ochos años de mi vida dedicados a Mauricio, me había entregado en cuerpo y mal, ¿para que?
si lo único que recibí a cambio fue engaño.
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Un encuentro casual.
Carla y Manuel salieron del lugar, en el fondo ninguno de los dos quería irse, Carla porque no quería volver a su realidad y Manuel porque no quería separarse de ella, él deseaba que la noche fuera eternidad, hacía mucho tiempo que no pasaba un momento agradable con alguien.
_ desea algo o quiere que la lleve a algún lugar.- se ofreció él
Manuel era un hombre muy caballeroso, y que decir de su anatomía, era alto, unos 1,89 aproximados de estatura, su cabello negro y su piel blanca hacían resaltar el rojo de sus labios, sus ojos también eran negros, su musculatura se podía notar atreves de su traje, el aura imponente que mostraba podía causar miedos en algunos y curiosidad en otros.
_ A tu cama, estaría bien.- Carla se sentía atraída y que mejor desahogo que meterse en la cama con él.
_ Está ebria.- fue lo que salió de la boca del hombre.
La petición de Carla, tomo por sorpresa a Manuel, aunque no podía negar, que desde que la vio entrar al bar, la había deseado, él era un hombre soltero, no tenía compromisos con nadie, en ocasiones había tenido relaciones esporádicas con una que otra mujer, pero no pasaban de ser eso, relaciones de solo encuentro sexual.
Carla era una mujer muy atractiva y su cuerpo estaba muy bien proporcionado, pero estaba ebria o eso pensaba él.
_ Doctor Castañeda, no tiene por qué ponerse nervioso, usted me dijo que deseaba, yo solo respondí a su pregunta y no, no estoy ebria, que tenga buena noche.- Carla se giró, dándole la espalda y camino hasta su coche dejándolo solo.
…
Manuel.
Había terminado un juicio esa tarde, era un caso algo complicado, pero que había logrado ganar, mi bufete aún no es muy reconocido, pero hemos logrado hacerlo crecer en estos últimos años, lo funde con mi mejor amigo Marcos hace 6 años, con esfuerzo y dedicación poco a poco hemos logrado nuestro sueño.
Cómo les decía esa tarde había ganado un juicio, el plan era celebrar con Marcos, pero una vez más me dejó plantado por una de sus faldas. Así que fui al bar en dónde siempre celebramos nuestros triunfos.
Estaba por irme a descansar, cuando la figura de una mujer llamo mi atención, ese hermoso vestido, le quedaba de infarto, la seguí con la mirada hasta que se detuvo en la barra. Habían pasado 3 horas y ella seguía tomando, no podía verla con claridad, pero me parecía conocida, pero no sabía de dónde, deseaba acercarme, pero quizás solo quería estar sola.
Me animé en acercarme, al percatarme que alguien más, pensaba hacerlo, y por su aspecto sabía que no iba con buenas intenciones.
Al llegar a la barra, supe de quién se trataba, Carla Montiel de López, esposa de Mauricio López, unos de mis contrincantes más duro.
Estuvimos conversando un largo rato, cosas triviales para algunos, pero interesantes para nosotros, que amamos las leyes, estábamos tan a gusto que no notamos, que el lugar estaba vacío.
Salimos del bar cuando nos indicaron que era hora de cerrar, la verdad no tenía ganas de irme, me sentía muy atraído por Carla, es una mujer muy interesante, no como las que suelo llevar a la cama, que solo hablan de ropa y los tantos viajes que hacen.
Una vez que estuvimos afuera me ofrecí a llevarla a dónde deseara, pero su respuesta me dejó estático, no supe qué decirle, más si estaba ebria, cosa que pareció molestarle, aunque parecía estar sobria.
_ Doctor Castañeda, no tiene por qué ponerse nervioso, usted me dijo que deseaba, yo solo respondí a su pregunta y no, no estoy ebria, que tenga buena noche.- Carla se giró, dándome la espalda y camino hasta su coche dejándolo solo.
Esas fueron sus palabras, la verdad me sentí tonto, ¿me estaba dejando intimidar por ella?, cuando estaba por llegar a su auto, la detuve, no sé por qué, era mi cuerpo, reacciono por sí solo, no quería tenerla lejos.
Ella me miró directo a los ojos, ahí pude apreciar ese lindo tono café claro en ellos, pude ver también tristeza en ellos, algo la había dañado, deseaba saberlo, pero quizás no fuera algo de lo que quisiera hablar.
Estuvimos, así, unos segundo, hasta que me beso, fue el beso más increíble, podía sentir sus ansias en él, mi piel se erizó y mi entrepierna se despertó, lo deseaba tanto como ella.
…
El pasional beso se prolongó por unos minutos, las manos de Manuel viajaron por debajo de su vestido, hasta llegar a su zona sensible. La cual estaba húmeda.
_ En su coche o en el mío.- pregunto ella al separarse, siendo directa.
_ En el mío.- finalizo él.
Los dos subieron al coche de Manuel, el conjunto hasta su apartamento, una vez estuvieron en el estacionamiento, el bajo y le abrió la puerta. Habían estado en silencio todo el camino, pues lo que menos quería era hablar, solo deseaba llegar y saciar sus ansias de estar unidos.
El viaje en el ascensor, se les hizo eterno, así que al entrar al apartamento, que no era más que un Penthouse, con una vista era espectacular, pero eso no importaba en ese momento.
Poco a poco la ropa fue desapareciendo, al llegar a la habitación ya estaban completamente desnudos. Carla, enredo sus piernas en la cadera de Manuel, él la llevo hasta la cama en dónde la recostó con cuidado.
La beso desde su cuello, hasta llegar a sus pechos, los cuales estaban duros, producto de la excitación, Manuel, chupaba uno, mientras que con la mano, masajea al otro, después de disfrutar de sus pechos, subió nuevamente a su boca. Por un momento se separaron del ardiente beso y se miraron.
_ Estás segura de esto.- le pregunto él con su respiración agitada.
Ella no artículo palabra, solo lo atrajo a ella con sus piernas, haciendo que entrara en ella de una sola estocada. Él era sumamente grande, pensó ella. Podía sentir cómo todo su interior se llenaba de él.
El acto anterior, excito por completo a Manuel, y a la vez lo hizo perder la poca cordura que le quedaba, su cadera se movían con rapidez y deseo, la habitación se llenó de los sonidos producto del momento.
Mis Felicitaciones para tí.