"Y si alguna vez te lastimé, sabes que también me lastimé a mí mismo. No estoy tratando de ser cualquier tipo de hombre, solo intento ser alguien a quien puedas amar, confiar y comprender."
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¿Quién es él?
Después de ser dado de alta del hospital, me encontraba de vuelta en el mundo exterior, pero algo no estaba bien. Mi pecho ardía con una intensidad que me dejaba sin aliento, como si un fuego voraz devorara mi corazón y lo redujera a cenizas. La idea de que Eleanor me dejara me aterraba, me paralizaba con un miedo abrumador que amenazaba con consumirme por completo.
Quería gritar, llorar, rasguñarme por la desesperación que me ahogaba, pero todo era tan duro, tan difícil de soportar. Cada paso que daba era una lucha contra el dolor que amenazaba con consumirme, una batalla que parecía imposible de ganar.
Finalmente, me detuve y miré a mi alrededor, buscando algo, cualquier cosa que pudiera darme un respiro de esta pesadilla. Y entonces lo vi: un auto negro estacionándose frente a mí, y de él descendió Eleanor.
Mi corazón dio un vuelco en mi pecho mientras la observaba, su belleza etérea y su presencia imponente llenaban el aire a mi alrededor. Pero también había algo más, algo en su mirada que me llenaba de temor, una frialdad que no podía ignorar.
Me quedé allí, paralizado, mientras ella se acercaba, una mezcla de emociones turbias revoloteando en mi mente. ¿Qué estaba haciendo aquí? ¿Qué quería de mí después de todo lo que había pasado entre nosotros?
Las preguntas resonaban en mi cabeza mientras me preparaba para enfrentar a Eleanor, para descubrir la verdad detrás de su visita inesperada.
—Eleanor—, murmuré cuando se acercó, tratando de ocultar la turbulencia de emociones que revolvían mi interior. —¿Qué haces aquí?—
Ella me miró con una mezcla de preocupación y determinación. —Vine a verte, Damien. ¿Cómo estás? ¿Te sientes bien?—
Traté de mantener la compostura, pero mi voz salió notablemente rasposa. —Estoy bien—, respondí, aunque sabía que era una mentira descarada. Había estado sufriendo mucho, tanto física como emocionalmente, y no podía ocultarlo por mucho más tiempo.
Eleanor asintió con solemnidad. —Sube al auto, te llevaré a casa—, dijo, y aunque sus palabras sonaban reconfortantes, la confusión se apoderó de mí. ¿Por qué estaba aquí? ¿Qué quería de mí después de todo lo que había pasado entre nosotros?
—¿A casa?— repetí, mi mente luchando por comprender lo que estaba sucediendo.
Eleanor me miró fijamente, su expresión seria y decidida. —Sí, a casa. Te llevaré a conocer a Summer y te pondré al tanto con lo que ha pasado desde que estuviste en coma—.
El shock me golpeó como un puñetazo en el estómago. ¿Summer? ¿Mi hija? La idea de verla por primera vez, de conocerla después de tanto tiempo, era abrumadora y emocionante al mismo tiempo. Pero también era aterradora, porque sabía que nada sería igual después de esto.
Seguí a Eleanor en silencio mientras me dirigía hacia el auto, dejando que la confusión y la ansiedad se agitaran dentro de mí como un torbellino. Me senté en el asiento del copiloto, sintiéndome incómodo mientras ella se acomodaba en el asiento del conductor y ponía en marcha el auto.
Eleanor parecía estar absorta en sus propios pensamientos, ignorando mi malestar mientras conducía con determinación. Cada giro y cada movimiento del vehículo solo aumentaban mi incomodidad, y luché por mantener el control sobre mis emociones.
Me hundí en mis pensamientos, sintiendo cómo las olas de náuseas amenazaban con abrumarme. Me mordí el labio con fuerza y cubrí mis ojos con la palma de mi mano, tratando de contener el mareo que me invadía. Estaba sufriendo bastante, tanto física como emocionalmente, y no podía evitar sentirme atrapado en una espiral de angustia y desesperación.
El viaje se convirtió en una tortura silenciosa, cada minuto se sentía como una eternidad mientras luchaba por mantener la compostura. Y mientras el paisaje pasaba borroso ante mis ojos, supe que aún quedaba un largo camino por recorrer antes de encontrar la paz que tanto ansiaba.
—¿Quién es él?— pregunté, mi voz apenas un susurro tembloroso en el aire cargado de tensión.
Eleanor me miró con una expresión impasible. —¿A qué te refieres?— respondió, su tono frío y distante.
—¿Quién es el hombre que te robó?— repliqué, luchando por contener el torrente de emociones que amenazaba con desbordarse.
Hubo un momento de silencio incómodo antes de que Eleanor respondiera. —Lo conocerás cuando lleguemos—, fue todo lo que dijo, pero su falta de respuesta sólo aumentó mi angustia.
Me sentí abrumado, atormentado por la idea de que mi hija ni siquiera me reconocería, de que yo sería un extraño para ella y que el hombre que estaba al lado de Eleanor ahora ocuparía mi lugar. Una lágrima solitaria resbaló por mi mejilla, pero me giré rápidamente para limpiarla antes de que ella lo notara.
El viaje continuó en un silencio opresivo, cada kilómetro que pasaba me acercaba más a un destino incierto y a un futuro que no podía enfrentar. La sensación de asfixia se apoderaba de mí mientras luchaba por encontrar una salida de esta pesadilla en la que me había sumergido.
w(°o°)w impactada, vida difícil la de Terry :(
pero al final si la encontré, los milagros existen 🙏🏾😭
te trataba como una cucaracha con kk y tú todavía eres dependiente a el
patético