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Irina: ¡Esta Villana No Se Dejará Matar!

Irina: ¡Esta Villana No Se Dejará Matar!

Status: Terminada
Genre:Escuela / Comedia / Brujas / Reencarnación / Mundo de fantasía / Completas
Popularitas:5k
Nilai: 5
nombre de autor: Stephanie_$77

Reencarné como la villana y el príncipe quiere matarme. Mi solución: volverme tan poderosa que nadie se atreva a intentarlo. El problema: la supuesta "heroína" es en realidad una manipuladora que controla las emociones de todos. Ahora, debo luchar contra mi destino y todo un reino que me odia por una mentira.

NovelToon tiene autorización de Stephanie_$77 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

La Invitación Temeraria

El sol apenas empezaba a colorear el cielo cuando Irina, montada en Alba con la soltura que ya empezaba a ser natural, practicaba carreras suaves por el perímetro del patio. Su mente repasaba los textos de magia prohibida que había devorado el día anterior. "Alteración de la memoria", "transferencia de mana forzada"... conceptos oscuros y fascinantes que guardaba como cartas bajo la manga.

De pronto, vio una figura solitaria acercarse por el camino principal. Alto, derecho, con una túnica de montar impecable. ¿Otra vez? ¿Este chico no tiene reinos que gobernar o aburridos documentos que firmar?

El Príncipe Alexander se detuvo a una distancia prudencial, observándola cabalgar con una expresión que intentaba ser neutra, pero en la que Irina detectó un destello de... ¿envidia o amor?

"Buenos días, Su Alteza", lo saludó ella, deteniendo a Alba frente a él. "¿Vino a buscar su revancha? Debo advertirle, mi técnica de 'tropiezo ofensivo' ha mejorado."

Alexander esbozó una leve sonrisa, casi un tic. "No, Lady Irina. Pensé que... quizás podría acompañarte en tu entrenamiento matutino." La formalidad de sus palabras chocaba con lo inusual de la petición. Claramente, la dosis de caos controlado de ayer había sido adictiva.

Irina lo miró, y el engranaje de su mente maquiavélica empezó a girar a toda velocidad. Llevar al príncipe heredero a una masmorra llena de monstruos... ¿Qué podría salir mal? Todo. Pero, ¡qué manera tan gloriosa de forjar un vínculo! Nada une más que el peligro compartido y la posibilidad de ser regañados hasta el infinito.

Bajó de la yegua con un salto (un poco forzado para parecer más impresionante). "El entrenamiento de hoy es más... práctico", dijo, con un brillo pícaro en sus ojos azules. "Voy a inspeccionar una masmorra cercana. Se rumorea que hay... murciélagos escamosos de un tamaño preocupante. ¿Le interesa una misión de reconocimiento, Su Alteza?"

Alexander palideció ligeramente. "¿Una masmorra? Lady Irina, es extremadamente peligroso. Mi guardaespaldas no..."

"¡Bah! Los guardaespaldas arruinan la diversión", lo interrumpió ella, agitando una mano. "Además, ¿no es un príncipe? Debe conocer los peligros de su reino de primera mano. Esto es... educación patriótica. Y yo seré su guía experta." Dijo esto último con una arrogancia tan cómica que era imposible tomársela en serio.

Después de un debate interno que se veía reflejado en su rostro (el Protocolo Real vs. La Tentación del Caos), Alexander, contra todo pronóstico, asintió. "Muy bien. Pero extremaremos la precaución."

El viaje a caballo fue... educativo. Alexander montaba con técnica perfecta, pero rígido como una tabla. Irina, en cambio, se mecía con Alba, hablándole en susurros y señalando puntos de interés con la dramática seriedad de un explorador.

"Vea, Su Alteza, ese arroyo. Agua potable, pero hay que hervirla por los renacuajos alucinógenos. Lo leí en un bestiario."

Alexander la miró, desconcertado. "¿Renacuajos... alucinógenos?"

"Sí. El año pasado, un pastor vio a sus ovejas bailar ballet durante tres días. Fue un escándalo."

Ella lo inventaba todo, por supuesto, pero la forma en que lo decía, con total convicción, dejaba al príncipe sumido en una profunda confusión.

Al llegar a la entrada de la masmorra, el ambiente cambió. El aire se enfrió y Alexander puso la mano en la empuñadura de su espada, su rostro serio otra vez.

"Irina, esto no me parece..."

"¡Shhh!" ella lo interrumpió, poniendo un dedo infantil sobre sus labios. "Escuche."

Desde el interior llegó el familiar y ensordecedor ¡CLACK-CLACK-CLACK! de los Murmullos Escamosos.

Alexander se puso tenso como un arco. "¡Son muchos!"

"¡Son muchos para uno solo!", corrigió Irina con una sonrisa salvaje. "Pero somos dos. Yo soy la distracción, usted es la precisión. ¿Recuerda? Astucia."

Antes de que él pudiera protestar, Irina sacó su puñal de acero (lo que hizo que Alexander arqueara una ceja al ver que una niña de cinco años llevaba eso) y gritó a pleno pulmón: "¡OYE, CHICOS FEO! ¡LA FIESTA DE TÉ HA TERMINADO, VOLVED A VUESTRAS PIEDRAS!"

Cargó hacia dentro. Alexander, entre el pánico y el deber, desenvainó su espada y la siguió.

Lo que siguió fue un caos gloriosamente coordinado. Irina era un torbellín impredecible, lanzando pequeños hechizos de fuego para asustarlos y esquivando ataques con sus ridículas piruetas. Alexander, por su parte, era eficiencia pura. Cada estocada suya era precisa, cada bloqueo, económico. Eliminaba a las criaturas que Irina distraía.

En un momento dado, uno de los Murmullos más grandes saltó hacia la espalda de Alexander, que estaba ocupado con otro. Irina, sin pensarlo, lanzó el hechizo más simple que sabía: un golpe de aire. No fue fuerte, pero fue suficiente para desviar al monstruo, que cayó a los pies del príncipe, quien lo remató con un movimiento rápido.

Se giraron, jadeantes, y se miraron. El polvo se asentaba a su alrededor. Alexander tenía una astilla de piedra en el hombro y la túnica rasgada. Irina estaba nuevamente cubierta de tierra, con el pelo hecho un desastre, pero con una sonrisa triunfal.

"¿Ve, Su Alteza?", dijo, señalando el montón de criaturas derrotadas. "Educación práctica. Aprobado con honores."

Revisando la cueva, Irina "encontró" (guió hábilmente a Alexander hacia) un pequeño cofre escondido que había pasado por alto la vez anterior. Dentro había un brazalete de plata sencillo que aumentaba ligeramente la concentración de mana.

"Para usted, Su Alteza", dijo Irina, entregándoselo con una reverencia teatral. "Un trofeo por su valentía."

Alexander lo tomó, conmovido. "Yo... no debería. El mérito fue tuyo, Irina. Eres... increíblemente valiente." La había llamado por su nombre, sin el "Lady".

"Bueno, alguien tiene que mantenerlo a salvo de los bailarines alucinógenos", dijo ella con un guiño.

El regreso fue en un silencio cómplice, roto solo por los comentarios de Irina. "¿Cree que su abuela notará la túnica? Podríamos decir que fue un... ataque de ardillas muy, muy grandes."

Alexander, por primera vez en lo que seguramente era años, se rio abiertamente. "Ardillas. Gigantes. Y... con escamas."

"¡Exacto! ¡Veo que está aprendiendo!"

Al despedirse en el castillo, Alexander, ya más serio, le dijo: "Lo de hoy... no fue protocolario. Pero fue... memorable. Gracias, Irina."

"Any time, Su Alteza. Any time."

Mientras veía alejarse al futuro rey, Irina sonrió. No solo había conseguido un aliado poderoso. Había conseguido un amigo. O al menos, la versión de un amigo que se puede tener cuando uno es una villana en recuperación y el otro es un príncipe contable. El plan de supervivencia avanzaba mejor de lo esperado. Y lo mejor de todo: había sido tremendamente divertido.

Los días siguientes se convirtieron en un torbellino de aventuras no autorizadas que habrían hecho envejecer prematuramente al jefe de la guardia real de saber de ellas.

Cada mañana, Alexander aparecía puntual como un reloj, y Irina, con la creatividad de un director de cine de comedia, ideaba un nuevo "entrenamiento".

· Día de Agricultura: Irina lo arrastró a los campos, donde le "enseñó" a plantar nabos. "¡La postura es clave, Su Alteza! Flexione las rodillas, no la espalda. Un rey debe saber de dónde viene su comida... ¡y también cómo no arruinarse la espalda en el proceso!" Alexander, acostumbrado a la teoría de la economía, terminó con las manos llenas de tierra y una inexplicable satisfacción al ver su hilera de nabos (torcidos, pero nabos al fin).

· Día de Comercio Ilegal (Light): Disfrazados con capas raídas que Irina "tomó prestadas" del ropero de los pajes, se colaron en el pueblo. En un rincón del mercado, Irina desplegó un mantel y empezó a vender con una labia demoledora los "exclusivos" objetos de baño de la masmorra. "¡Este peine de carey? ¡Peleó contra un troll! ¡Mire esta muesca! ¡Le da carácter!" Alexander, ruborizado, intentaba ayudar, pero su formalidad era tan evidente que la gente compraba más por lástima que por convencimiento. Al final, ganaron unas monedas y el príncipe vivió la embriagadora libertad del anonimato.

Fue durante estas travesuras que la mirada de Alexander hacia Irina comenzó a transformarse. Ya no era solo curiosidad o diversión. Era algo más tierno, más profundo.

La veía reír a carcajadas cuando un pollo les robó un nabo, discutir con una vendedora de telas como una comerciante experimentada, o explicarle la "filosofía del espadachín descalzo" (otra invención suya) con barro en la nariz.

Para Alexander, criado en una jaula de oro donde cada gesto era calculado, Irina era un huracán de autenticidad y vida. Era exasperante, impredecible y la persona más fascinante que había conocido. Un día, mientras ella intentaba enseñarle a silbar con una brizna de hierba (y fallando estrepitosamente), él la miró y un pensamiento cruzó su mente con la fuerza de una revelación: "No quiero estar en ningún otro lugar."

Mientras Alexander se enamoraba, Irina perfeccionaba su arte.

"Conexión emocional: check. Sentimiento de camaradería: check. Deuda de gratitud por aventuras emocionantes: check", mentalizaba Irina cada noche, como si tachara puntos de una lista. "Su sonrisa es un 37% más frecuente en mi presencia. Excelentes progresos."

Ella veía sus mejillas sonrojadas, la forma en que su mirada se suavizaba cuando la miraba, y lo interpretaba como el éxito de su campaña de "Relaciones Públicas con el Futuro Verdugo". No había espacio en su corazón para el romance, solo para la estrategia de supervivencia. El recuerdo del final del libro—de la hoja de acero de Alexander atravesándola—era un muro demasiado alto.

Cuando él, con torpeza, intentaba un cumplido ("Tu pelo brilla como la nieve bajo la luna"), ella respondía con pragmatismo ("Sí, es un disuasorio natural contra los vampiros, lo leí"). Si su mano rozaba la de él por accidente, Alexander sentía un voltaje y ella solo pensaba: "Contacto físico no hostil. Bueno para la confianza."

Y cuando Alexander se iba, cargado de sonrisas y confusión adolescente, Irina se sumergía en su verdadera obsesión: la biblioteca y la magia prohibida.

Ya no solo leía. Experimentaba.

En una habitación secreta que había descubierto detrás de una estantería falsa, practicaba. Una vela se apagaba y se encendía con un chasquido de sus dedos, no con fuego, sino con una fría luz violeta que absorbía el sonido a su alrededor. Hacía flotar objetos no con suaves corrientes de aire, sino con hilos de sombra que se retorcían como serpientes.

Una noche, logró su primer hechizo prohibido exitoso: "Toque del Olvido". Se lo aplicó a una mosca. El insecto, que volaba en patrones caóticos, de repente se quedó quieta en el aire, confundida, habiendo olvidado por completo qué estaba haciendo y adónde iba.

Irina sonrió, una sonrisa que no tenía nada de infantil. No era un hechizo para matar. Era para sobrevivir. Para escapar. Para crear oportunidades.

Miró por la ventana hacia las luces de la capital, donde Alexander estaría durmiendo, probablemente soñando con ella. Dos realidades paralelas. Él, construyendo un castillo de sentimientos genuinos. Ella, excavando un túnel de escape bajo sus cimientos, ladrillo a ladrillo, con magia oscura y un corazón blindado por el conocimiento de un futuro que solo ella recordaba.

La comedia de sus días contrastaba con la sombra de sus noches. Y en el centro de todo, una ironía cruel: el verdugo se estaba enamorando de la condenada, y la condenada solo veía en su amor la herramienta perfecta para evitar la ejecución.

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Nita S.R
Ya quiero leer la nueva temporada.
está historia me hizo recordar los procesos que muchos pasamos 😭😭
Monica Defalco
excelente!!!!!
Maria Phia
Me encantó! Ahora espero ansiosa la segunda temporada!! 💪
Alejandra Gonzalez
me gusto mucho, espero que luego salga la segunda temporada, felicitaciones al autor, mucho éxito en todo
Tania Sierra Galindo
Necesito esa temporada
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