Estuve diez años casada con el amor de mí vida, aún sabiendo que el amor de mí vida, amaba a mí hermana.
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Capítulo 12
...Aziel....
Todavía recuerdo nuestro primer aniversario de casados.
Había llegado a casa luego de un día infernal en la empresa.
Al entrar, me dirigí hacia la sala. Dejé mí portafolio en el sofá. Me quité mí corbata y caminé hacia el comedor, en busca de una cerveza.
Necesitaba algo de alcohol.
Ya que odio ésta fecha más que nada en el mundo.
La maldita fecha en la que me ví condenado a pasar el resto de mí vida atado a ésta maldita mujer.
Hoy es el maldito 21 de septiembre.
Entro al comedor y lo primero que captan mis ojos es todo un festín.
Aspen había cocinado.
Mis comidas favoritas estaban ahí.
Pollo a la naranja.
Pasta con carne.
Arroz frito con verduras.
Olía delicioso, no debería sorprenderme ya que Aspen estudia gastronomía.
Estuve tan tentado a probar la comida que ella hizo.
Pero antes de poder hacerlo, escuché pasos detrás de mí.
Al voltear, mis ojos se encuentran con unos de color zafiros.
Los mismos que hacen que mí tormento empeore.
No puedo ver los ojos de Aspen, sin pensar en Dakota. Y en como quisiera que fuera Dakota quien éste aquí y no ella.
Ella me observó dulcemente, con nerviosismo y curiosidad.
Llevaba un bonito vestido amarillo suelto, su cabello corto estaba ondulado suavemente; su maquillaje era sutil pero, aún así, la hacia ver hermosa.
Dakota es el tipo de belleza fuerte, despampanante, de esas que piensas que si la tocas, iras al infierno.
Y la belleza de Aspen es suave, elegante y con gracia. Ella es como aquéllo que uno quiere tocar; pero es imposible tocar el reino de los cielos.
—Llegaste tarde, amor. –Su dulce voz melodiosa al dirigirse a mí, hace que mí fría armadura se derrita–.
Ella era peligrosa.
Una mujer que con tan sólo unas dulces palabras es capaz de lograr que mí ritmo cardíaco aumente.
—Tenía que trabajar hasta tarde. –Le informé–.
Ella asintió y me sonrió, acercándose a mí.
—Hice la cena. –Comentó con dulzura–.
Su aroma a flores inundó mis fosas nasales, haciéndome cerrar los ojos para contemplar su presencia.
—Eso veo... –Mi voz salió más ronca de lo que hubiera querido–.
Pude sentir sus labios carnosos posarse sobre mí mejilla.
Solté un suspiro tembloroso.
Todo lo que quería era tomarla en mis manos y abrazarla hasta que nuestros cuerpos estuvieran fusionados.
Pero, no podía.
Ésta mujer que parece una bonita oveja, es en realidad un lobo disfrazado, esperando el momento oportuno para atacar.
Eso era lo que Dakota me decía cuando aún estaba aquí.
Yo no quería creerle, porque Aspen siempre ha sido una chica muy dulce y tranquila.
Pero, lo confirmé cuándo ella se metió en mí cama.
Fue ahí cuando supe que Dakota siempre tuvo razón.
Aparté a mí mujer de mí, y ella me observó con sorpresa y confusión.
—¿Amor? –Intentó acercase nuevamente, pero la alejé–.
—No me llames así. –Solté con frialdad, haciéndola estremecer–. Y no te atrevas a volver a tocarme.
La hice aún lado, y regresé a la sala en busca de mí chaqueta. Caminando hacia la puerta.
Pude oírla seguirme rápidamente.
—¿Dónde vas? –Preguntó con nerviosismo–.
—Salgo.
—Pero... Es nuestro aniversario y preparé comida para ti y... –La corté–.
—No me importa. –La observé con ojos gélidos–. ¿No lo entiendes, Aspen? Te detesto. Te odio con toda mí alma.
Pude ver cómo sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.
Mis palabras la estaban lastimando, y eso hacia mí corazón doler.
Pero, no podía detenerme.
Tenía que crear un muro entre nosotros, no podía dejarme engañar por su rostro angelical.
—Y-Yo sólo quería...
—¿Qué? ¿Qué querías, Aspen? –Solté, interrumpiéndola, mientras ella apartaba su mirada de mí–.
—Ya te metiste en mí maldita cama como una jodida zorra. Te embarazaste de mí. Y te hice mí esposa. ¡Ganaste! Ahora déjame en paz.
Eso fue lo último que le dije antes de salir por aquélla puerta.
No hacía falta preguntar para saber que Aspen lloró toda la noche.
Yo, por mí parte, fuí a un bar y bebí hasta desmayarme.
Al otro día, dormí y no me desperté hasta que volvió a caer la noche.
Fuí a la cocina y vi a mí esposa e hijo cenando juntos.
Mí lugar estaba vacío, y no había un plato en la mesa para mí.
Ella no levantó la vista, no me miró.
Lo único que dijo fue.
—Hay imanes en el refrigerador, puedes llamar al delivery o algo.
Así fue como terminó nuestro primer aniversario juntos.
Ella y nuestro hijo comiendo juntos.
Mientras que yo pedía un delivery a casa.
Mirando hacia atrás, me doy cuenta que fui un completo imbécil con una mujer que sólo quería llamar mí atención.
Sí, Aspen hizo las cosas mal.
Sí, yo amaba a Dakota y no a ella.
Pero, ¿Ella realmente merecía el maltrato que le hice vivir?
Ahora mismo, sigo en su casa.
Estoy sentado en la mesa, mientras la observó servir la comida.
Ella siendo una completa ama de casa, es una imagen que nunca vi.
Quizás si no hubiera estado viviendo del odio, hubiera podido disfrutar de éstos detalles simples en mí matrimonio.
Pero, ahora ya es tarde para pensar en lo que <
Hice mí cama y ahora debo acostarme en ella.
Comenzamos a comer, era nuestra primer comida juntos como familia.
Y su comida sabía a cielo.
Nunca he probado algo tan delicioso en toda mí vida.
Creo que fuí muy obvio, ya que repetí el plato dos veces más.
Mientras estábamos ahí, disfrutando de las cosas raras que decía nuestro hijo, Calen soltó.
—¿Mami, tu amigo de los dibujos en las manos vendrá a comer algún día también? –La pregunta de nuestro hijo fue completamente inocente, pero en mí causó una inmensa sensación de celos–.
Rápidamente observé a mí mujer.
—¿Amigo? ¿Dibujos en las manos? ¿De que diablos está hablando? –Interrogué con obvia molestia–.
Aspen casi se atragantó con el vino por la lluvia de preguntas que recibió de nuestra parte.
—Mhmm... –Se aclaró la garganta–. Es un amigo. –Me informó, causando que una intensa presión comenzará a asfixiarme–. Y no, amor, el amigo de mami no vendrá a comer a casa. –Acarició a nuestro hijo, quién hizo un puchero decepcionado–.
Me hervía la sangre.
—¿Así que ahora tienes amigos? –Indagué–.
—Sí. –Soltó sin más–
Si lo que ésta mujer quería era hacerme daño, pues lo estaba logrando.
—¡El amigo de mami es genial, papi! –Habló Calen con entusiasmo, y mis ojos se posaron en él–. ¡Tiene dibujos por el cuello y en las manos! –Emoción–.
Enarqué una ceja.
—¿Dibujos? –Cuestioné–.
—Tatuajes. –Me corrigió mí esposa–.
—¡Es muy grande! –Continuó, nuestro pequeño–. ¡Más grande que tú, papi!
Maldita sea, dicen que el karma llega pronto. Definitivamente mí hijo es el karma que me hará pagar todo lo malo que he hecho.
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...Calen haciendo sufrir a su papá ;D...
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...Psdt: Les informo que trataré de actualizar todos los días y, en su defecto, día por medio. ;)...