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Status: En proceso
Genre:Terror / Aventura / Viaje a un juego / Supersistema / Mitos y leyendas / Juegos y desafíos
Popularitas:451
Nilai: 5
nombre de autor: Ezequiel Gil

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Un juego perdido. Una leyenda urbana.
Pero cuando Franco - o Leo, para los amigos - logra iniciarlo, las reglas cambian.
Cada nivel exige más: micrófono, cámara, control.
Y cuanto más real se vuelve el juego...
más difícil es salir.

NovelToon tiene autorización de Ezequiel Gil para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 4: Abismo.

—¡Y vos te la re mil complicaste! —gritó Lucas, mientras se mataba de la risa con el celular en mano—. ¡Mirá este chabón! Directamente borró la puerta con un editor sexydecimal o algo así.

—¡Hexadecimal, animal! —aproveché para desquitarme. Lucas me miró como si no le gustara la cucharada de su propia medicina —Encima, eso es mil veces más difícil de lo que hice yo —repliqué.

—Qué voy a saber yo. Igual uno usó un glitch que te hace saltar toda la pantalla de alto. ¡Era tocar dos teclas y darle un golpe al aire nomás!

—Me gusta sufrir, ¿qué querés que te diga? —dije con una sonrisa irónica.

Nos reímos un rato más y cerramos todo. Ya era tarde.

—Bueno, ya fue. Vamos a comer algo —le dije a Lucas, mientras me tocaba la panza, dándole en bandeja de plata la opción de golpearme. No lo desaprovechó.

Salimos a la sala. Mamá estaba sentada viendo la tele. Apenas nos vio, preguntó:

—¿Y ustedes? ¿Qué están tramando que se la pasan riendo en la pieza? Hace mucho que no los escuchaba así.

—Estamos jugando un juego medio raro —respondió Lucas, todavía con una sonrisa—. ¡Re glitcheado!

—¿Qué es “glitcheado”? —preguntó mamá, frunciendo el ceño.

—Como… roto. Bugueado. Que no anda bien —intenté explicar.

—¿Y si está roto, por qué lo juegan? —preguntó mamá con inocencia.

Nos miramos con Lucas, como si el sentido común nos golpeara en la cara.

—¿Por morbo? —traté de argumentar.

—Igual, si pasamos el nivel siete, nos podemos ganar mil dólares —agregó Lucas, tratando de cimentar el argumento.

—¡Ya te dije que es clickbait! —le recriminé.

—¿Click… qué? —preguntó mamá.

Otra vez nos miramos con Lucas y, sin responderle, empezamos a reírnos. Mamá resopló y se levantó.

—Voy a acostarme. Después limpien la mesa —agregó mientras bostezaba.

—¿Le guardamos al pa? —preguntó Lucas con timidez.

—No, hoy tampoco viene —respondió mamá con frialdad.

Lucas solo guardó silencio mientras agachaba la cabeza.

Traté de animarlo un poco, así que lo llamé y nos tiramos en el sillón con la caja que estaba sin terminar. Mientras Lucas comía, yo me quedé con la notebook en las piernas. La encendí. No tenía intención de jugar, solo revisar algunas cosas.

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Al otro día fui a la facultad. Entregué el trabajo. Tratando de no mirar, borré el nombre de Esteban del informe. Como si no ver el crimen me quitara un poco de culpa. El profesor me miró con una leve sonrisa.

—Es una pena lo de Esteban —dijo, bajando la voz—. Pero me alegra que hayas podido terminarlo. Sabés que, si necesitás hablar, estoy.

Asentí con un gesto leve, como quien quiere agradecer pero también cortar la conversación. Caminé hasta el fondo del aula, agarré mi mochila y me fui.

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Llegué más temprano a casa. Mamá me preguntó por qué.

—Hoy solo tenía la entrega —le dije, mientras me preparaba un café.

Fui a mi cuarto y abrí de nuevo la notebook. El juego no lo toqué. Solo me puse a revisar los archivos. Era una forma de desconectarme… aunque, en el fondo, algo me tiraba a volver ahí.

Navegando entre las carpetas nuevas que se habían creado tras pasar de nivel, encontré una llamada ENV_RPG_ALDEA. Adentro, varias más: NPC_LIST.BIN, QUEST_ACT_01, INN_ROOM_SET, y una que me detuvo el corazón un segundo: AUDIO_RESP.VSYS. ¿“Resp” de respuesta? ¿“Vsys” de voz?

Había otra: WOLF_TRIG.dat.

Fruncí el ceño. Algo me molestaba de todo eso. Ya había asumido que no era un juego de antaño, pero esa mezcla de archivos en español y otros en inglés… como si, no sé, fuera un collage hecho juego.

Justo entonces, Lucas entró, todo transpirado, con la mochila del club colgando.

—¡Eh, tramposo! ¿Ya estabas jugando sin mí?

—No estaba jugando —dije, cerrando rápido todo—. Solo mirando un poco los archivos.

—Seguro, seguro...

Se tiró en la silla y abrió el juego. Ya lo conocía. Casi no hablábamos. Solo compartíamos ese ritual de encender, esperar la pantalla negra y dejar que el silencio nos engullera un poco.

El nuevo nivel cargó. La música había cambiado. Era más suave, melódica, casi como un fondo de pueblo. Todo tenía un aire a RPG de principios de los 2000. Más colores. Más detalles. Más… humano.

La anciana del nivel anterior estaba parada frente a una puerta de madera alta, con runas talladas en los bordes.

Cuando nos acercamos, un mensaje apareció:

"¿Querés entrar a la aldea?"

Dimos enter.

Apareció otro mensaje:

"¿Estás seguro? Una vez que entrás al abismo, el abismo no sale de vos."

Nos miramos con Lucas. No dijimos nada. Solo presionamos “enter”.

La puerta se abrió sola. La pantalla se fundió a negro.

Y apareció la Aldea.

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