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Ecos De Un Amor Eterno

Ecos De Un Amor Eterno

Status: En proceso
Genre:Romance / Romance paranormal / Elección equivocada / Traiciones y engaños / Reencuentro / Reencarnación
Popularitas:2.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Carlos Contreras

¿Crees en el destino? ¿Alguna vez conociste a alguien que parecía tu alma gemela, esa persona que lo tenía todo para ser ideal pero que nunca pudiste tener? Esto es exactamente lo que le ocurrió a Alejandro… y cambió su vida para siempre.

NovelToon tiene autorización de Carlos Contreras para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Recuerdos fragmentados

La noche había caído como un manto pesado, pero Alejandro no podía dormir. El sonido del reloj en la pared de su habitación marcaba cada segundo con una precisión que le resultaba angustiante. Cerró los ojos, buscando algo de paz, pero apenas lo hizo, un destello de luz irrumpió en su mente. Era una visión, fugaz pero nítida: un altar antiguo rodeado de símbolos que parecían arder como brasas. Escuchó un grito, un nombre... Luna.

Despertó sobresaltado, el sudor perlaba su frente. Se sentó en la cama, respirando con dificultad mientras su mirada buscaba respuestas en la penumbra de su cuarto.

—¿Qué demonios está pasando? —murmuró para sí mismo, llevándose una mano a la frente.

Al mismo tiempo, en su apartamento, Luna estaba pasando por algo similar. Había intentado distraerse leyendo, pero el libro se le cayó de las manos cuando una imagen cruzó su mente: un reloj de arena que giraba sobre sí mismo, derramando arena negra. Era tan vívida que casi podía sentirla entre sus dedos.

No podía quedarse quieta. Se levantó y, casi por instinto, miró la marca en su muñeca. Había algo diferente en ella. Parecía más nítida, como si estuviera adquiriendo vida propia.

—Esto no puede ser normal —dijo, apretando los labios.

De forma inexplicable, ambos sintieron la necesidad de salir, de buscar algo que no podían identificar. Fue como un tirón invisible que los guió. Sin saber cómo ni por qué, Alejandro y Luna terminaron en el mismo parque al que solían ir en sus vidas pasadas, aunque ninguno lo recordaba conscientemente.

El parque estaba vacío, envuelto en una tranquilidad inquietante. La luna llena iluminaba el camino, proyectando sombras alargadas de los árboles. Alejandro caminaba lentamente, con las manos en los bolsillos y la mirada alerta. Algo lo había traído hasta allí, pero no sabía qué.

Luna, por su parte, avanzaba por otro sendero. Sus pasos eran ligeros, casi temerosos, pero había una fuerza interna que la impulsaba a seguir adelante.

Cuando ambos llegaron a un claro del parque, se detuvieron de golpe al verse.

—¿Tú? —dijo Luna, con los ojos muy abiertos.

—Otra vez tú —respondió Alejandro, con una mezcla de sorpresa y alivio.

El silencio entre ellos se llenó de una tensión inexplicable. Ninguno sabía qué decir, pero el destino parecía tener otros planes. A sus espaldas, algo llamó su atención al mismo tiempo: un árbol antiguo, de ramas retorcidas, que se alzaba como un centinela en medio del claro.

—¿Qué es eso? —preguntó Luna, señalando el tronco.

Ambos se acercaron lentamente. En la corteza, grabado como si hubiera estado allí durante siglos, había un nuevo símbolo. Era similar a las marcas en sus muñecas, pero más complejo, como si contuviera un mensaje que no podían descifrar.

—Esto no estaba aquí antes... —murmuró Alejandro, pasando los dedos por el grabado.

De repente, una ráfaga de viento frío los envolvió, y ambos sintieron un escalofrío que les recorrió la espalda. Fue entonces cuando Luna vio algo entre las sombras.

—¡Hay alguien ahí! —exclamó, dando un paso atrás.

Alejandro se giró rápidamente, buscando con la mirada. Una figura emergió de la penumbra, caminando hacia ellos con calma. Era una mujer de cabello oscuro y ojos intensos.

—No puede ser... —susurró Luna, sintiendo que el suelo bajo sus pies desaparecía.

—¿Isabel? —dijo Alejandro, casi sin aliento.

La mujer los miró con una expresión neutral, como si los evaluara. Llevaba un vestido sencillo, pero su presencia irradiaba una extraña energía que los hizo sentirse pequeños.

—No esperaba encontrarme con ustedes aquí tan pronto —dijo Isabel, con una voz que parecía acariciar y cortar al mismo tiempo.

—¿Quién eres? —preguntó Luna, dando un paso al frente, aunque su voz temblaba ligeramente.

Isabel sonrió, pero no respondió de inmediato. En cambio, miró el símbolo en el árbol y luego las marcas en sus muñecas.

—La pregunta no es quién soy yo, sino quiénes son ustedes realmente. ¿No sienten que algo dentro de ustedes está intentando despertar?

Alejandro frunció el ceño.

—¿De qué estás hablando? Esto no tiene sentido.

—Claro que tiene sentido, Alejandro. Pero aún no están listos para comprenderlo todo.

La forma en que pronunció su nombre hizo que un eco lejano resonara en su mente. Por un breve instante, recordó el altar, el reloj de arena y la voz de Isabel. Era como si algo intentara emerger de las profundidades de su memoria.

—Tú sabes algo —dijo Luna, con los puños cerrados.

—Sé muchas cosas, Luna. Pero también sé que hay cosas que es mejor no recordar.

—¿Qué hiciste? —preguntó Alejandro, avanzando hacia ella.

Isabel levantó una mano, deteniéndolo.

—No fui yo quien hizo esto. Fue el destino. Todo lo que ocurrió antes, todo lo que está ocurriendo ahora, es solo parte de un ciclo. Pero ustedes tienen el poder de romperlo... si son lo suficientemente valientes.

Antes de que pudieran hacer más preguntas, Isabel dio un paso atrás, adentrándose nuevamente en las sombras.

—¡Espera! —gritó Luna, intentando seguirla.

Pero cuando llegaron al lugar donde había estado, Isabel había desaparecido.

De regreso en sus respectivos hogares, Alejandro y Luna no podían dejar de pensar en lo que había sucedido. Las palabras de Isabel resonaban en sus mentes, mezclándose con los sueños y visiones que ya los atormentaban.

Esa noche, ambos soñaron con el altar y el reloj de arena, pero esta vez, las imágenes eran más claras. Vieron sus propias manos tocando el reloj, tratando de detener el flujo de arena, y escucharon las palabras de Isabel en un eco distante:

—El ciclo debe romperse.

Cuando despertaron, la decisión estaba tomada. No podían ignorar lo que estaba pasando. Fuera lo que fuera, tenían que enfrentarlo juntos.

Mientras Alejandro y Luna decidían qué hacer a continuación, en un lugar desconocido, Isabel observaba el símbolo del árbol a través de un espejo.

—Están despertando. Pero esta vez... no será tan fácil. —Una sonrisa enigmática apareció en su rostro mientras trazaba con sus dedos un nuevo símbolo en el aire.

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Violeta Itzae Gonzalez O.
Parece bueno, echale ganas y actualiza pronto! Gracias!
CaloAldo: muchas gracias
total 1 replies
Valito.C
porfa no tardes en subir los cap
CaloAldo: Claro que si, ya hay más capítulos disponibles
total 1 replies
(^~^)Ara~Ara_sempai
Va a ser popular
CaloAldo: Paso a paso.. /Heart/
total 1 replies
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