Después de dos años de matrimonio, me di cuenta de que nuestra relación era un fracaso. Durante ese tiempo, intenté ganarme el amor de James, pero el heredero de la corporación Sterling simplemente me despreciaba.
James, un hombre atractivo, codiciado y rico, hacía que yo fuera la envidia de muchas mujeres. Sin embargo, nadie sabía que detrás de las puertas cerradas de nuestro hogar, James me trataba con frialdad y desdén.
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CAPÍTULO#21: INCOMPETENTE
⪻ Ana Sinclair ⪼
La atmósfera en la sala de juntas era palpable, cargada de una tensión que se podía cortar con un cuchillo. Cada mirada, cada gesto, parecían dirigidos hacia mí, como si el peso de la situación recayera exclusivamente sobre mis hombros. En el centro de esta atención estaba James, cuyo rostro reflejaba claramente su irritación. Con una voz firme, pero impregnada de frustración, me lanzó la pregunta que todos estaban esperando.
—¿A qué se debe esta reunión? —inquirió, su tono denotando su desasosiego.
Lo observé con seriedad, tratando de proyectar la calma que deseaba mantener en medio de esta tempestad de emociones. Sabía que la situación exigía templar los ánimos.
—Ten paciencia —respondí, controlando mis palabras con cuidado— pronto entenderás de qué se trata.
En ese instante, Evans hizo su entrada ajustándose el saco con cuidado. Con una mirada directa hacia mí, formuló la pregunta.
—¿Y bien, ya estamos todos?
Le respondí.
—No, todavía falta el señor Johnson. Me mencionó que ya está cerca.
James me observó con confusión en su rostro y, sorprendido, exclamó.
—¿Qué? ¿Ahora me estás robando a mis inversores? Esto es increíble.
Le devolví la mirada con determinación y le respondí con seriedad.
—Yo no te he robado nada. De hecho, el señor Johnson solicitó hablar conmigo porque, al parecer, alguien no se presentó en la cita que tenía con él. ¿Acaso no tienes claro cuáles son tus responsabilidades, James?
James hizo una mueca, mostrando claramente su frustración.
—Por favor, no me vengas con lecciones de moral. Sé perfectamente cómo llevar a cabo mi trabajo, no necesito que me digas cómo hacerlo.
Evans intervino, dejando entrever su desdén en su tono de voz.
—Entonces asegúrate de hacerlo correctamente, James.
La forma en que Evans lo miraba no era en absoluto amigable. Justo en ese instante, Valeria me comunicó que el señor Johnson ya había llegado. Unos momentos después, el señor Johnson hizo su entrada en la sala, saludando a todos con una amplia sonrisa y un tono cordial.
—Buenas tardes a todos.
—Buenas tardes, señor Johnson. Le ruego que ocupe un asiento, por favor.
James, mostrando una evidente impaciencia, no pudo evitar preguntar.
—¿Podemos comenzar ya? ¿De qué se trata todo esto?
Manteniendo la mirada fija en sus ojos, con una expresión aún helada, le respondí.
—Muy bien, me han comunicado que estás interesado en adquirir un terreno.
James asintió con la cabeza, luciendo despreocupado y confiado.
—Efectivamente, así es.
—Lamentablemente, eso no será posible. Para empezar, el lugar que deseas adquirir tiene un precio muy alto considerando las condiciones tan precarias en las que se encuentra.
James me lanzó una mirada de desprecio.
—¿Qué sabes tú de eso? Si tú solo te ocupas del mundo de la moda. Esa es mi especialidad, así que yo me encargo de las cuestiones relacionadas con las ventas y las compras.
No tuve tiempo de replicar, ya que el señor Johnson intervino con una voz contundente y llena de autoridad.
—Independientemente de si esa es su área de especialización o no, ella ha logrado lo que usted no ha podido, señor James. He tomado la iniciativa de realizar un análisis exhaustivo y he enviado a mi equipo para que verifique el estado del lugar. La condición del suelo no es adecuada y, por tanto, no se puede llevar a cabo ninguna construcción en ese sitio.
Evans tomó una carpeta que tenía en la mano y se la entregó a James.
—Aquí tienes los informes que solicitamos a los expertos sobre el lugar en cuestión.
James tomó la carpeta con una mano y, mientras hojeaba los documentos, su rostro pasó de mostrar una actitud relajada a una marcada preocupación. Evans, por su parte, continuó hablando con un tono de voz serio y decidido.
—Este lugar no es apto para la construcción. La estabilidad del suelo es deficiente, y hemos encontrado evidencias de posible contaminación en el área. Si se llegaran a producir daños, esto podría perjudicar gravemente la reputación de la empresa.
James intentó expresar su desacuerdo, notando cómo su voz temblaba de frustración ante la situación.
—No pueden hacer esto —exclamó, sintiéndose impotente.
Evans lo observó con una intensidad que lo hizo estremecer. Su mirada era firme, casi desafiante.
—Sí podemos —respondió Evans con seguridad—. Poseemos la autoridad necesaria y, al igual que tú, nosotros también estamos al mando de la empresa. Tienes que entender que cualquier error que cometas puede repercutir en nuestra responsabilidad y llevar al fracaso lo que hemos logrado.
La reunión continuó, entrelazada con múltiples intercambios de ideas y análisis minuciosos. Cada persona parecía tener algo que aportar, y el ambiente se tornaba cada vez más tenso. Finalmente, el señor Johnson, con una postura erguida y un aire de determinación, se dirigió a todos los presentes. Su tono era firme y autoritario, dejando claro que la situación requería de atención y resolución.
—En lugar de firmar el contrato con James, he decidido que lo haré con Ana.
James, levantando la voz casi en un grito, respondió:
—¡No puedes hacer eso! ¡Ya habíamos llegado a un acuerdo!
El señor Johnson lo observó con una mirada seria, su rostro mostraba una imperturbable calma.
—Tienes razón en parte, James, pero es importante recordar que hoy no hemos firmado ningún documento, así que no tengo la obligación de comprometerme con alguien a quien no desee asociar.
Al finalizar la reunión, me puse de pie y expresé.
—La reunión ha llegado a su fin.
El señor Johnson se puso de pie, con una sonrisa cortés en su rostro, y comentó:
—Ha sido un placer hacer negocios con ustedes.
Se acercó a mí y me saludó estrechándome la mano con firmeza; luego, repitió el gesto con Evans antes de dirigirse hacia la salida. Una vez que se marchó, solo quedamos James y yo en la oficina. Él me observó con una mirada de rabia, su rostro enrojecido por la ira contenida.
—¿Qué es lo que estás tramando, Ana? ¿Acaso ya te crees la dueña y señora de la empresa, o qué? —preguntó con tono desafiante.
Lo miré con desdén, manteniendo un tono de voz sereno y lleno de ironía.
—No estoy diciendo nada fuera de lugar. Simplemente estoy cumpliendo con mi deber. Que quede claro, no soy responsable de tu falta de habilidades.
James levantó la mano, como si fuera a darme una bofetada, pero Evans se anticipó y agarró su muñeca con firmeza.
—¿Ahora también tienes la intención de golpear a las mujeres?
James, de manera abrupta, liberó su mano y se quedó en silencio, con el rostro encendido de ira.
más capitulos porfis...
creo que Débora tiene otra intención al hacer quedar mal a Ana y a la Madre de él ....