En un reino deslumbrante, la princesa Ailén se encuentra atrapada entre el deber y el deseo. Casada con Elian, el príncipe de un corazón frío, descubre la traición en su matrimonio mientras su corazón se inclina hacia Kael, un hombre sin títulos pero de fervor inigualable. En un palacio lleno de intrigas y secretos, Ailén debe elegir entre mantener la estabilidad del reino y seguir el anhelo que desafía todas las normas.
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Capitulo 4
La idea de compartir mis problemas me resulta tentadora, pero también abrumadora. Mi conversación con Elian había sido dolorosa y cruel, y las palabras que él había lanzado hacia mí aún resuenan en mi mente. Su indiferencia y su desprecio por mi incapacidad para darle una familia son un golpe constante en mi autoestima.
—Elian... —comienzo, mi voz temblando ligeramente—, él... no fue amable. Me hizo sentir como si no valiera nada, como si mi única función en su vida fuera darles hijos.
Elara frunce el ceño, y su expresión se endurece con una mezcla de enojo y tristeza por mi dolor. Ella toma mi mano en un gesto de apoyo, su toque es firme pero reconfortante.
—Ailén, eso no es justo. No deberías ser tratada de esa manera. Tu valor no se define por tu capacidad para tener hijos, sino por la persona maravillosa que eres.
La sinceridad en sus palabras me toca profundamente. Elara siempre ha sido una amiga leal y una fuente de consuelo, y su apoyo incondicional es algo que valoro enormemente.
—Gracias, Elara —digo, mi voz apenas un susurro—. Significa mucho escuchar eso.
Mientras el sol se pone y el jardín se envuelve en una suave penumbra, el aire se llena de la fragancia de las flores nocturnas. La conversación se vuelve más ligera, y Elara y yo compartimos historias y recuerdos para distraernos del dolor presente. Eden, satisfecha con su pequeño juego, se acurruca en mi regazo, y el calor de su cuerpo es un recordatorio constante de la ternura y la inocencia en el mundo.
—Ailén, lo que más deseo es que encuentres la paz y la felicidad que mereces —dice Elara, sus ojos llenos de determinación—. Y mientras esté a tu lado, haré todo lo posible para que encuentres un camino hacia ello.
El tiempo pasa de manera placentera en el jardín, y cuando la noche finalmente cae sobre el palacio, la calidez de la compañía de Elara y Eden me da un respiro de la frialdad de la vida en el interior del palacio.
La luna se alza alta en el cielo nocturno, bañando el palacio con su luz plateada. En mi habitación, el silencio es profundo, interrumpido solo por el suave murmullo del viento que pasa a través de las rendijas de las ventanas. Eden duerme plácidamente en el pequeño colchón a mi lado, arropada entre las sábanas de seda que le he dispuesto especialmente. La pequeña es la única fuente de consuelo en mis noches solitarias, y su presencia me brinda una paz que no encuentro en ninguna otra parte del palacio.
Me acurruco junto a ella, el calor de su cuerpo pequeño y cálido me reconforta en la fría soledad de mi cama. Eden, con sus cabellos dorados desparramados sobre la almohada y su respiración tranquila, parece un ángel en sueños. Aunque Elian y yo ya no compartimos esta habitación, me he acostumbrado a la compañía de Eden, y esta pequeña figura se ha convertido en una parte esencial de mi vida.
De repente, un suave murmullo me despierta. Eden, con sus ojos medio cerrados y su voz aún soñolienta, murmura en un susurro:
—Mamá...
Las palabras me llegan como un susurro cálido, y mi corazón se acelera ante el uso del término. Aunque sé que no es su intención hacerme sentir incómoda, el simple hecho de ser llamada "mamá" por Eden es un recordatorio constante de lo que no puedo tener: mi propia familia.
—Sí, Eden —respondo con suavidad, acariciando su cabello—. Estoy aquí.
Ella se revuelca un poco en la cama, levantando la cabeza para mirarme con ojos aún llenos de sueño. Su rostro es una mezcla de inocencia y deseo, y veo en ella un reflejo de la niña que siempre he deseado tener. La mirada de Eden se ilumina con una chispa de curiosidad y esperanza.
—Siempre me he imaginado cómo sería conocer la ciudad —dice con una voz adormilada—. ¿Cómo será pasear por las calles y ver todo lo que hay allí?
Su pregunta me sorprende. La idea de que Eden, a tan corta edad, ya tenga sueños y aspiraciones me conmueve profundamente. Me siento en la cama, sosteniéndola entre mis brazos mientras pienso en cómo cumplir este pequeño deseo.
—¿Te gustaría conocer la ciudad, Eden? —le pregunto suavemente—. ¿Te gustaría ver más allá de los muros del palacio y experimentar el mundo exterior?
Eden asiente con entusiasmo, sus ojos brillando con la emoción de la posibilidad.
—Sí, mamá. Me encantaría. Siempre he imaginado cómo sería ver las calles llenas de gente y los mercados con tantas cosas.
La ternura de su petición me llena de una mezcla de tristeza y determinación. Aunque las circunstancias no son ideales y el mundo exterior puede ser duro, quiero darle a Eden la oportunidad de experimentar al menos una pequeña parte de lo que ella sueña. Me inclino hacia ella, besando su frente suavemente.
—Entonces, haremos que tu sueño se haga realidad, Eden. No hoy, pero pronto. Te mostraré todo lo que pueda y te llevaré a explorar un poco más allá de estos muros.
Eden sonríe ampliamente, sus ojos parpadeando con una felicidad pura. Se acurruca nuevamente en mi regazo, su respiración se vuelve más lenta mientras el sueño vuelve a apoderarse de ella. Me quedo allí, en la penumbra de la noche, contemplando el rostro sereno de mi pequeña amiga.
El tiempo pasa lentamente mientras sostengo a Eden, mis pensamientos se enredan en las promesas y las esperanzas que he hecho para ella. La idea de llevarla a conocer la ciudad es una chispa de alegría en medio de la tristeza y el dolor que siento por mi situación con Elian. Aunque la realidad de mi vida en el palacio es difícil y desalentadora, encontrar formas de hacer feliz a Eden me da una razón para seguir adelante.
Finalmente, me recuesto en la almohada, con Eden en mis brazos, y cierro los ojos. La promesa de un futuro mejor para ella me da un pequeño respiro en la oscuridad. Mientras la luna sigue su curso en el cielo, sé que, a pesar de las dificultades que enfrento, encontraré la manera de cumplir al menos uno de los sueños de mi pequeña y adorada hija.
y que Elián se arrepienta de averla tratado mal.
y como en toda novela todo puede pasar,espero que ella tenga unos hijos hermosos.
y Elián sea que no puede dar hijos.