Enamorarse No Está En El Contrato

Después de las clases los chicos regresaron a sus casas. Aidan y Sayer iban en la moto del pelinegro. Sayer le hablaba a su amigo de lo que llevarían el viernes para pasar el fin de semana afuera. Finalmente llegaban a la casa del pelirrojo, el chico se bajó dándole el casco.

—Te veré mañana— le dijo Sayer.

—Descansa— le sonrió su amigo.

El pelirrojo se dirigió a su casa mientras Aidan regresaba a la suya. En el camino pensaba en la celebración de su cumpleaños para el viernes. Debía avisarle a sus padres que se quedaría afuera el fin de semana. Llegó en pocos minutos a su casa, dejó la moto en el garage. De pronto vio a su rival llegar en el Audi. Ninguno se miró y ambos entraron a sus casas.

—Hola— saludó Aidan a sus padres.

—Hijo— sonrió Cleissy—. Estoy preparando la cena.

—¿Cómo estuvieron las clases?— le preguntó Arturo.

—Bastante bien— le dijo su hijo—. Les quería avisar que éste fin de semana me quedaré afuera.

—¿Con quién?— le preguntó Arturo.

—Dos compañeros de cuarto año y Sayer— le dijo Aidan—. Nos ayudarán con los informes.

—¿Por qué no le pediste ayuda a Indigo?— preguntó sin entender Arturo—. Se supone que es tu mejor amigo.

Aidan puso una cara de desagrado que sus padres se quedaron mirando. Cleissy y Arturo supusieron que tal vez los chicos se habían peleado.

—No estoy de acuerdo en que vayas con ellos, no conozco a los jóvenes con los que te quedarás afuera— le dijo su padre.

El pelinegro pensó en algo rápido, lo que menos quería era tener a sus padres cuestionando sus acciones.

—Creo que él irá con Odris también— mintió Aidan—. Supongo que nos juntaremos todos allá para estudiar.

Los padres se miraron ahora ya más tranquilos, podrían continuar con su gran idea.

—Aidan, con tu madre queremos hablar de algo contigo y con la familia de Indigo— le dijo Arturo.

El pelinegro supuso que sería algo relacionado con Golden, lo que menos quería era escuchar que debía hacerse cargo de la empresa junto a su rival.

—¿Y de qué sería?— preguntó Aidan con algo de recelo.

—No lo hablaremos ahora— dijo Cleissy—. Su momento llegará. Iré a terminar la cena.

Aidan vio a su madre alejarse, y antes que su padre le siguiera preguntando más cosas, se alejó del lugar con la excusa de ir a darse un baño antes de la cena.

Mientras en casa de Indigo, las cosas no estaban muy diferentes, los tres se encontraban en la sala de la casa mientras la cena se cocinaba.

—Entonces, ¿has ayudado a Aidan con sus estudios?— le preguntó Melvin—. Sabes que es tu deber como alumno mayor que él.

—Yo no necesito ayudarlo con nada, Aidan ya tiene quién le enseñe y son los alumnos del centro estudiantil— le dijo Indigo con desinterés.

Ambos padres se miraron con rostro reprobatorio.

—No me parece que lo dejes solo— le dijo Melvin—. Aidan es tu mejor amigo.

Indigo rodó los ojos harto de estar escuchando siempre de una amistad que no existía, y para peor Aidan lo odiaba a muerte.

—¿No puede él tener más amigos?. Yo no soy su guardaespaldas— dijo algo molesto el castaño.

—No lo eres, pero prometiste cuidarlo siempre— le reprendió Melvin—. No dejaré que rompas tu palabra.

Indigo frunció levemente el ceño, ¿cuándo él prometió algo así?. Los únicos recuerdos que tenía eran que se llevaban pésimo desde que recordaba, apenas jugaban y siempre terminaba uno llorando.

—¿Sí?, debió ser cuando era un mocoso sin recuerdos— dijo con algo de brusquedad Indigo.

Los padres del chico comenzaron a preocuparse, era la primera vez que veían actuar así a su hijo. Para el castaño las cosas no eran indiferente, realmente estaba harto de tener que fingir que se llevaban bien, más ahora que Aidan se había vuelto tan cercano a Kilian. Por algún motivo si antes lo quería lejos, ahora no quería verlo, se sentía incómodo a su lado y para ser sincero ni siquiera sabía porque le había comprado ese collar.

—¿Indigo?— le dijo su madre—. Te estoy hablando, ¿me escuchaste lo qué te dije?.

—No— le dijo su hijo con tono amable—. ¿Qué decías má?.

La mujer suspiró.

—Lo que quiere decir tú madre es que necesitamos hablar contigo respecto a la empresa, y ese es un tema que tendrá que ser resuelto con los Cinn— dijo Melvin.

Indigo supuso que sería por los papeles del traspaso, a decir verdad el chico estaba bastante entusiasmado con tomar su lugar en la empresa. Para eso se había preparado por largos años en la universidad, siempre con los mejores puntajes en todas las materias. Aunque lo único que le molestaba era el hecho de saber que tendría que trabajar con Aidan. A decir verdad con el dinero que ganaría podría tener una oficina apartada de su rival, además de personal que le llevara los mensajes por él en las reuniones. No sería necesario el contacto.

—Avísenme cuando quieran hablar, pero el viernes me iré de paseo con mis amigos y regresaremos el domingo— les dijo Indigo.

—Hablaremos antes que te vayas al viaje con tus amigos, sales temprano de clases y Aidan también— dijo algo molesto su padre, la actitud que tenía su hijo no le era de su agrado. Con mayor razón adelantarían la reunión con los Cinn.

Indigo no dijo nada, se levantó de su asiento y avisó que se iría a dar un baño antes de la cena. Mientras su hijo se retiraba de la sala, Melvin tomó su celular y llamó a Arturo para avisarle que harían la reunión con sus hijos el viernes después de clases.

En la casa de los Cinn y después de darse un baño, Aidan se colocaba el pijama para bajar a cenar. Estaba con la mente agotada y con mayor razón al saber que sus padres querrían hablar del traspaso de la empresa. Aunque para él era demasiado pronto pues aún estaba en segundo año de la universidad. Terminó de vestirse y bajó a cenar, sus padres lo esperaban en el comedor.

—Hijo— le dijo Arturo mientras éste se sentaba—. Me llamó Melvin y haremos la reunión el viernes, después de clases.

—Pero— dijo Aidan con tono de protesta, el viernes era el viaje.

—Haremos la reunión después de las clases, así te vas después con Indigo— le dijo su padre. Ya no acepataría las protestas de su hijo.

El pelinegro dio un suspiro, estaba claro que tendría que llegar después al local de Kilian. No quiso discutir con sus padres, después de todo iba a las de perder. Comenzó a cenar mientras ellos hablaban de sus temas. Luego de terminar se despidió de sus padres y fue a la cocina a dejar los platos, los lavó.

—Mañana hablaré con Kilian para que avisarles que me iré después— pensó Aidan terminando de lavar. Luego salió de la cocina y se dirigió al baño antes de ir a su habitación.

Para ser sincero se sentía bastante molesto. Lo había pensado por un largo tiempo, tal vez ya era hora de que sus padres entendieran que jamás hubo una amistad real.

—No sé si decir algo o quedarme callado el viernes. Pero tal vez sea la única instancia en que pueda decirles la verdad— se decía mientras apagaba la luz—. Además está claro que ese idiota me apoyará, me odia tanto como yo a él.

Se acostó mirando hacia la ventana, ahora no sabía si deseaba que llegara con antelación el viernes. Con ese pensamiento se quedó dormido.

Miércoles por la mañana y Aidan se levantaba con poco ánimo. Sus pensamientos seguían enredados en la conversación de la noche anterior y en lo desagradable que sería esa reunión. Salió de su habitación y fue a darse un baño.

Minutos más tarde se dirigía al comedor para desayunar. Saludó a sus padres y dejó su mochila en la silla.

—Hoy podrías irte a la universidad con Indigo— le dijo Arturo.

Aidan soltó una risa de burla.

—¿Es una broma?— le preguntó su hijo, al ver el rostro de su padre cambió de tono—. No es posible porque yo voy a buscar a Sayer, y él va a buscar Odris— mintió pues el mayor jamás iba por Odris.

—Ah bueno, si tienen las cosas divididas así— dijo Arturo—. Sólo espero que estén bien.

—Sí— le dijo Aidan con desinterés.

Terminó de desayunar a toda carrera, ya no quería más palabras de sus padres que le perturbaran la mañana. Se despidió de los dos y salió de la casa, fue al garage por su moto. Realmente sentía que volaba en la libertad de la velocidad, por él se perdiera para siempre en algún lugar lejos de sus padres y aquel amigo que odiaba.

Al salir de su casa vio que también Indigo salía en su Audi. Aquello le pareció demasiado raro ya que el castaño siempre salía más tarde que él. Indigo sintió los ojos del chico pero lo ignoró. Aidan se puso el casco y salió en busca de Sayer. El chico continuó hacia las calles correspondientes, ahí vio al pelirrojo con su siempre sonrisa. Se detuvo a su lado.

—¡Buenos días!— le saludó Sayer.

—Hola— le respondió el pelinegro sin ánimos.

—¿Qué pasa bambi?— le preguntó Sayer viendo el rostro de su amigo.

—Mis padres quieren hablar el viernes después de clases con respecto al traspaso de la empresa— le dijo Aidan—. Estuvo a punto de no dejarme ir al paseo, le tuve que inventar que ese imbécil también iba.

—¿Y qué harás?— preguntó el pelirrojo.

—Tendré que irme después— le dijo el pelinegro dándole un casco—. No te preocupes, tú vete con los chicos y me envían la ubicación. Llegaré, lo prometo.

Sayer se puso el casco y luego subió a la moto, se afirmó de su amigo mientras se echaba a andar.

—Sólo te daré un consejo— le dijo el pelirrojo—. No es conveniente que digas algo el viernes, tus padres pueden congelar la herencia si no estás de acuerdo con sus desiciones.

Aidan frunció el ceño y aceleró su moto, por ahora no quería pensar en absolutamente nada. Estaba tan molesto que sólo ver la cara de Indigo le había indigestado el día.