Tras años lejos de casa, Camila regresa solo para descubrir que su hermana gemela ha muerto en circunstancias misteriosas.
Sus padres, desesperados por no perder el dinero de la poderosa familia Montenegro, le suplican que ocupe el lugar de su hermana y se case con su prometido.
Camila acepta para descubrir que fue lo que le ocurrió a su hermana… sin imaginar que habrá una cláusula extra. Sebastián Montenegro, es el hombre con quien debe casarse, A quien solo le importa el poder.
Pronto, los secretos de las familias y las mentiras que rodean la supuesta muerte de su gemela la arrastrarán a un juego peligroso donde fingir podría costarle el corazón… o la vida.
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Narrado por Sebastián
Me llamo Sebastián Montenegro.
Tengo 25 años.
Soy el heredero de la empresa de mi abuelo, pero para tomar posesión al cien por ciento debo cumplir lo que exigen los viejos socios.
Mi abuelo llegó a un acuerdo con el señor Beltrán: un matrimonio arreglado entre la única hija de los Beltrán y yo, el único nieto de los Montenegro.
Es algo que a todos les conviene.
Observo a la mujer frente a mí.
¿Quién se cree para contestarme así? Y sobre todo, delante de toda la gente alrededor.
Abro la puerta del auto, molesto, y le digo que suba.
Ella se cruza de brazos, provocándome al punto en que tengo que ir hacia ella y tomarla del brazo.
—Lo siento, Sebastián… mi hija no se siente bien, —intercede Beltrán.
—Eso no es asunto mío. Tenemos un compromiso y ella lo sabía, —respondo, sin ocultar mi enojo.
Ella camina hacia el carro, abre la puerta del copiloto y se sienta sin pedirme permiso.
Mi hermana corre hacia nosotros.
—Lo siento, Carina, ese es mi lugar, —dice Dalila.
Pero ella ni siquiera la mira. Cierra la puerta y le pone seguro. Mi hermana me ve con cara de decepción.
—Sebastián…
No dejo que termine.
—No tengo tiempo, Dalila. Ve con Ricardo… o con nuestros padres.
Camino hacia el auto, pero me detengo un momento. Extiendo mi mano y revuelvo el cabello de mi hermana, lo que la hace sonreír, como siempre. Luego subo al carro.
La mujer a mi lado está seria, con el celular en la mano.
Al principio dudé que fuera ella. Está distinta.
Pero al verla junto a Beltrán confirmé que sí lo era.
Conduzco, y es evidente que algo cambió.
Desde el hecho de no cederle el asiento a Dalila —ella siempre trata de quedar bien.
Llegamos al restaurante donde nos esperan.
Ella baja sin esperar que le abra la puerta. Camina a la entrada. La alcanzo.
—Trata de no dejarme en vergüenza como la vez pasada, —le digo, seco.
Ella se adelanta.
En la mesa están los hijos de los socios.
Nos sentamos y su nuevo aspecto provoca miradas constantes.
Ordenamos. Ella pide su propio plato.
—Creo que la pareja está teniendo problemas —dice Lara—. Carina siempre dejaba que Sebastián pidiera primero, para pedir lo mismo.
Todos se ríen. Y Carina también. Como si fuera un simple chiste.
—Eso era antes. Yo soy la que se lo va a tragar, no él, —responde ella.
Todos enmudecen.
—Carina siempre…
—Lara, cállate —dice Leo, el hermano de Lara.
Le sonríe a Carina… y ella le devuelve la sonrisa.
Eso sorprende incluso a él, porque ella siempre lo evitaba.
A Leo le gusta Carina. Todos lo saben.
No tarda en llegar Dalila con Ricardo.
Nos saludan con cortesía.
Mañana nos casamos.
La empresa será mía.
No habrá luna de miel, ni nada romántico.
No es amor —es conveniencia.
Viviremos bajo el mismo techo solo un año.
La comida llega. Dalila mira a Carina con una expresión que no logro descifrar.
—Carina, deja ir a Sebastián hoy después de la cena de compromiso. Le tenemos despedida de soltero. Pronto será un mandilón, —dice Gabriel, medio riéndose.
—Gabriel, cállate —le digo.
—Sebastián es libre. Puede hacer lo que quiera —dice Carina, levantándose—. Bien… los dejo. Tengo cosas que hacer.
Todos la miran sorprendidos.
Con esa actitud nos deja mal parados.
—Te llevo —dice Leo de pronto—. Yo también me voy. Tengo cosas que hacer.
Todos quedan en silencio.
Yo también.
Porque Carina acaba de sobrepasar el límite… y para colmo acepta.
—Claro, te lo agradecería —responde ella.
Y no puedo creerlo.
En mis narices, ella y Leo se levantan y caminan juntos hacia la salida.