El Jefe.

Regresé al despacho con la taza en mano. Caminé directamente a la oficina de Gabriel, que tenía la puerta entreabierta.

— Su café, Señor Foster. — dije, dejando la taza de porcelana sobre la esquina de su escritorio, justo a su alcance, sin titubear.

Gabriel, aún concentrado en su tablet, ni siquiera parpadeó.

— Déjalo ahí. — dijo Gabriel.

Victoria, estaba por salir de la oficina cuando la voz de Gabriel la detuvo.

En media hora tengo una llamada con Singapur. Quiero que tengas listos todos los datos de la hoja de cálculo "Proyecto Midas" sobre la mesa. No los has visto, así que date prisa.

enseguida sali y mire en mi escritorio todo estaba desordenado, para cuándo encontré los papeles, comencé enseguida hacer los datos, aunque sabía que en media hora era una locura tener todo listo.

El tiempo pasaba para mi muy rápido, mis dedos estaban entumecidos de tanto teclear.

Cuando por fin termine, toque y entre a la oficina mi corazón latía rápido, Gabriel ni siquiera me miró solo hizo señas con la mano para que dejara los papeles sobre el escritorio, así que los dejé y salí de inmediato regrese a mi escritorio tenía una gran pila de trabajo.

Mientras estaba ocupada con el Proyecto Midas, alguien había cargado mi bandeja de entrada de correos electrónicos y mi escritorio físico. Había solicitudes de reuniones, notas de gastos de viajes anteriores de Gabriel que necesitaban ser auditadas, y una carpeta gruesa con el sello de "Confidencial" que parecía el manual de operaciones de la empresa.

El día se fue tan rápido que ni siquiera me di cuenta cuando anocheció.

Estaba guardado, mis cosas en la mochila, cuando el elevador se abrió y entro una mujer realmente bonita, de largas piernas, su piel estaba bien bronceada y su cabello era negro y largo y ni se diga de su rostro bien maquillado y ese vestido blanco le quedaba perfectamente a sus curvas.

Ella camino asta la oficina de Gabriel sin mirarme y cerró la puerta detrás de ella.

Tome mi mochila, me puse de pie, y miré una última vez la puerta cerrada. La luz tenue que salía por debajo de ella era la única indicación de que Gabriel seguía allí, acompañado ahora por su misteriosa y hermosa visitante.

Entre al elevador y ahí ya estaba un hombre de ojos negros y guapísimo.Llevaba el nudo de su corbata algo flojo, un gesto que sugería largas horas de trabajo, pero con un toque de carisma despreocupado. Su sonrisa era cálida y genuina.

Hola buenas noches, tu debes ser la nueva asistente de Gabriel, la mujer valiente.!_ dijo el hombre mirándome.

Así es y tú eres.!?_ dije mirándolo con una sonrisa.

Si perdón!! Yo soy Max trabajo acá en ventas.!_ me dijo el hombre con una gran sonrisa extendiendo su mano para presentarse.

Victoria.!_ dije mientras ambos nos dimos la mano, con una sonrisa.

Eres la primera asistente de Gabriel que dura la jornada laboral sin salir llorando , Victoria. Gabriel tiene una reputación... complicada. Y, por cierto, ¿has visto a la fiera? —preguntó Max, bajando la voz ligeramente, sus ojos negros brillando con picardía.

Victoria entendió al instante que se refería a la mujer que acababa de entrar a la oficina.

— Vi a una mujer muy elegante y bien vestida entrar a su oficina justo antes de irme —respondí, con una neutralidad profesional que contradecía mi curiosidad.

— Ah, sí. Es Anastasia , Digamos que el drama siempre sigue a Gabriel, aunque él intente mantenerlo profesional —dijo Max con un guiño, como compartiendo un secreto.

Enseguida el elevador se abrió.

Yo ya me tengo que ir.!_ dije.

Nos vemos mañana victoria.!_ dijo Max, mientras yo salía del elevador sin decir ni una palabra sobre la prometida de Gabriel, y salir del edificio.