Nico y Massimo Messina son los herederos del Cártel de Sinaloa y todos los ojos están sobre ellos; los de su familia, sus socios comerciales y sus enemigos. No pueden cometer errores, menos ahora que de ellos depende el negocio familiar.
¿Qué pasaría si dejaran que sus corazones nublen su razón? ¿Qué pasaría si cedieran su control por alguien a quien aman?
Acompáñame a descubrirlos juntos.
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¿En casa?
Eva Messina
–Algo te molesta.
Me giro para sonreírle a Travis. – ¿Además de estar volando sobre diez mil metros de altura?
Sonríe y acaricia el contorno de mi rostro. –Sí, algo más.
Suspiro profundamente antes de intentar decir lo que siento.
–Supongo que es difícil volver a mi casa.
–Siempre viajas.
–Lo sé, es solo que…–bajo la mirada a mis manos que están cruzadas sobre mi regazo, jugando con un hilo de mi falda.
Travis levanta mi barbilla y me obliga a mirar esos profundos ojos castaños. –Es solo que esta vez vengo contigo –susurra.
Sonrío satisfecha. –Nadie mejor que tú para leerme la mente.
Toma mi barbilla entre sus dedos y me acerca por un beso que me sabe a miel y leche tibia.
–Tu familia me aceptará.
–Lo hará –confirmo.
–Sé que soy tu jefe y que esto puede parecer extraño…–Mi risa interrumpe su discurso. –¿Qué?
–Nada –digo y vuelvo a besarlo–. Te puedo asegurar que a mi familia no le importará que seas mi jefe.
–Entonces, ¿qué te preocupa?
La mirada intensa de Massimo decide aparecer por mi mente, sin permiso, logrando que un frío congele mi sangre.
–Cariño, ¿estás bien? Se fue todo el color de tu cara –dice preocupado mientras toma mi mano–. Estás heladísima.
–Te dije que no me gustaban las alturas –digo antes de esconderme en sus brazos.
Travis besa la cima de mi cabeza mientras me dice lo mucho que me ama. Me empapo de sus palabras mientras obligo a que Massimo desaparezca de mi mente.
Ya lo desaparecí de mi vida. Claro, que me mudé a otro continente, pero quien puede lo más puede lo menos. Borrarlo de mi mente debería ser más fácil.
–Amo quien soy cuando estoy contigo –susurro en el cuello de Travis.
Siento su sonrisa contra mi cuello. –Y yo amo cada centímetro de ti, pequeña.
Sonrío antes de hacerme más pequeña en sus brazos y me obligo a vivir en el presente. Mi presente con Travis.
Me ha costado lágrimas y sangre, pero aquí estoy, por primera vez en mi vida tengo una relación seria y sana. Estoy con un hombre que me ama y no teme decirlo delante del mundo. Estoy con un hombre que me aprecia y me respeta.
Estoy con un hombre que no se siente avergonzado de sus sentimientos por mí. Y es algo que estoy aprendiendo a disfrutar.
Quiero dejarme llevar por lo que estoy comenzando a sentir por él, pero tengo miedo. Tengo miedo que volver a verlo arruine todo.
Tiemblo al pensar en la última vez que lo vi, en la boda de mi hermana, hace casi tres años. Me llamó, pero nunca cogí el teléfono, y luego con el tiempo, dejó de intentar contactarme y yo dejé de esperar que lo hiciera.
Imagino que ambos maduramos.
Los dedos de Travis juegan con mi cabello y me siento feliz. Amo estos momentos con mi novio. Con Massimo nunca los tuve. Mi relación con él era principalmente física. Lo veo ahora. Nunca hubiésemos podido estar así, sin tocarnos por debajo de la ropa, sin esperar llevar este abrazo a algo más apasionado y caliente como el infierno, y claro, fue divertido y emocionante, pero le faltaba algo. Le faltaba esta conexión que tengo con Travis. Este amor sano y tranquilo, no nublado por la pasión. Y no es que el sexo con este hombre no sea maravilloso, lo es, y de hecho, de alguna manera es mejor para mí, porque no nubla mi juicio como me pasaba con Massimo.
Estoy dónde debo estar.
–Mis hermanas te amarán.
–Estoy deseando conocerlas. Sobre todo a Stefy –agrega con una sonrisa–. Cada vez que te escucho conversar con ella creo que no puede ser real.
–Lo es. Espera y verás, cariño.
El capitán habla anunciando el próximo aterrizaje y yo me hago más pequeña antes de apartarme de Travis y ponerme el cinturón de seguridad según lo indica la azafata, aterrorizada.
Travis toma mi mano y todo está bien de nuevo.
Todo está bien con él en mi vida.
******
–¡Papá! –lo saludo antes de arrojarme a sus brazos como lo hacía cuando era una niña.
–Mi pequeña –susurra antes de abrazarme con fuerza–. ¿Por qué no dejaste que enviara el Jet por ti?
–Porque no –digo con una sonrisa–. Hay que mantener un poco de normalidad en esta familia –susurro antes de girarme y mirar a Travis–. Papá, te presento a mi novio. Travis.
Papá endurece sus facciones antes de estirar su mano. –Mi nombre es Stefano Messina y mataría por mi hija.
–¡Papá! –lo regaño mientras el calor sube a mis mejillas.
Travis toma la mano de mi padre. –Mi nombre es Travis Morel y mataría por Eva.
Ambos se dan un apretón de muerte mientras se miden.
Pongo los ojos en blanco antes de tomar la mano de Travis. –Ven, ya quiero que conozcas a mi mamá, a Theo y a Stefy.
–Todos vendrán a cenar para verte, mi pequeña hermosa –dice papá antes de tirar de mí bajo su brazo, alejándome de Travis.
–Papá, compórtate –lo regaño.
–Este soy yo comportándome –devuelve y supongo que tengo que estar de acuerdo con él.
El viaje a casa se me hace especialmente largo, gracias a mi padre que se propuso interrogar a Travis. Lanzo miradas en su dirección, para pedirle que se controle, pero me ignora cómo solo él sabe hacerlo. Es un experto en eso.
Cuando el auto de papá ingresa al camino de nuestra casa mi corazón comienza a vibrar en mi pecho.
Estoy en casa.
Abro la puerta del auto y corro hacia la puerta dónde me espera mamá con sus brazos abiertos.
–Al fin estás en casa, mi princesa –susurra y mi pecho se inunda con calor.
–Lo estoy, mamá.
Ordena mi cabello y luego deja un beso en mi frente. –Te hemos extrañado tanto, cariño.
–Yo más –digo y luego me volteo hacia Travis–. Mamá, quiero que conozcas a mi novio –lo presento y observo con temor su reacción. La última vez que le presenté un novio a mamá no pudo disimilar su desagrado. La entiendo, después de todo era el novio de mi hermana, y sé que fui muy injusta con ella y con todos. Puse a todos los miembros de mi familia en una situación incómoda. Ese episodio de mi vida me demostró lo mal que estaba, y la culpa que siento por aquello es algo en lo que mi psicóloga y yo seguimos trabajando.
Los ojos de mi madre se iluminan antes de abrazar a Travis y recibirlo como a un miembro más de la familia.
Suspiro aliviada cuando me doy cuenta que el hombre que me devolvió la sonrisa está siendo bien recibido por mi familia.
–¿Stefy? –pregunto cuando no la veo por ningún lado.
–Todavía no llega, pero lo hará pronto –dice mi mamá mientras toma mi mano–. Cariño, por favor, entra las maletas –le pide a mi papá, quien obedece de inmediato–. Está muy ansiosa por conocer a Travis –me cuchichea–. Es guapísimo, cariño.
Lo miro y sonrío, sí que lo es.
Travis se acerca y me mete entre sus brazos mientras mi papá entra las maletas y mi mamá va a la cocina para ver cómo va la cena.
–Amo cuando me miras así.
–¿Así cómo? –pregunto mientras acaricio su mejilla.
–Como si yo fuera el aire que respiras –devuelve con sus labios pegados a los míos.
Enredo mis dedos en su espeso cabello castaño y lo atraigo más cerca.
–Puedes apostar tu sexy trasero francés que sí –digo antes de besarlo con todo este amor que estoy comenzando a sentir por él.
La alegría inunda mi pecho cuando siento que estoy justo en el lugar dónde debo estar.
Por fin encontré mi lugar seguro.
–Eva.
Un frío baja por mi espalda cuando reconozco esa voz.
Me separo de Travis y quedo congelada mirando al hombre que significaba el mundo para mí.