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Sombras De Luna Y Acero

Sombras De Luna Y Acero

Status: En proceso
Genre:Pareja destinada / Amor eterno / Amor en la guerra / Fantasía épica
Popularitas:19.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Mzartemisa

Amaris creció en la ciudad capital del magnífico reino de Wikos. Como mujer loba, fue entrenada para proteger su reino por sobre todas las cosas ya que su existencia era protegida por la corona

Pero su fuerza flanquea cuando conoce a Griffin, aquel que la Luna le destino. Su mate que es... un cazanova, para decirlo de esa manera

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El cazador solitario

Griffin estaba acostado mirando el cielo, su cuerpo relajado en las praderas cercanas al pueblo capital, Amanecer. Su arco colgaba en su espalda, junto a sus flechas de hierro. La espada, brillante y bien mantenida, descansaba en su cintura, mientras que su escudo de cuero se encontraba en su brazo izquierdo. El viento agitaba su cabello negro mientras respiraba profundamente, disfrutando de un momento de calma. La vida como cazatesoros era peligrosa, pero gratificante, y Griffin estaba acostumbrado a enfrentar cualquier peligro con la confianza de alguien que siempre ganaba.

Su fama lo precedía. Había visto brujas, fantasmas y muertos vivientes, y pocas cosas en este mundo lograban atemorizarlo. Su reciente aventura en el campamento de bandidos cerca del río Killon había sido otra exitosa incursión: un buen saqueo y algunas entretenidas horas con las mujeres del lugar. Se recostó sobre la hierba, una sonrisa juguetona en sus labios, recordando las hazañas de la noche anterior. El placer había sido intenso, y para Griffin, la vida se trataba de disfrutar de lo que se le presentaba.

Sin embargo, su mente no tardó en alejarse de esos recuerdos y concentrarse en lo que vendría después. El pueblo de Amanecer siempre tenía algo nuevo que ofrecer: más trabajo, más oro, más mujeres. Al final, ese era su verdadero motor: la libertad de hacer lo que quisiera, sin ataduras ni compromisos. Nunca había entendido a los hombres que se ataban a una sola mujer o a una causa. Griffin era un alma libre, y así pensaba mantenerse.

Al llegar al pueblo, uno de los guardias se acercó a su caballo.

—Guarda tu espada —dijo el guardia, señalando el arma que Griffin llevaba en la mano. Griffin la guardó con una sonrisa y el hombre se relajó—. El jefe te llama, ya sabes dónde ir.

Griffin asintió y, tras dejar a su caballo en el establo por dos monedas de bronce, caminó entre las casas de madera y adobe del pueblo. Amanecer era un lugar que conocía bien, su hogar de toda la vida. Fuera de las murallas blancas que protegían la ciudad, se encontraban los herreros, artesanos y el bullicioso mercado, que planeaba visitar más tarde. Pero primero, debía ver al jefe de la guardia.

El cuartel estaba dentro de las murallas, así que tuvo que pasar por una revisión de rutina. Los guardias lo conocían bien, pero las reglas eran las reglas. Dejó sus armas en la caseta, confiando en que sus amigos, algunos conocidos de toda la vida, las cuidarían. Entró en la oficina del jefe de la guardia, el padre de uno de sus amigos de infancia, que lo esperaba tras un escritorio lleno de papeles.

—Así que fuiste tú quien destruyó el campamento cerca del río Killon —dijo el jefe con un suspiro, mientras le servía una taza de cerveza. Le ofreció otra a Griffin, quien no la rechazó.

—Eran unos bastardos molestos, pero las mujeres… deliciosas —respondió Griffin con una sonrisa maliciosa—. Solo cinco, pero fue suficiente.

El jefe se rio, sacudiendo la cabeza.

—Por todos los dioses. ¿Cuánto tiempo estuviste ahí?

—Desde el anochecer de ayer. Tengo sueño —respondió Griffin, bebiendo un largo trago de su cerveza—. ¿Para qué me llamaste, tío?

—El señor feudal puso una recompensa por acabar con esos bandidos —dijo el jefe, sacando una bolsa pesada de monedas—. Diez monedas de oro.

Griffin abrió los ojos, sorprendido.

—Pensé que solo eran siete.

—El señor quería que el trabajo se hiciera rápido, y tú lo lograste. Así que ahí tienes —respondió el jefe, recostándose en su silla—. Ahora vete a dormir, pareces tan agotado que das envidia.

—Gracias, tío. —Griffin se levantó, guardando las monedas—. Que tengas un buen día.

—Y tú también, que ningún marido celoso te mate —le deseó el jefe con una carcajada.

Griffin salió del cuartel, recogiendo sus armas de la caseta, y se dirigió hacia su casa. El mercado lo esperaba más tarde, pero primero tenía que descansar un poco. Sin embargo, no llegó muy lejos antes de que algo interrumpiera su paz.

Una mano se enganchó de su brazo, tirándolo bruscamente hacia un callejón. Griffin suspiró al ver a los hombres que lo rodeaban, sirvientes de un banquero local que creía que Griffin se acostaba con su esposa. No era verdad, pero tampoco le importaba corregir el malentendido.

—¿Otra vez ustedes? —preguntó Griffin, sonriendo mientras se quitaba el polvo de los pantalones.

Los hombres lo rodearon, listos para pelear. Griffin levantó las manos en un gesto de invitación.

—Vamos, divirtámonos un poco.

Griffin salió del callejón tras dejar atrás a los hombres del banquero, sacudiéndose el polvo de las manos con una sonrisa satisfecha. Sus pasos lo llevaron directo al puesto de apuestas, donde sabía que sus amigos lo esperarían. Al llegar, se inclinó sobre la mesa de madera desgastada y saludó con una sonrisa traviesa. Su cabello oscuro, desordenado como siempre, caía sobre su frente, y sus ojos verdes brillaban con una energía inagotable. Se sentía cómodo, libre, como si nada en el mundo pudiera perturbar su paz.

—¿Y bien? ¿Qué tal te fue? —preguntó uno de los hombres, con una jarra de cerveza en la mano.

—Ah, nada fuera de lo común —respondió Griffin, riendo mientras tomaba un trago—. Unos cuantos golpes, y esos imbéciles volverán a pensarlo antes de meterse conmigo.

Su grupo de amigos soltó carcajadas, pero algo, de repente, capturó la atención de Griffin. Levantó la vista casi de manera instintiva y, entre la multitud del mercado, sus ojos se fijaron en una mujer. Una cazadora, por su apariencia. Alta, de porte firme, con una mirada que destacaba incluso entre el bullicio además de su cabello rojo fuego.

Por un momento, todo lo demás desapareció. El ruido del mercado, las voces de sus amigos, las apuestas cayendo sobre la mesa... nada de eso parecía importar. Sus ojos se encontraron con los de la mujer y el aire pareció detenerse. Griffin entrecerró los ojos, intentando desentrañar qué lo había hecho fijarse en ella. Había algo en su presencia, algo que lo inquietaba y lo atraía al mismo tiempo. No era una mujer común.

La cazadora comenzó a caminar hacia él, sus pasos firmes. Griffin no apartó la mirada, observando cada movimiento con creciente curiosidad. Cuando ella estuvo lo suficientemente cerca, él se enderezó, dejando la jarra sobre la mesa y cruzando los brazos con una sonrisa pícara en el rostro.

—¿Qué te trae por aquí, cazadora? —preguntó, su tono despreocupado, pero con un interés latente.

Ella respondió con firmeza, mencionando que había venido con sus compañeros para unirse a la guardia del señor feudal. Griffin levantó una ceja, sorprendido. No todos los días se encontraba con alguien así en Amanecer, y menos aún en un puesto de apuestas. La observó durante unos segundos, evaluándola. Había algo en su tono y en su postura que lo intrigaba.

— La nueva guardia al servicio del señor feudal, ¿eh? Parece que la vida en Amanecer se pondrá más interesante.

La cazadora no respondió de inmediato, y Griffin notó que su mirada era más calculadora de lo que esperaba. No era alguien fácil de leer, y eso solo aumentaba su interés. Había conocido a muchas personas en sus viajes, pero ella destacaba. No era como las demás.

—No somos como los demás guardias —dijo ella al fin, con un tono que parecía llevar una advertencia.

Griffin se inclinó hacia adelante, su sonrisa ensanchándose. Le gustaban los desafíos, y la cazadora parecía ser uno.

—Eso puedo verlo —respondió, sus ojos sin dejar los de ella—. No eres como ninguna otra persona que haya visto antes.

La cazadora no parecía impresionada por sus palabras. Griffin disfrutaba de ese juego; era claro que no era una conversación cualquiera. Había algo en ella que lo hacía querer saber más, pero al mismo tiempo, podía ver que no era alguien que se abriría fácilmente.

Finalmente, ella dio un paso atrás, señalando que se marchaba. Griffin no intentó detenerla, pero mantuvo su mirada fija en ella mientras se alejaba.

—Nos veremos pronto —dijo ella antes de girarse.

Griffin se recostó nuevamente en la silla, observando cómo se perdía entre la multitud del mercado. Algo en esa cazadora lo había atrapado, y sabía que no era la última vez que la vería. Esbozó una sonrisa ladeada mientras tomaba otro trago de su cerveza. La vida en Amanecer, pensó, acababa de volverse mucho más interesante. De pronto sintió algo dentro de él que le impulso a levantarse

Griffin la había seguido por curiosidad. Después de su breve encuentro en el mercado, había algo en esa cazadora que lo intrigaba. No era solo su aspecto o su manera de moverse, sino la intensidad con la que lo había mirado, como si lo conociera. No era habitual para él que alguien captara su atención de esa manera.

La siguió a cierta distancia, observando cómo se movía con cautela, como si siempre estuviera alerta. Cuando la cazadora se detuvo y se giró de repente, Griffin esbozó una sonrisa. Rápida. Buena señal.

—Tranquila —dijo con un tono calmado pero juguetón.

Ella no bajó la guardia ni un segundo. Griffin notó cómo mantenía una mano cerca del cuchillo en su cintura, lista para usarlo si era necesario. Avanzó hacia ella con esa misma despreocupación que siempre lo acompañaba, sus ojos verdes fijos en los de ella, analizando cada pequeño gesto.

—¿Qué haces aquí? —preguntó ella, su tono controlado, aunque Griffin pudo percibir cierta tensión.

Se encogió de hombros, sin dejar de sonreír.

—Te vi alejarte del mercado y me dio curiosidad —respondió con naturalidad—. Parece que no te gusta mucho el bullicio.

La cazadora lo observó con ojos entrecerrados, pero no respondió de inmediato. Interesante, pensó Griffin. Ella claramente no era alguien que disfrutara de ser seguida, pero tampoco parecía dispuesta a perder los estribos tan fácilmente. Finalmente, dijo:

—El mercado es demasiado ruidoso para mí hoy. A veces, uno necesita un poco de paz.

Griffin asintió, manteniendo su mirada fija en la suya, sin mostrar signos de intimidación. Sabía que ese tipo de personas no solían gustar de la compañía, pero eso solo hacía que el desafío fuera más interesante para él.

—Paz, ¿eh? —repitió con una leve sonrisa—. Bueno, aquí fuera la encontrarás, supongo.

Ella permaneció en silencio, y Griffin notó que estaba sopesando cada palabra. La tensión entre ellos no se había disipado en lo más mínimo. Decidió ver hasta dónde podía empujarla.

—Debes tener cuidado a quién sigues —advirtió ella, con una clara amenaza en su tono—. Algunos no apreciarán tanta curiosidad.

Griffin soltó una suave carcajada.

—Eso es lo que me han dicho —respondió—. Pero no me asusto fácilmente.

La cazadora lo miraba con dureza, pero eso no lo afectaba. Era evidente que no era una mujer común. Todo en su postura, desde la manera en que mantenía su distancia hasta su tono calculado, lo decía. Había algo más en ella.

—¿Y por qué me sigues a mí? —preguntó finalmente, buscando respuestas.

Griffin se detuvo por un momento, considerando su respuesta.

—Supongo que me llamó la atención la forma en que te mueves —dijo encogiéndose de hombros—. Hay algo diferente en ti. No eres como los demás.

Ella frunció el ceño, respondiendo con un tono frío.

—No soy diferente a los demás. Solo soy una cazadora que ha venido a servir al señor feudal.

Griffin sonrió ante esa respuesta, inclinando la cabeza levemente. Lo que ella decía no era toda la verdad. Lo sabía. Pero decidió no presionarla más en ese momento.

—Lo que tú digas, cazadora.

Ella lo miraba con recelo, claramente desconfiada de él. Pero eso solo hacía que Griffin se interesara aún más. Sabía que había más en ella de lo que estaba mostrando.

—¿Y tú? —preguntó finalmente ella—. ¿Qué haces aquí, además de seguir a desconocidas?

Griffin sonrió ampliamente, esta vez mostrando más de esa chispa juguetona que siempre lo caracterizaba.

—Oh, ya sabes —respondió con naturalidad—. Solo paso el tiempo. Cazar recompensas, disfrutar de la vida… cosas simples.

La cazadora pareció tensarse un poco más al escuchar eso. Cazador de recompensas, pensó Griffin. Su reputación solía hacer que las personas se sintieran incómodas, pero para él, era solo otra herramienta para medir a las personas. Ella, sin embargo, parecía estar calculando algo más profundo.

—Tal vez deberías volver a tu caza —dijo ella, retrocediendo un poco—. No quiero que pierdas ninguna recompensa por mi culpa.

Griffin inclinó la cabeza, como si considerara sus palabras. En lugar de alejarse, dio un pequeño paso hacia adelante, acortando la distancia entre ambos.

—Quizá lo haga —dijo—, pero primero me gustaría saber tu nombre.

Ella no respondió de inmediato, su expresión permaneciendo neutral. Era claro que no estaba dispuesta a darle esa información. Lo típico de alguien que tiene algo que ocultar. Pero su olor. Griffin quería cerrar los ojos y aspirar ese delicioso aroma que emanaba, como flores silvestres que le atraía tanto, tuvo que apretar su mano para evitar que los pensamientos impuros de su mente lo domaran

Finalmente, se dio la vuelta para alejarse, diciendo:

—Eso no es algo que necesites saber.

Griffin no hizo ningún intento por detenerla, pero la siguió con la mirada mientras se alejaba, su sonrisa aún presente. Había algo en esa cazadora, y sabía que no sería la última vez que la vería.

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Joanna Egas
es, en serio? mata a un lobo por deporte, siendo ella loba?? /Smug/
Miriam Lucia Londoño Gonzalez
Excelente.
Miriam Lucia Londoño Gonzalez
Superr
Miriam Lucia Londoño Gonzalez
Ahí, vamos...
Miriam Lucia Londoño Gonzalez
Pienso que va a ponerse más interesante/Tongue/
Miriam Lucia Londoño Gonzalez
Muy, pero muy interesante. Uhmm, intrigante.
Vanessa Ibáñez Fernández
son tan lindos!!!!
Vanessa Ibáñez Fernández
.
Vanessa Ibáñez Fernández
que emocion de capítulo!!!!
claudia morales
Excelente
Santa Alba
párese misión iposibleperoco la con fias qtine en su dos Dios todo es posible 💪🏻una
Yanet Hilario
Muy malo
Yanet Hilario
Malo
Adriana Brito
de verdad que espero que tenga un buen final y pasen cosas más emocionantes
Adriana Brito
espero y estos últimos capitulos se pongan más interesantes porque me estoy aburriendo de lo mismo.todos los capítulos
Adriana Brito
noooo ya me cansó tanta batalla cada rato ni un respiro el pobre hombre antes tenía mejor vida peleaba Pero se divertía con mujeres y disfrutaba ahora solo peleas y peleas más nada y no dicen que las lobas son muy apasionadas y estos nada de nada y como es posible que ella mate a un lobo solo por cazar y ella no es una loba no entiendo esa parte
Adriana Brito
hayyyy Pero pobresito como que dormir en el piso merece que le dé un ladito en la cama pobresito después de todo lo que paso
Adriana Brito
ajá y a todas estas porque no va con unos de la manada si es territorio de la diosa Selene ellos lo podrían ayudar si no para que está la manada
Adriana Brito
noooo solo un beso cuando lo va a marcar como suyo solamente /Hey/
Vanessa Ibáñez Fernández: yo también estoy esperando esoo
total 1 replies
Adriana Brito
bueno y cuando van a empezar el romance esto está muy largo y nada solo hablar
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