Una joven es arrojada a las vías de un tren y su existencia se extingue en un instante. Cuando vuelve a abrir los ojos, no encuentra descanso ni luz, sino el cuerpo de la villana secundaria de la novela que siempre odió. La rabia que arrastraba en su antigua vida despierta ahí, más fría y afilada que nunca.
En ese mundo donde la “santa” es intocable y los héroes juegan a ser salvadores, ella decide convertirse en la sombra que los devore. No quiere redención. No quiere justicia. Solo quiere verlos caer.
¿Podrá quebrar la historia que otros escribieron?
¿Quién detiene a alguien que dejó de creer en la misericordia?
¿Y qué ocurre cuando la oscuridad obtiene un nuevo nombre… y un nuevo rostro?
NovelToon tiene autorización de Mayerli Gutiérrez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Consejo Estudiantil
Ember entró a su habitación y cerró la puerta tras de sí.
—Este no era mi plan —murmuró, acurrucándose en una esquina como una niña reprendida.
—Alégrate —respondió Isha desde lo alto de la cama, sentada con total calma—. Todo lo que pasó logró despertar el poder del Zorro Blanco.
Ember levantó la cabeza.
—Es verdad…
Se puso de pie de golpe, con una chispa de emoción en los ojos.
—Sistema.
La pantalla apareció frente a ella y las estadísticas comenzaron a subir de manera abrupta, casi violenta.
—Además, ya no tengo solo la habilidad de Linterna, también… —empezó a decir, pero fue interrumpida por unos golpes firmes en la puerta.
—Señorita Ember —dijo una voz desde el otro lado—. El presidente necesita hablar con usted. Y… traiga al zorro.
Era Roy.
Ember abrió la puerta con Isha en brazos. Roy se tensó al verla, ajustó sus lentes y evitó mirarla directamente.
—Ya sabe dónde queda la oficina del presidente —dijo rápido—. Puede ir sola.
Y sin más, desapareció por el pasillo.
—Qué valiente —comentó Isha con ironía.
Ember no respondió y comenzó a caminar. Al llegar a la oficina del consejo, golpeó la puerta.
—Adelante, Ember —se oyó desde dentro.
Entró.
No solo estaba el presidente Aldric, sino todos los líderes del consejo estudiantil. Ember tomó asiento cuando él se lo indicó, sintiendo las miradas clavarse en ella.
—Ya nos conocemos —dijo Aldric—, pero igual me presentaré formalmente. Soy Aldric Vaelor, presidente del consejo estudiantil.
Una chica de cabello rosa, recogido en dos largas coletas, habló con una sonrisa medida.
—Seraphine Noctrix, vicepresidenta.
Roy apareció casi de la nada, acomodándose junto a ella.
—Roy Halden, secretario.
Otra chica, de brazos cruzados y expresión dura, dio un paso al frente.
—Kaela Ironroot, jefa de disciplina.
Por último, un chico apoyado contra la pared levantó la mano con desgano.
—Representante de los becados. Eren Solvyr.
Aldric volvió a hablar, mirando fijamente a Ember… y luego a Isha.
—Sabía que ocultabas algo, Ember. Pero esto es más de lo que esperaba.
—La pregunta es simple —intervino Seraphine—. ¿es una amenaza?
—Yo… —Ember iba a responder, pero Kaela la interrumpió con brusquedad.
—Claro que es una amenaza. Es portadora del Zorro de la Destrucción.
—Solo es una amenaza cuando está enojada —añadió Eren con calma.
—En cualquier momento puede perder el control y destruir la academia —replicó Kaela, impaciente.
Eren giró la cabeza hacia Ember.
—¿Y tú qué dices?
Antes de que pudiera hablar, Isha saltó de sus brazos y cayó sobre la mesa con elegancia.
—Claro que no es una amenaza. Hasta un ciego lo vería —dijo con orgullo—. Ella me ha estado ocultando por más de tres meses, y en todo ese tiempo no ocurrió ningún incidente.
El silencio cayó de golpe.
—¿El zorro… acaba de hablar? —preguntó Aldric, incrédulo.
—Claro que acabo de hablar —respondió Isha—. ¿Esperaban que ladrara?
—Eso sí es nuevo —dijo Eren, divertido.
—No sabía que los zorros blancos podían comunicarse con humanos —murmuró Roy, hojeando apresuradamente un libro antiguo.
—Con humanos, demonios, elfos, enanos… incluso con perros y gatos —respondió Isha, inflando el pecho—. Puedo comunicarme con cualquier ser vivo.
—Te ves mejor en silencio —intervino Ember.
Isha abrió la boca para protestar, pero algo la detuvo. No fue Ember. Frunció el ceño y se sentó sin decir nada más.
—¿Entonces lo que dijo el zorro es cierto? —preguntó Seraphine
—¿Lo de hablar con cualquier ser vivo o lo de ocultarla? —aclaró Ember.
—Lo último —respondió Aldric.
—Sí. Es verdad.
—¿Cómo la obtuviste? —preguntó Eren, curioso.
—Estaba en la biblioteca —dijo Ember—. Abrí un libro antiguo que llamó mi atención… y de ahí salió.
No dio más detalles.
Y el consejo lo notó.
—¿Tu relación con el zorro es buena? —preguntó Aldric, observándola con atención.
—Supongo —respondió Ember, seca.
—¿Dónde ha estado el zorro todo este tiempo? —intervino Seraphine.
—En la biblioteca… o en mi armario —contestó Ember sin dramatizar, como si hablara de un abrigo olvidado.
Varias cejas se alzaron.
—¿Por qué lo ocultaste? —preguntó Aldric.
—Ver un zorro blanco no es algo común —dijo Ember—. Causaría pánico donde fuera. Para mí era más seguro mantenerlo oculto.
—¿Y usaste el poder del Zorro Blanco para matar al escorpión? —insistió Seraphine.
—No —respondió Ember con firmeza—. Yo fui la primera en atacarlo, pero quien dio el golpe final fue Daniel.
Hubo un breve silencio.
—Bien —concluyó Aldric al fin—. Está decidido. No es una amenaza.
—¿¡Qué!? —exclamó Seraphine.
—Eso es absurdo —añadió Kaela—. Claramente es una amenaza.
Aldric ignoró las protestas.
—La única condición para dejarte libre, sin papeleo ni sanciones, es esta —dijo con calma—: el zorro debe permanecer a tu lado en todo momento.
—¿Solo eso? —preguntó Ember, desconfiada.
—Solo eso —repitió Aldric.
Hizo un gesto con la mano.
—Puedes retirarte.
Ember se levantó y se dirigió a la puerta.
—Espera —dijo Eren antes de que saliera—. Tengo una pregunta.
Ember se detuvo, sin girarse.
—¿El zorro tiene nombre?
—Se llama Isha —respondió—. Y es una niña.
Salió del salón con paso firme, sin mirar atrás.
Dentro, el consejo quedó en completo silencio, procesando lo que acababan de escuchar muy sorprendidos.