Lyra Blackwood es ultrajada por el hombre que creía amar que además es su mate, Pero este que no quiere nada con aquella niñita, la rechaza, Pero no contento con eso también la humilla y maltrata, por lo que lyra vuelve a casa y piensa en vengarse de todos.
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No en este lugar incomodo
Caelan recorrió la sala buscando a Lyra, pero no la encontró. El nerviosismo comenzaba a hacerse presente en su pecho mientras seguía su aroma. La encontró en el bosque, junto al lago donde se habían visto por primera vez. Allí estaba ella, sentada en la orilla, sus pies descalzos rozando la superficie del agua.
Caelan exhaló aliviado al encontrarla, pero no dejó que eso se reflejara en su rostro. En cambio, optó por hacer lo que mejor sabía: molestarla un poco.
—¿Sabes que esta zona es algo peligrosa? —dijo mientras se acercaba, apoyándose contra un árbol cercano, sus ojos observándola con intensidad.
—¿Siempre tienes que iniciar una conversación con una pregunta? —respondió Lyra sin siquiera voltear a mirarlo.
Él sonrió, sus labios curvándose en esa forma arrogante que tanto le gustaba a ella y que a la vez la exasperaba.
—¿Y tú siempre tienes que contestarme con otra?
Lyra dejó escapar una leve risa, aunque intentó ocultarla, y Caelan se acercó hasta sentarse a su lado. El sonido del agua les rodeaba, llenando los silencios con una calma peculiar.
—Lamento que Magnus no te hubiese traído antes. Quizás nos habríamos ahorrado tantos malentendidos.
Lyra finalmente lo miró, sus ojos reflejando algo entre enojo y diversión.
—Nos lo habríamos ahorrado si desde el principio me hubieras dicho que eras el Rey Alfa. —Su tono era firme, pero la leve curva de sus labios delataba que no estaba tan molesta como intentaba parecer.
Caelan dejó escapar una carcajada suave.
—¿Y perderme la diversión? Debiste ver tu cara cuando lo descubriste frente a todos. Fue... épico. Además, fue muy entretenido verte tratarme como si fuera alguien más. Me encantó.
—¡Cállate! Eres un tonto —espetó Lyra, aunque una sonrisa se asomó en sus labios.
Caelan alzó una mano y acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja de Lyra, sus dedos rozando su piel con un toque intencionalmente suave.
—Un tonto muy guapo que, además, te pone cardíaca. —La sonrisa descarada en su rostro dejó claro que sabía exactamente lo que estaba haciendo.
Lyra abrió los ojos con incredulidad, una mezcla de sorpresa y vergüenza surgiendo en su interior.
—¡Por supuesto que no!
Caelan alzó una ceja, divertido.
—Puedo escuchar tu corazón en este momento. Pum, pum, pum —dijo, imitando el sonido rápido y fuerte con una sonrisa burlona.
Ella colocó una mano sobre su pecho, como si eso pudiera ocultar la evidente reacción que él había detectado.
—Somos lobos, Lyra. Nuestros oídos son agudos, nuestra visión es superior. Es difícil negarme algo que ya sé. Y tú lo sabes mejor que nadie, después de todo... eres una luna prodigio. Despertaste a tu loba antes de los dieciséis.
El cumplido la tomó por sorpresa, pero Lyra desvió la mirada, su mente regresando a su mayor inseguridad. Sabía que era buena en combate, una luchadora nata, pero carecía de un don. No era algo que la hiciera sentir inferior, pero con Caelan... ¿qué pasaría si lo descubría?
Decidió que debía decírselo antes de que las cosas empeoraran. Abrió la boca para hablar, pero en ese momento sintió los labios de Caelan sobre los suyos. Su mente se quedó en blanco, incapaz de resistirse.
El beso comenzó suave, casi como un roce, pero rápidamente la intensidad fue aumentando. Las manos fuertes de Caelan viajaron por el cuerpo de Lyra, cada caricia encendiendo un fuego que ambos intentaban contener. Su aroma, una mezcla de bosque y algo puramente masculino, la envolvía, mientras el dulce olor a fresas silvestres de Lyra lo tenía completamente hechizado.
En cuestión de segundos, ambos estaban desnudos frente al inmenso lago, sus cuerpos ardiendo con deseo. Pero entonces, Caelan se detuvo de golpe, su pecho subiendo y bajando con fuerza mientras luchaba por recuperar el control.
Lyra lo miró, sus ojos nublados por la pasión, pero él colocó una mano suave en su hombro, deteniéndola antes de que ella pudiera continuar.
—Espera —susurró con voz ronca, su mirada fija en la de ella—. El día que te haga mía, será en una cómoda cama, no en este lugar tan incómodo.
Sus palabras la desarmaron. Lyra asintió lentamente, aunque su cuerpo seguía deseando continuar. Ambos se sentaron, todavía respirando con dificultad, cada uno frente al otro.
Fue entonces cuando Lyra notó algo que la dejó sin palabras. Su mirada bajó instintivamente, deteniéndose en la hombría de Caelan. Sus ojos se abrieron en sorpresa, y antes de poder detenerse, sus pensamientos escaparon en voz alta.
—Es muy grande... —susurró, completamente inocente.
Caelan soltó una carcajada, una risa profunda y genuina que resonó en el bosque.
—Lo es —respondió con una sonrisa descarada, disfrutando de su reacción.
Lyra sintió el calor subiendo por sus mejillas, pero no apartó la vista, demasiado avergonzada para moverse y demasiado intrigada para disimular.
—Eres imposible —murmuró finalmente, llevándose una mano a la cara mientras él seguía riéndose.
—¿Puedo tocarla? – preguntó Lyra a Caelan, quien simplemente asintió.
Caelan sintió el suave roce de la mano de la joven en aquella zona. Curiosa lyra, susurró:
—Es muy suave –.
Caelan disfrutaba de la inocencia de Lyra y de la sensación de lo que ella estaba haciendo. Sin embargo, de repente, Lyra sintió como los dedos de él se acoplaban a su centro.
Tranquila – dijo Caelan en tono calmado. – Puede que hoy no te haga mía como deseo, pero puedo bajar tu calentura –.
Sin más, un beso, luego dos. Los movimientos de sus manos continuaron, hasta que Lyra dejó escapar un jadeo, que marcó el final de aquella pequeña escena. Caelan la besó nuevamente, pero, con su oído agudo, sintió algo que se acercaba rápidamente.
—Vístete – le dijo a Lyra, con urgencia. – Viene alguien –.
Sin dudarlo, la joven se vistió rápidamente. En ese momento, apareció frente a ellos una loba gris. La bestia, al ver a Caelan y luego a Lyra, huyó furiosa, mostrando claramente su enojo.
—¿Quién era? – preguntó Lyra, mirando a Caelan, quien no parecía perturbarse en lo más mínimo.
—Nadie importante – respondió Caelan, mirando en dirección al camino hacia la mansión. – Vamos a casa –.
Ambos caminaron en silencio hacia la mansión. Apenas llegaron, Caelan tomó a Lyra por la cintura y le dio un dulce beso.
—Nos vemos en la noche – dijo con una sonrisa en los labios. – Tengo una propuesta para ti –.
Sin más, Caelan desapareció en la distancia. Lyra, con una sonrisa en el rostro, continuó su camino. Con él, estaba experimentando cosas que jamás había hecho con otro hombre.
Sin embargo, al avanzar unos pasos, se encontró de frente con alguien inesperado.