo de la noticia hasta que se sientan listos. Pero quiero que sepan que él también puede necesitar apoyo emocional.
Ambos padres asienten con la mirada baja, conscientes de que pronto tendrían que hablar con Aliert.
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Días después, en la sala de su casa, Aliert está recostado en el sofá. Aunque sus padres le habían dicho que era solo una gripe, él sentía en su cuerpo que era algo más. Las náuseas y el dolor persistente en el abdomen no eran normales, y la debilidad que sentía lo agotaba cada día más.
Karla, su hermana de 15 años, estaba sentada a su lado, tratando de distraerlo con un programa de televisión, mientras Camille y Thomas se acercan para sentarse junto a ellos.
Aliert suspiro y miro a sus padres —Mamá, papá... sé que no es solo una gripe. No estoy tonto. ¿Por qué me están ocultando las cosas?
Camille y Thomas intercambian una mirada, sorprendidos por la madurez de Aliert. Camille toma una bocanada de aire y se acerca, sosteniendo su mano.
—Aliert, te dijimos que era una gripe porque no queríamos preocuparte demasiado... Pero tienes razón, esto es algo más serio.
Mirando a su madre preguntó con voz temblorosa —¿Es cáncer, verdad? O ¿Es algo más?
Karla, quien había estado sentada en silencio, suelta una pequeña exclamación y sus ojos se llenan de lágrimas.
Thomas miró a su hijo mientras tomaba su mano —Sí, hijo. Es cáncer. Pero estamos haciendo todo lo posible por ayudarte a vencerlo. Vamos a empezar el tratamiento muy pronto.
Aliert asiente, tratando de procesar la gravedad de lo que siempre había sospechado. Observa a su familia, viendo el dolor en sus ojos.
Con una ligera sonrisa miro a sus padres
—Bueno, supongo que eso explica por qué me siento tan cansado todo el tiempo... pero no tienen que preocuparse. Voy a pelear, no me voy a dar por vencido tan fácil.
Camille abraza a Aliert con fuerza, sus lágrimas finalmente liberadas, mientras Thomas coloca una mano en el hombro de Karla, quien solloza en silencio.
Karla miro a su hermano entre lágrimas mientras se acercaba a el —Eres el hermano más fuerte que alguien podría tener, Aliert.
Con una voz suave y una pequeña sonrisa Aliert tomo la mano de su hermana
—Entonces, me van a tener que cuidar muy bien, ¿eh? ¿Puedo faltar a clases?
—Claro que puedes cariño -murmuro su madre mientras lo sostenía en brazos
Todos intentaron sonreír entre las lágrimas ya que sabían que el no faltaría a la escuela más de lo necesario, rodeando a Altair en un abrazo familiar, intentando encontrar fuerza en su unidad mientras enfrentan el difícil camino que les espera.