"El precio del poder" es una historia de poder, ambición y deseo en un mundo donde la lealtad familiar y la estrategia son las reglas de juego. Lucía Álvarez, heredera de uno de los clanes más poderosos del país, y Iris Espinosa, la hija de un despiadado líder mafioso, son obligadas a unirse en un matrimonio arreglado. Ambas, atrapadas entre sus propios sueños y los oscuros intereses de sus familias, deben navegar un mundo peligroso lleno de intrigas, sacrificios y traiciones.
A lo largo de esta apasionante novela, las protagonistas luchan por encontrar su lugar en un mundo que las quiere como piezas en un tablero de ajedrez, pero ambas tienen planes propios. En el proceso, descubrirán que el amor no siempre es blanco o negro, y que el precio que deben pagar por el poder puede ser mucho más alto de lo que imaginaban.
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El encuentro formal
Capítulo 2: El Encuentro Formal
Perspectiva de Lucía:
El salón estaba iluminado por candelabros, reflejando el lujo que siempre había rodeado a su familia. Lucía ajustó el vestido negro, sintiendo cómo el terciopelo frío tocaba su piel. Su madre, María Elena, se acercó por detrás, interrumpiendo sus pensamientos.
— ¿Estás lista? —preguntó, su voz suave pero cargada de esa tensión que siempre había sentido en estos momentos.
Lucía asintió, aunque no podía evitar que el corazón le latiera más rápido de lo habitual. Este no era un momento como cualquier otro; esta noche marcaba el inicio de algo que, aunque había sido planeado durante años, no podía evitar que le causara una extraña incomodidad.
El sonido de pasos se acercó, y ahí estaban: los Espinosa. Su padre, Fernando Álvarez, se mantenía quieto, como siempre, evaluando cada movimiento desde las sombras. Frente a él, Javier Espinosa, con su voz autoritaria, no dejaba de hablar.
— Todo está listo para la ceremonia. —Javier dijo, con su tono habitual de control, observando con satisfacción la disposición de la sala. — Esto no es solo una unión de familias, Fernando. Es la consolidación de nuestra fuerza en el mercado.
Fernando asintió levemente, sin mostrar mucho interés en las palabras de Javier. Sabía que las palabras de su socio siempre se cargaban de un mensaje subyacente.
— Estoy de acuerdo. Pero también debe quedar claro que mi hija no es solo una ficha en este juego. —respondió Fernando, sin desviar la mirada de su amigo, pero con un tono firme.
Javier sonrió, como si la respuesta fuera lo que esperaba.
— Lo sé, lo sé. Pero ella entenderá. Este matrimonio le abrirá puertas que ni imagina. —dijo, mientras echaba un vistazo hacia donde Lucía se encontraba. — Es un sacrificio necesario, y sé que lo hará con elegancia.
Lucía, escuchando la conversación entre sus padres, apenas pudo evitar la incomodidad. Aunque siempre había sabido que su vida estaba destinada a estos acuerdos, no era fácil aceptar que su futuro estaba siendo negociado con tanta frialdad.
De repente, sus ojos se encontraron con los de Iris. La chica estaba de pie junto a su padre, con una actitud desafiante que Lucía no pudo ignorar. Esa mirada de Iris despertó una curiosidad que no podía explicar. ¿Quién era ella realmente?
— ¿Todo bien? —la voz de su padre la sacó de sus pensamientos. Lucía lo miró, y vio esa sonrisa fría que siempre llevaba, como si estuviera esperando que cumpliera con su papel.
— Es solo un trámite, papá. —respondió Lucía con firmeza, aunque por dentro se sentía un poco vacía. Este no era solo un acuerdo de negocios. Era el primer paso hacia lo que sería su futuro, uno que había sido decidido por otros.
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Perspectiva de Iris:
El lugar estaba repleto de lujo, pero para Iris, todo eso no tenía sentido. Estaba en la mansión de los Álvarez, rodeada de oro, mármol y sonrisas falsas. ¿Cómo había llegado a este punto? ¿Cómo había aceptado un matrimonio pactado por su familia?
Observó la sala, los murmullos y las miradas entre los dos clanes. Pero entonces, sus ojos se encontraron con los de Lucía Álvarez. La hija de los Álvarez era aún más imponente de cerca. Su postura, esa manera de moverse, todo en ella parecía un mensaje claro: estaba en control. Eso solo hacía que Iris se sintiera aún más inquieta.
— ¿Qué piensas de ella? —le preguntó Javier, su padre, rompiendo el silencio. Estaba observando a Lucía de reojo, como si analizara cada detalle.
Iris respiró profundo y miró una vez más a Lucía antes de contestar.
— No me preocupa. —respondió, su tono desafiante, aunque en el fondo, no podía evitar sentir que algo en Lucía le desafiaba. No sabía si era su mirada o la forma en que se movía, pero algo no encajaba.
Aunque había aceptado este matrimonio como parte del "plan", Iris no podía negar que algo le decía que las cosas no serían fáciles. Lucía parecía más que una simple heredera de un clan mafioso. Parecía alguien con quien no se debía jugar.
Javier, mientras tanto, seguía hablando con Fernando, con su típica calma.
— Y como dijimos, el control del territorio es clave. —dijo Javier, con su tono de siempre. — Esta unión nos asegurará que los Álvarez puedan operar sin interferencias de otras familias. Ya no hay nadie que se atreva a tocar nuestra línea de suministro de armas.
Fernando asintió, aparentemente sin emociones. Sabía que el acuerdo con los Espinosa era un paso necesario para fortalecer su control. Pero también sabía que todo esto tenía un precio.
— No quiero complicaciones, Javier. Esto debe ser rápido. Mi hija no tiene tiempo para tonterías. —Fernando respondió con su habitual frialdad. — Necesito que esta transición se haga sin incidentes.
La conversación continuó entre los dos hombres, pero Iris ya no estaba escuchando. Sus ojos se volvieron a fijar en Lucía, en la manera en que su porte era tan controlado, tan calculado. Aunque no lo admitiera, un pensamiento persistente seguía en su mente: ¿Qué tan dispuesta estaría Lucía a aceptar todo esto?
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Perspectiva de Lucía:
La conversación entre sus padres continuaba, pero Lucía no podía concentrarse en lo que decían. Todo a su alrededor, con el lujo y la falsa cortesía, solo aumentaba su incomodidad. Cada gesto, cada palabra, parecía una actuación cuidadosamente ensayada. Y en todo eso, ella era la pieza central.
De repente, escuchó una voz. Era Iris, acercándose con pasos decididos.
— ¿No vamos a hablar? —dijo, mirando a Lucía con esa mirada intensa que, de alguna manera, la descolocó.
Lucía la miró fijamente. Aunque la invitación era directa, no estaba segura de si quería participar en una conversación sin sentido. Pero al fin y al cabo, todo esto era un juego, y en un juego como este, no podía dejar que nada le pasara por alto.
— ¿De qué quieres hablar? —respondió, con la voz fría, pero curiosa. No estaba dispuesta a perder el control de la situación, pero tampoco podía negar que algo en Iris la mantenía alerta.
Iris la observó un momento antes de sonreír ligeramente, como si hubiera encontrado una oportunidad en la tensión que creaba el ambiente. Pero no dijo nada más. La conversación no era algo que pudiera forzar, al menos no todavía.
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Perspectiva de Iris:
Iris dio un paso hacia Lucía, estudiándola. La hija de los Álvarez no era como las demás. Había algo en ella que no encajaba con el resto. Su seguridad, su postura... Pero no se dejó engañar. Sabía que todo eso podía ser solo una fachada.
— No espero que esto sea fácil para ti. —dijo Iris, con un tono más suave, pero cargado de una amenaza velada. Sabía que Lucía no se sometería sin luchar.
Lucía la miró, pero esta vez, sus ojos parecieron encontrar algo en los de Iris, como si el juego hubiera comenzado. La tensión entre las dos se podía cortar con un cuchillo, y aunque ambas lo sabían, no había marcha atrás.
Mientras los padres seguían hablando, las dos mujeres se observaban como dos piezas de un tablero de ajedrez, listas para moverse. Ninguna de las dos iba a ceder tan fácilmente.