El Beso De La Bestia

Después de la reunión, Áine regresó a su habitación había dejado a todo el consejo sumido en la duda por su decisión de viajar solamente con Titania la País del Sur

 Los tres caballeros entraron de inmediato, con sus rostros tensos, ante la decisión que había tomado su querida Reina.

—Pierden su tiempo. Mi decisión está tomada —dijo Áine, sin mirarlos, mientras preparaba un equipaje ligero para el viaje.

—Majestad, es demasiado peligroso. No puede ir simplemente sola —habló Ethan controlando sus impulsos.

—No iré sola; Titania me acompañará —respondió ella, y los miro a los tres

—Es peligroso. No podemos confiar en que Titania la pueda proteger —intervino Gin.

—¿No confían en ella? Entonces, ¿por qué han permitido que prepare mis medicamentos todo este tiempo? ¿Acaso no creen que podría estar envenenándome lentamente? —cuestionó sin siquiera levantar su voz, no era necesario hacerlo pues aun así ella mostraba firmeza.

Xander entrecerró la mirada. Conocía a Áine, algo estaba planeando para haber tomado aquella decision. Pero aun así, dejarla ir sola al País del Sur era algo que se negaba a aceptar.

—Retírense —ordenó Xander a sus compañeros.

Ethan y Gin se resistían a marcharse, querían seguir intentando convencer a su Reina, pero Xander era el líder de los caballeros, por lo que no les quedo de otra más que obedecer y se marcharon sin decir más.

—Déjame ir contigo —dijo Xander, una vez ambos estaban solos.

Áine suspiró y le dirigio la mirada. Xander se había criado con ella desde niños; por lo que su conexión era más que una simple de Reina a caballero.

—Mi decisión ya fue tomada. Retírate —dijo Áine, con firmeza,  ni siquiera Xander conseguiría hacerla cambiar de opinión.

Xander salió furios de la habitación de Áine y se dirigió con paso rápido a la recámara de Titania, la encontró de pie en medio de la habitación, como si lo hubiera estado esperando.

—Escucha bien, Titania. Si algo le sucede a Áine, serás la única responsable —amenazó Xander, mientras la sujetaba con fuerza brutal del brazo.

Titania ni siquiera se inmutó. La presión en su brazo era dolorosa, pero había prometido jamás mostrarse débil ante nadie mucho menos con Xander.

—Lo tengo claro —respondió ella con calma sin ninguna pizca de emociones en su rostro y palabras.

—La vida de ella es más importante que cualquier otra, incluso la tuya. Lo sabes, sabes lo que pasará si ella muere —dijo Xander un poco más tranquilo.

Titania no respondió, el decía la verdad, a pesar de su cuerpo frágil y enfermizo, la existencia de Áine era vital para el reino de las hadas.

Xander observó aquellos ojos verdes cristalinos. Ella era una belleza pura, salvaje e inocente, completamente diferente de la que poseía Áine. Dio unos pasos hacia ella, acortando la distancia entre ellos y  olfateó su aroma, su mirada la fijo en sus labios delineados, carnosos y rosados.

Titania lo miraba sin mostrar ningún tipo de emoción. Desde joven ella había optado por llevar esa fría mirada, estoica, sin emociones, pero hubo un momento en el que fue así, un pasado que apenas y recordaba.

Xander se inclinó aún más, hasta que sus rostros estaban demasiados juntos. Su aliento rozó la mejilla cálida de Titania.

—Si no te importara tu destino, ¿qué harías? —susurró, con una voz cargada de deseo y resentimiento a lavez.

 —Si no me importara Áine, no estaría aquí. - Respondió Titania sin ninguna pizca de duda, haciendo enfurecer más a Xander

—No te atrevas a fallar, Titania —la amenazó una última vez antes de salir de la recamara tan furioso que azoto la puerta.

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En la manada Colmillo Lunar, Arthur se dirigía a la reunión con el Alfa, manteniéndose en alerta pues era poco de confiar en los demás, y era extraño que el Alfa lo llamara apenas se había instalado en la manada.

El Alfa de Colmillo Lunar era un hombre de gran tamaño, su piel bronceada y sus ojos cafés, lo escaneaba con la mirada a Arthur, quien ni siquiera se sintió preocupado,  ya estaba acostumbrando a ese tipo de miradas.

—¿Por qué ha solicitado mi presencia, Alfa? —preguntó Arthur con tranquilidad

—Simplemente, tenía curiosidad de conocerte, Arthur Sterling. Hay información interesante sobre ti —dijo el Alfa, levantando una carpeta azul.

Arthur asintió, mirando aquella carpeta.  Seguían rodeados por lobos pertenecientes al clan, tenía que ser precavido y enfocarse en que tal real era la información de esa carpeta.

—Interesante —respondió Arthur, sonando despreocupado.

El Alfa hizo una seña. Sus hombres obedecieron al instante, dejándolos solos.

—Tranquilo, Arthur, no es nada malo —dijo el Alfa, relajándose una vez que ellos quedaron solos.

—Como te dije, tenemos informes sobre ti, y queremos tu ayuda —comentó el Alfa, haciendo una seña para que Arthur tomara asiento frente a su escritorio.

Arthur permaneció de pie, esperando que el Alfa continuara con lo que tuviera que decir.

—Mañana tendremos la visita de la Reina de las Hadas —soltó el Alfa, sin dejar de mirar a Arthur esperando algún tipo de reacción en él, pero no fue así.

—¿Y luego? —preguntó Arthur con ironía.

—Necesitamos que nos ayudes con su protección —dijo el Alfa—. Sabemos, de fuentes confiables, de tus habilidades para detectar enemigos sin depender totalmente del olfato.

—¿Fuentes confiables? —preguntó Arthur con cierta duda en su voz.

—Sí. ¿Conoces a Fabián Greco Denaro? —preguntó el Alfa.

Arthur entrecerró la mirada. Por supuesto que conocía el nombre, aunque no en persona: era el Gamma del Rey de Reyes del País del Norte.

—El Alfa de la Manada Luna Negra le proporcionó la información sobre ti. Él hizo lo mismo —comentó el Alfa de Colmillo Lunar.

—Ah, fue él —soltó Arthur con un deje de resignación. A Caín, el Alfa de Luna Negra, lo conocía desde hacía mucho tiempo.

—Solo ayúdanos. Será un par de días, y tendrás tu recompensa. Como sabes, las hadas y las Bestias son enemigos a muerte, por lo que la vida de la Reina de las Hadas dependerá totalmente del País del Sur una vez que esté aquí —explicó el Alfa al notarlo más relajado.

Arthur comprendió la magnitud de la misión, las hadas  y bestias eran enemigos desde hacía mucho tiempo y por lo que recordaba las bestias eran poderosas.

—De acuerdo, espero un buen pago por eso —dijo finalmente Arthur.

La economía era importante para los gastos de su manada; por lo tanto, aceptaría sin dudar. Además, se trataba solo de protección, nada fuera de lo normal,  Arthur dudaba seriamente que las Bestias se atrevieran a atacar a la Reina Hada estando en el País del Sur.

—Así será. Esta misma tarde nos reuniremos con el Beta y el Gamma del Rey de Reyes para preparar la llegada de la Reina —dijo el Alfa con una sonrisa de satisfacción.

—Okay... —Arthur se detuvo, dándose cuenta de que no sabía el nombre del Alfa.

—Scott —se presentó el Alfa con más confianza.

—Les aconsejo planear la protección desde el inicio del bosque, dado que las Bestias rodean todo el territorio de las hadas. Atacarían fácilmente, sobre todo durante las noches —dijo Arthur con confianza.

Scott asintió, tomando en cuenta el consejo. Tendría que informar a sus superiores de inmediato para que lo contemplaran en el plan antes de la reunión de la tarde.

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Titania veia el vehículo que las llevaría al País del Sur. Los tres caballeros, a su pesar, despedían a su Reina, quien estaba demasiado tranquila a pesar de que viajarían durante la noche, cuando las bestias eran más poderosas de lo normal.

—Por lo menos, permita que la acompañemos hasta los límites del país —sugirió Gin con preocupación.

—Si lo permito, entonces una vez allí, querrán seguir hasta el País del Sur, y eso no pasará —respondió Áine con firmeza—  Así que no. - Terminó.

—Titania, no se te olvide tu deber. — Volvió a advertirle Xander

—Ojalá pasara —respondió ella con ironía. Estaba agotada de escuchar esas mismas palabras todos los días.

Ambos se miraron de forma desafiante. Pero, Xander ocultaba algo en su mirada, una emoción que le resultaba cada día más difícil de reprimir. Un sentimiento que guardaba desde hacía muchos años, dado a su deber, Titania, lo sabía, pero ella ya se había olvidado de aquello.