El Retorno De La Princesa.

Elena en su habitación intentaba conciliar el sueño, no sabía lo que Max pensaba de ella y tampoco tenía en claro si sería capaz de aceptar aquella absurda propuesta. Quizás si le decía que es la princesa algo cambiaría, aunque aún tiene que reunir fuerzas para hablar con él nuevamente.

Luego del anochecer Javier llegó a su puerta, Elena se levantó de la cama y la abrió.

—¿Qué sucede?

—Vamos a hablar. —Javier se giró y Elena lo siguió hasta afuera de la cabaña donde vio la espalda de Max sentada en el kiosko.

Este se giró y sus ojos solo irradiaban odio, Javier se sentó frente a él junto a Elena.

—¿Cuál era la propuesta?

—Ya te lo dije —dijo Javier —ella es la princesa y necesita de ti, ella no quiere ser tu esposa realmente solo convertirse en ella por un tiempo —él dirigió su mirada a Elena, aunque debía hacerle una reverencia no tenía el ánimo para eso.

—¿Qué harás por mi?

—Te ayudaré ha vengarte, creo que no es difícil saber de lo que soy capaz —dijo Elena mirándolo fijo —solo que también necesitaré de ti para mi propia venganza.

Max se enteró de lo sucedido con Elena, fue increíble para él enterarse que aquellas princesas que se ven tan dulces tengan una mente tan podrida. Nunca se imaginó que en la familia imperial ocurriera eso, se puede ver entre los príncipes pero jamás en las princesas.

Le costó aceptar pero él volvería a la mansión con su esposa, fuera real o no a los ojos de los otros lo sería.

—Acepto, pero no esperes nada más de mí aparte de lo que acordamos.

—Por mí no hay problema, no necesito nada más sino un rostro.

Dicho esto, Max se levantó y regresó a la habitación, aún le quedaban algunas horas con su esposa según lo dicho por el médico y no las desperdiciaria.

Elena en su habitación sólo pensaba en lo que tendría que hacer, entrar al palacio siendo la esposa de Max es un hecho, pero ¿Como hacer para llegar a sus hermanas y su padre? No sabe si él querrá escucharla o por lo menos creer en lo que dice.

Javier por su parte se preparaba para la operación que realizaría, entre las tantas cosas que debía tener estaba el color de cabello, así que envió a Juan a la ciudad en busca de una peluca negra con las mismas dimensiones del cabello de andrea, a este le tomarían más de una semana en ir y venir, dándole tiempo a Elena para avanzar en la recuperación.

Al paso de seis horas en aquella habitación donde yacía el cuerpo de Andrea había un aterrador silencio, Max abrazaba a su esposa quien ya no logró resistir más.

Javier fuera de esta solo esperaba.

Pasó una hora hasta que Max abrió la puerta, la mirada gentil que siempre tenía al lado de Andrea había desaparecido por completo, en su lugar solo había rencor.

—Puedes hacerlo, necesito volver —tras decir esto solo salió de la cabaña y se alejó de esta.

Javier busco a Elena y le dio aviso, esto provocó muchos nervios en ella, realmente lo harían.

Elena jamás se había vuelto a mirar en un espejo, quería recordar cómo era y no como la dejaron, sin embargo, algo dentro de ella le decía “mira lo que causaron” no solo era recordar lo que hicieron sino las consecuencias de esto, se paró frente al espejo siendo está la última vez que se veía como Elena, esto la destruyó, de su hermoso rostro ya nada quedaba.

Las lágrimas amenazaban con salir pero no lo permitió.

“Lloraré solo cuando todo acabe, no lloraré, no ahora”

Tras esto salió al encuentro con Javier quien la llevó a la habitación donde estaba preparada Andrea, la operación se llevó a cabo con éxito, Elena continuaba anestesiada, mientras que Javier se encargaba del cuerpo de Andrea.

Max aún no regresaba a pesar del tiempo que duró la operación, Javier lo esperaba para darle sepultura a Andrea y él no aparecía.

Tras largas cuatro horas en las que Javier preparó el cuerpo de Andrea para la sepultura apareció Max, este tenía aún sus ojos rojos se podía notar que se desahogo por completo mientras que se imaginaba el rostro de su esposa en otra mujer.

Javier junto a Max salieron de la cabaña con el cuerpo de Andrea a quien sepultaron en un lugar cercano, Javier lo dejo solo y regresó a la cabaña.

Al siguiente día luego de dormir casi doce horas Elena por fin despertó, su rostro le dolió y al llevar las manos a este estaba cubierto de vendas. Suspiro ya que sabe lo que sucederá al quitarlo.

Pasaron varios días en los que Elena se recuperaba, Javier la revisaba con regularidad para evitar cualquier complicación, no obstante, Max no la había visitado en esos días, continuaba en la cabaña, pero con una ansiedad que estaba por volverlo loco, tener que ver a su esposa y saber que no es ella es algo que debe recordar y no olvidar.

Tras varios días llegó Juan con la larga cabellera negra que Elena tendrá que usar, ese día decidieron retirar las vendas.

Frente al espejo a Elena le tocó procesar de forma definitiva que ya no volvería a ser Elena la princesa, sino que sería Andrea Bronk.

Max se enteró de esto y entró a la habitación, frente a la cama justo en la mesa de maquillaje estaba sentada la dama, quien al girarse hizo que su corazón latiera.

“No es mi esposa” —se acercó a ella con una expresión confusa y dejó unas hojas sobre la mesa —aquí tienes algunas cosas que deberías saber de ella, como te dije antes no esperes algo más.

—Vuelvo y te repito, no me interesa nada más —al escucharla Max solo se giró y antes de salir habló de nuevo.

—Vendré en un mes a buscarte, debo ver cómo está mi padre.

—¡Ok! —fue lo único que respondió Elena antes de escucharlo salir.