Soy dueño de una gran cadena de venta de carne, mi ganado es seleccionado y criado a pasto, soy innovador en mi ramo, conocido como el CEO de la carne verde. Construí mi imperio desde cero y ahora tengo que contratar pequeños ganaderos para que mi negocio prospere. En una de las propiedades encontré a una mujer que no puedo sacar de mis pensamientos. Voy a conquistar a mi diosa del fuego, cueste lo que cueste...
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Capítulo 10
“Bia”
Llego a la hacienda todavía enfadada con Alessandro, pero hay tantas cosas que hacer que enseguida me sumerjo en el trabajo y me olvido un poco de él. Ya son las 17:30 y si quiero ver a mi padre tendré que salir pronto, porque después de la hora de visita no puedo entrar.
El capataz viene a hablar conmigo porque se acerca el día de inseminar a las novillas, y no puede hacerlo sin mí.
¿Cómo lo voy a hacer? Me llevará dos días inseminar a las 100 novillas, no puedo dejarlo pasar porque perderé los medicamentos del protocolo.
_ Ya lo resolveré y te avisaré, Adão. Ahora necesito darme una ducha para volver al hospital.
Cuando llego a casa veo la Dodge Ram negra aparcada cerca de la casa, me paso la mano por la cara, no tengo paciencia para lidiar con Alessandro, ¿pero qué voy a hacer?
Llegué y lo vi sentado a la mesa de la cocina con ropa sencilla, se ve más guapo que antes, hablando animadamente con mi empleada, llamé a María.
Me mira y con una sonrisa de oreja a oreja dice:
_ Bia, nuestro huésped ha llegado, ya le he preparado la habitación de al lado de la tuya para que no se pierda por la casa.
_ ¿Qué historia es esa de huésped?
_ Déjalo María, yo se lo explico a Beatriz.
María me sonríe y sale de la cocina, dejándonos solos.
Beatriz está con las manos en la cintura mirándome fijamente.
_ Le prometí a tu padre que cuidaría de ti y eso es lo que estoy haciendo, y ya he arreglado para que alguien se quede con él en el hospital, no necesitas ir allí.
_ Puedes coger tu maleta e irte de aquí, no te quiero cerca de mí, y voy a ir al hospital a ver a mi padre.
Cruzo la cocina y lo agarro por el cuello, empieza a forcejear y me da un puñetazo.
Lo suelto en el suelo y me pongo la mano en la nariz, que me está sangrando.
_ Mira lo que has hecho, me has roto la nariz.
_ Es para que aprendas a mantener tu mano bien lejos de mí.
_ No me voy a ir, y puedes ir acostumbrándote a mi presencia.
_ ¿Cómo puedes quedarte en un lugar donde no te quieren? Yo no te quiero aquí.
_ Pero me voy a quedar, y punto final.
Me quedo mirando a ese hombre testarudo y pienso:
“Voy a hacer que te rindas, ¿crees que trabajar en la hacienda es fácil?
Te voy a enseñar lo duro que es y estoy segura de que saldrás corriendo a la primera oportunidad”.
Le digo:
_ Muy bien, voy a darme una ducha e iré al hospital a visitar a mi padre, mañana temprano hablaremos.
“Alê”
Se gira y se va hacia su habitación, que tiene el baño en suite, yo voy a la mía, cojo las llaves de mi camioneta y me quedo esperando en el salón.
Cuando sale de la habitación, casi me quedo sin aliento, lleva un vestido azul ajustado y unas sandalias, con el pelo suelto y solo un poco de brillo de labios, pasa de mí como si no estuviera en la habitación.