En una época donde la alta sociedad, la reputación y las apariencias determinan el estatus de las personas, una joven Baronet se inscribe a la escuela más prestigiosa donde la crema y nata de la sociedad se reúnen para forjar a los futuros nobles y gobernantes del reino. Ahí tendrá que sobrevivir a los abusos y humillaciones de sus compañeros para ganarse un lugar dentro de la alta sociedad y recuperar el honor de su familia que ha sido pisoteado desde hace tres generaciones.
Pero sus planes podrían verse afectados con la repentina aparición de fenómenos paranormales y eventos más allá de la comprensión humana, que asolan la institución. Y que aparentemente iniciaron el mismo día que conoció a un conde atractivo, de figura galante y atractivo sobrenatural.
¿Qué misterios ocultan sus ojos carmesíes y su cabello negro como la obsidiana?, ¿será nuestra protagonista capaz de sobrevivir entre las fauces de dos bestias hambrientas?, ¡échale un vistazo a esta historia de romance y terror!
NovelToon tiene autorización de IsaacZero para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 9: La Futura Baronesa
En el próspero y extraordinario país de Nueva–Arcadia, no hay reyes que gobiernen sobre todo el territorio, ni emperadores que vayan por ahí reclamando todo lo que se cruce en su camino. Estas tierras eran gobernadas por las familias nobles, que ejercían gobierno sobre la gente común, y prácticamente decidían su día a día.
Hay muchas familias nobles muy importantes en este país. La familia Simpson por ejemplo; eran los nobles de mayor rango dentro del país, ya que poseían el título de (duques), y bajo su cargo estaban el gremio de comerciantes, y todas las empresas de transporte marítimo y terrestre.
Tampoco podemos dejar de mencionar al marqués Reagan, el más importante dentro de las instituciones bancarias, y dueño del gremio de inversionistas. No había moneda alguna dentro del reino, que no circulara si él no lo permitía, su poder sobre los bienes y las finanzas era absoluto, y su hijo Erik III Reagan, esperaba algún día llenar esos zapatos.
Pero también estaba la poderosa familia Magnuson: La familia más importante de entre todos los demás barones del reino. Ellos estaban a cargo de dirigir la milicia del reino, y del fortalecimiento de sus defensas. Muy pocas veces tuvieron que redoblar esfuerzos para contener una invasión, ya que contaban con soldados mucho mejor armados y entrenados que sus países rivales. Y las estrategias militares de ataque y defensa que ponía en práctica, eran un enorme desafío que sus desdichados enemigos debían enfrentar. Gracias a la familia Magnuson, el poder militar de Nueva–Arcadia era superior al resto de países del continente.
El patriarca de esta familia era el barón: Arnold Linter Magnuson. En el futuro esperaba heredar su puesto, para la mayor de sus cuatro hijos: Lilliette Rosaura Magnuson. Esta hermosa doncella de cabellos dorados como los campos de maiz, dotada con una figura envidiable, y habiendo heredado el vocerrón intimidante de su padre; estaba en camino para formarse como la futura baronesa Magnuson, en la prestigiosa academia Edem. Tan pronto como puso un pie en la institución, fue temida y respetada por todos. Lo que ella decía era lo que debía hacerse, y siempre tenía la razón en todo. No fueron muchos, pero sí, hubieron algunos que pagaron el precio por tan solo esparcir algunos comentarios despectivos a su persona, y estos desafortunados nobles de menor rango, rápidamente se convirtieron en blancos de agresión escolar por parte de ella y de su grupo, hasta el punto de ser tratados como marginados.
Lilliette no perdía el tiempo tratando con sus enemigos, y rápidamente se encargaba de ellos para esparcir su fama de vengativa e implacable, que para su futuro cargo no le vendría nada mal, así podría ser más temida incluso que su padre, y eso era lo que anhelaba con todo el corazón. Ser la más aterradora baronesa que el reino haya visto alguna vez. Ella creía firmemente que los fuertes no estaban para defender a los débiles y plebeyos porque fuera lo correcto; los fuertes estaban solo para proteger sus intereses y para demostrarle su fuerza al mundo, mientras que los débiles que por pura suerte estaban bajo su protección, solo debían servirles en cuerpo y alma. Así fuera como balas de cañón en el campo de batalla o como sirvientes (casi esclavos) que debían seguir las reglas de la sociedad y respetar los rangos.
La idea de que un plebeyo pretendiera ascender, le resultaba absurda, pero a veces disfrutaba ver cómo se esforzaban con todo lo que tenían, solo para caer estrepitosamente sin lograr algún cambio significativo. Así tal vez reconocerían su lugar y dejarían de alterar el curso natural de las cosas (según ella).
Una de sus compañeras de clase era ese tipo de persona, y aunque normalmente le molestaba su determinación, para ella era un placer hacer de piedra de tropiezo si tenía la oportunidad. Recientemente la había metido en problemas durante los últimos exámenes, acusándola falsamente, y esparciendo rumores sobre algunos trucos que utilizaba para aprobar sus clases. ¿Por qué hacía todo esto en lugar de estudiar verdaderamente para formarse como toda una profesional?, ¡Por qué no le importaban en absoluto las clases, ni el plan de estudio de 4 años en la academia Edem!, después de todo prácticamente había comprado sus notas durante todo el curso y no le importaba aprender sobre historia, álgebra o literatura. Ella solo debía aprender a intimidar a las personas, demostrar su fuerza y su dominio, y sobre todo: hacerse de contactos muy importantes dentro de la academia, de hecho fácilmente podríamos decir que el 80% de los alumnos de la academia Edem, no estaban ahí por las clases. En esta institución corrupta las futuras generaciones se reunían y trazaban planes para el futuro. Aquí se planeaban futuras traiciones, negocios deshonestos, invasiones y ataques a otros nobles. Por lo que conseguir alianzas importantes era el objetivo primordial de casi todos los alumnos.
Tan pronto como resonó la noticia de que llegaría a la academia un alumno extranjero, y que recién había ascendido a su cargo, la señorita Lilliette tuvo nuevas prioridades y conocerlo para ganarse su confianza era la primera en su lista.
El día de hoy la señorita Lilliette estaba buscando a su excelencia por todos lados, esta misma noche se celebraría la fiesta de bienvenida, y ella como una de las organizadoras debía tratar algunos asuntos con el anfitrión.
Estaba completamente cautivada por él, que le era difícil concentrarse:
– Es mucho más atractivo de lo que había imaginado, de hecho es muy extraño que aún siga soltero, él dijo que tiene mi edad, a estas alturas ya debería estar comprometido o hasta casado, cuando menos es extraño. He oído de su país, y de las guerras que ganaron hace 400 años. Hasta me dí la fastidiosa tarea de averiguar un poco más en la biblioteca y ahora sé que son una fuerza muy poderosa en el sureste. Estrechar lazos con él podría significar el principio de una alianza internacional, que podría extenderse a lo largo de los años. Esta es una gran oportunidad para demostrar mi valor como futura baronesa. El día de hoy se reunirán los hijos de las casas más relevantes de nuestra nación. Y aunque también invitó a los sucios baronets a un evento tan sofisticado, me he asegurado de "convencerlos" de no asistir, después de todo no puedo permitir que la basura se mezcle entre nosotros. Solo me falta Lisa, pero no la he visto últimamente, espero que no se esté escondiendo.
A la mente de la futura baronesa vinieron todo tipo de ideas y fantasías en las que todos sus planes tenían éxito, gracias a la alianza del conde. Lo que ella quería era que sus padres la felicitaran, y que la reconocieran como un miembro valioso de la familia.
– “Me aseguraré de presentarle al conde, a los miembros más importantes de nuestra sociedad, tal y como lo desea y le demostraré que puedo ser muy confiable, cuando finalmente me haya ganado su entera confianza, lo llevaré ante el concejo y formalizaremos la alianza entre nuestras naciones. Y finalmente me casaré con él y difícilmente lo dejaré salir de la cama. De todos los hombres que he conocido él es el único que está completamente a mi nivel, además es tan perfecto que no pienso dejárselo a nadie más”.
Considerando todas sus expectativas y anhelos, es de esperarse que su reacción no fue muy grata, cuando escuchó los comentarios que hacían los estudiantes que iban y venían por los pasillos, cuchicheando la noticia de último momento. Y que giraba en torno al conde.
– ¿¡Qué!?, ¡¿Qué lo estaba acompañando quién?! –preguntó furiosa a una de sus compañeras de clase, arrinconándola contra la pared, y salpicando con saliva a una compañera.
– L-Lisa B-Bellstar –respondió la estudiante aterrada, y tan pronto como lo hizo alcanzó a liberarse y huyó junto con sus amigas a toda prisa.
– Esa maldita –dijo entre dientes–. Es una atrevida, el conde insistió en invitar a los baronets por lástima, y ella se tomó el atrevimiento de buscarlo para acercarse a él, como si no conociera a las de su tipo. Seguro quedó en bancarrota después de pagarle el soborno al maestro Thompson y ahora está buscando una salida rápida para todos sus problemas. ¿Por qué demonios mete al conde en asuntos que no le interesan?, él vino aquí a estudiar, no a meterse en los delirios de una desconocida que busca utilizarlo para su propio beneficio... *Estornuda*. Pero me va a conocer, en cuanto la encuentre me va a conocer.
Y vaya que los buscó, en menos de quince minutos la señorita Lilliette Magnuson ya había hecho un recorrido atlético por los pasillos de la academia, e incluso había revisado cada salón, y cada habitación que fue encontrando en su camino, pero no los encontró hasta que finalmente decidió sentarse a descansar en las bancas del jardín y vio con el rabillo del ojo a la pareja, que parecía convivir en completa armonía, acercarse sujetados el uno del otro. Para cuando el conde se despidió y abandonó el lugar, dejando sola a la jovencita Bellstar, en ese momento supo que debía hacer algo para ponerla en su lugar.
– ¡Tú no eres importante así que mejor no te metas en mi camino! –La futura baronesa tomó a la hija de los baronets por el antebrazo, y clavó sus uñas afiladas en su piel blanca y delicada–. Es la primera vez que uno de los de tu clase se atreve a tanto, y peor aún, fuiste por ahí, paseándote delante de todos, presumiendo como si hubieses ganado la lotería.
– ¡Esa no era mi intención, no es lo que piensa! –respondió Lisa rápidamente–. El conde y su hermano amablemente me ayudaron con un... "Asunto de salud". Ellos me llevaron a la enfermería a tiempo, y afortunadamente pude ser tratada. ¡Además el conde solo es una persona muy amable y sofisticada, sé que no tengo ninguna oportunidad con él así que jamás trataría de acercarme a alguien que está fuera de mi liga!
La expresión agria en el rostro de la futura baronesa se disipó, e inmediatamente liberó el antebrazo de su compañía. Aunque no estaba convencida del todo, le tranquilizó el hecho de que había calado en la mente de la señorita Bellstar, lo suficiente como para reconocer su lugar.
– ¿Sabes algo?, los corajes no le vienen nada bien a mi belleza, luego me saldrán arrugas, se me caerá el cabello y tendré esas horribles bolsas en los ojos que tienes tú por no dormir bien. ¡Y moriré antes de verme tan horrible como tú! –vociferó, escupiendo sus palabras–. Así que hoy no te castigaré, además tenemos una fiesta a la que asistir en la noche ¿no es así?
Lisa asintió nerviosa.
– Excelente. Ahora escúchame bien, lo único que tienes que hacer para que te perdone es no ir a la fiesta esta noche. Solo así puedo asegurarme de que no tengas otros "incidentes" con otros miembros de la nobleza. –La señorita Magnuson siempre mantuvo una sonrisa firme, conforme hablaba, de principio a fin–: Ya evité que el resto de escorias como tú fueran a asistir, eras la única que no había encontrado así que ya lo sabes, no te atrevas a ir a la fiesta del conde Tempest. Y si le vuelves a hablar, o si ves en su dirección o incluso si llegas a pensar en caminar a su sombra te voy a...
Lilliette Magnuson vio a su alrededor para asegurarse de que nadie escuchara sus amenazas, y cuando se aseguró de que no hubiera nadie, se acercó al oído de la jovencita de cabello acaramelado, y murmuró cosas tan horribles y aterradoras, que la expresión en el rostro de Lisa fue de absoluto terror.
«No miente, ya ha hecho eso antes. Y las víctimas fueron los hijos del vizconde Lulki, y eso que no le caían tan mal» –pensó Lisa–. D-disculpe, señorita Magnuson. Verá, la cosa es que fuí invitada a bailar en la fiesta, con un caballero respetable de nuestra sociedad y no quisiera decepcionar...
Rápidamente Lisa notó que el ceño de su compañera abusiva se estaba frunciendo otra vez, cada palabra no hacía más que irritarla.
– ¡No estoy hablando del conde! –afirmó rápidamente–. Hablo de otro caballero respetable de la sociedad, así que...
– ¿Tienes mierda en los oídos o eres estúpida? –interrumpió Lilliette, con un tono agresivo–. Te dije que no quiero que te mezcles con absolutamente ningún miembro de la alta sociedad, es antinatural que los inferiores se junten con los superiores así que si ya tenías planes con alguien, estaré feliz de interponerme para que no hagas nada indebido. «Ya luego voy a averiguar de quién se trata, y me encargaré de él también» –pensó.
Lilliette no lo había notado, pero el puño de Lisa estaba firme y cerrado. Ella no tenía idea del esfuerzo sobrehumano que hacía Lisa por no hacer algo impropio de una dama, por lo que simplemente clavó su mirada intimidante sobre su compañera, y así se mantuvieron algunos segundos de silencio, mientras la tensión aumentaba.
– Ya me oíste tonta, no tienes que decir nada, solo haz lo que te digo y perdonaré tu atrevimiento. –Lilliette golpeó suavemente las mejillas de la joven Bellstar, un total de 3 veces y asumiendo una respuesta positiva, ante la sumisión de su compañera, que agachó la mirada; dio media vuelta y se fue por dónde vino.
«¿Cómo es posible que alguien pueda ser tan malo, hasta el punto de hacer cosas horribles, y peor aún, salir impune de lo que sea?... ¿Por qué hay tantas injusticias?, ¿siquiera le importa a alguien realmente?» –las emociones revueltas de Lisa provocaron que sus ojos se llenaran de lágrimas, pero en esa ocasión no derramó ninguna.
“No te preocupes, hoy acabaremos con ella”. –Dijo una voz grave y ahogada, en la nuca de Lisa. Y tan pronto como se volteó para confrontar al responsable, quedó aún más aterrada, al no encontrar a nadie.
– Yo no... ¿Qué me está pasando?... Otra vez yo...
– “Descansa, solo duerme una vez más”. –Repitió la voz constantemente, pero ahora no podía identificar la dirección de la que provenía, podía estar en cualquier lado–. “Hoy los vengaremos a todos, y a tí si así lo deseas. Solo debes dejarme trabajar”.
Sintiéndose cansada y agotada otra vez, Lisa cayó de rodillas en medio del jardín y su vista poco a poco se fue nublando. Una nueva visión estaba transcurriendo ante sus ojos que ahora sí estaban derramando lágrimas. Lo primero que vio fue el rastro que dejaron los tacones caros de la señorita Lilliette Magnuson; eran huellas de sangre azul que seguían el camino por el que recientemente se había retirado, y a un lado de ese rastro había otro muy diferente: Uno de tres dedos afiliados, que caminaba con ella, y la seguía en todo momento. Algo estaba detrás de la futura baronesa.