Federico Belmonte, hijo menor de Brandon y Marisol; ha vivido solamente para trabajar y ser el tío soltero que malcría a los niños.
Sin embargo, todo eso cambia cuando accidentalmente lastima a una linda mujer de ojitos tristes, logrando por primera vez, despertar su interés en alguien y decide indagar en su vida; aunque no sabe si es por curiosidad o algo más profundo.
Ella, pocos minutos atrás, fue informada de una noticia que cambiará su vida para siempre y se siente muy mal para afrontarlo frente a su familia.
¿Qué será lo que la ha dejado así?
¿Será que el accidente fue orquestado por el destino para brindarles una oportunidad?
¿El médico más prestigioso de España podrá curar ese afligido corazón, o Alma levantará un muro que los separe, cerrándose a esa posibilidad?
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Debemos hablar
Federico siente que le dará un infarto si sigue teniendo a Alma desnuda frente a él, pero el problema es su hermana, la que todavía los analiza a ambos con la mirada y sonríe internamente.
—Prometo que iré a cenar el viernes— dice el doctor.
—Bien, entonces me retiro —anuncia Isabella—Te dejaré trabajar— le guiña un ojo y se acerca a dejar la bolsa en su escritorio. —Alma, es un gusto conocerte.
—Igualmente— responde avergonzada.
—Que tengan buen provecho— les sonríe y abraza a su hermanito mientras le susurra unas palabras—Ella me agrada.
Luego de eso, sale del consultorio y Federico suspira pesadamente, pasando la mano por su frente, como si se sintiera frustrado. Y no, no era eso, la frustración en este preciso momento no existía, pero sí hay una gran felicidad por las últimas palabras mencionadas.
—Debes tener frío— el doctor agarra el control del aire acondicionado y lo enciende para su paciente.
—Es... estoy bien— responde muy nerviosa.
Nuevamente han quedado solos y su mente juega con ardientes posibilidades de revisión, pero para su mala suerte, Federico lo nota.
La bonita cara de Alma se relaja demasiado y sus ojos empiezan a brillar de una manera alucinante, mientras se muerde el labio inferior.
—¿Qué piensa, señorita?— consulta él en tono coqueto.
—¡¿QUÉ?!— se sorprende ella.—No, en nada— responde mirando a cualquier lado que no sea justamente la cara del doctor.
Federico se acerca hasta su linda paciente y alza la mano para agarrar el mentón de la pelinegra y así hacer que lo vuelva a mirar.
Todo lo que está pasando con la mujer que tiene frente a él, lo vuelve loco. No sabe cómo actuar para atraer su atención o por lo menos, qué hacer para que sonría con su persona.
Ninguna chica había llamado su atención hasta ahora, pero este pequeño accidente parece que fue orquestado por el destino para que su vida no pasara en vano o entre trabajo, sino enfocándolo en algo más.
Alma tiene su estómago revuelto de tantas mariposas que han sobrevolado sin reposar, pero disimula lo máximo posible para que el doctor no se dé cuenta, aunque hay gestos que no pasan desapercibidos. Más que nada cuando siente su cercanía o sus manos sobre ella.
—Debo revisarte— dice después de largos minutos en silencio.
—Lo sé— afirma, aunque ninguno se mueve, ya que esa cercanía les parece cómoda.
Quién sí está muy feliz es Bella y salió de ese consultorio con el celular en la mano, escribiendo un emocionante mensaje al grupo de WhatsApp de las "LAS PERVERTIDAS".
📨 El menor pronto se casará — cinco palabras que van acompañadas con un emoji de risas. Y se desató la catarata interminable de respuestas.
📩 Ya era hora— manda en un audio Amanda.
📩 Necesito el chisme completo para respirar— envía Ariam.
📩 ¿Estás segura?— consulta Marisol también en un audio.
📩 ¿De qué te enteraste?— prosigue Lady y así, presionando, siguieron Eliani, Marina, Nohemí, Mairu, Milcaris, Florencia, Paula, etc.
¿Estaban todas en el grupo? Sí, y a decir verdad, los hombres temían por las conversaciones que se podían llevar a cabo.
Isabella les hizo un audio extenso de lo que encontró en el consultorio de su hermano. Las caritas sonrojadas y miradas furtivas que se daban entre médico- paciente. Sin olvidar el hecho de que tenía a la pobre mujer solamente en bata, por lo que llegaron a la leve conclusión de que tal vez sucedía algo más y ella interrumpió.
Lo hecho, hecho estaba, ahora tenian tiempo para ellos solos que era lo importante.
Por otro lado, luego de algunas horas en las que se entretuvo con su grupo, Pascal la mira intensamente, aunque no por la pasión, sino algo más.
—¿Qué sucede, cariño?— cuestiona la castaña.
—Debemos hablar, Isabella— dijo seriamente porque quiere mostrar la determinación en ese tema.
—¿De... qué?— sus labios tiemblan y espera algunas palabras qué seguramente odiará.
—De nosotros— responde cruzándose de brazos.
—Se directo, chefcito— pide casi rogando mientras siente un nudo en la garganta.
—Bella...— larga un suspiro y observa el gran cuadro que cuelga en una de las paredes.
La familia de tres, sonriendo plenamente, vestidos de blanco cuando su hija cumplió dos años.
—¿Quieres el divorcio?— suelta ella con los dientes apretados, al mismo tiempo que él se sorprende.
—¡JAMÁS! —niega frenético como si esa idea fuese una locura. —Quiero regalarle un perro a Nahiara para sus 15.— finaliza con el ceño fruncido mientras la abraza.
—¿Era eso?— empieza a reír la castaña y él voltea los ojos.
—Sí, obvio. ¿Qué más podría ser?— cuestiona tratando de no reír como ella, porque tiene que fingir ser serio para ganar esta batalla.
Después de que sus lindos pitbull, Sasha y Zeus fallecieron, no volvieron a recibir mascotas en su Mansión porque es fácil encariñarse y su pequeña hija era quien más sufriría, como ya había pasado. Por eso y con razones suficientes, Pascal creyó que ahora es el momento ideal.
—Nada termina bien cuando se dice "tenemos que hablar", menos si le prosigue un "de nosotros".—reclama Bella
—Lo siento, no me di cuenta.— se rasca la nuca notablemente avergonzado.
—Entonces, ¿es para Nahiara?
—Sí, aunque si quieres, podemos tener dos.
— Me parece buena idea...— fácilmente acepta con una sonrisa juguetona.
Sí, ella lo hizo. Le metió la idea por la cabeza porque así lo quiso. Primero compartió en redes sociales frases de reflexiones en fondos de pantalla con perritos. Luego miró dibujitos infantiles, también de perros. Más tarde, escuchó las canciones del rapero estadounidence SnoppDog, que si bien no es un perro, tiene en su nombre esa palabra.
Y, lo principal, convenció a Nahira de seguirle la corriente si es que desea tener su voto de un cumpleaños tranquilo, sin excentricidades ni vestidos princesas.
—¿Vamos a ver una película?— Invita ella.
—Claro, ¿cuál deseas?— responde su esposo.
—101 Dalmatas— ríe y él también, aunque sin entender el por qué su risa.
El pobre hombre es todavía inocente de los planes que puede crear su esposa. Aunque algunos ya los conoce, pero era demasiado ingenuo en asuntos de manipulación. Lo que la maestra, ha perfeccionado con el tiempo.
Pascal la sigue amando como el primer día que chocó con ella en ese consultorio de aquel hospital, hace varios años, pero indudablemente volvería a vivir toda esa vida si obtiene el mismo resultado.
No, no pudieron tener más hijos porque el universo lo quiso así, ya que ambos están sanos, pero tenían a una niña que valía cada gota de sudor dentro de esos restaurantes. Cada lágrima de alegría que derramaron cuando el test de embarazo resultó positivo y cada esfuerzo que se deba hacer.
Ellas eran su vida, su presente y futuro, porque en el pasado crearon un hogar con amor, respeto y confianza.
Extraña muchísimo a sus padres y odia la idea de que no conocieron a su esposa, en ese entonces. Sin embargo, hoy en día, iban a visitarlos al cementerio en cada aniversario, así como a nana Felicia.