Al morir y regresar, después de saber su destino; decide dejar todo por lo que siempre se esforzó y tratar de sobrevivir, sin importar lo que el resto de la gente a su alrededor, diga.
En su camino encuentra a la persona que la ayudará y será su apoyo en un futuro, al menos eso cree.
Para ello tendrá que casarse con aquel desconocido.
¿Será verdad?
¿Un contrato puede ser cumplido o se tendrá que romper?
¿El amor puede surgir a pesar de no conocerse?
Historia de Johana y Donatello, el principio de su vida...
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Petición.
—Buenos día señorita, han traído todo lo que ordenó el día de ayer— una doncella le informaba.
—Perfecto, lleven todo a mi habitación—
—¿A su habitación o a la del duque?— sabiendo que había dormido ahí, no estaban muy seguras.
—A mi habitación, es ahí donde seguiré durmiendo. Lo de anoche no se repetirá— lo dijo muy en serio, que las chicas solo hicieron una reverencia y acataron la orden, claro que reían por lo bajo, pensando que ni Johana se creía lo que había dicho.
—Buenos días señor, ¿pudo descansar anoche?— tenía cierta duda.
—Fue un buen descanso. ¿Cómo van los preparativos de la fiesta?— necesitaba apresurar las cosas.
—Todo va bien señor, he hablado con los encargados para que pueda llevarse a cabo lo más pronto posible, se podrá hacer para dentro de un mes, eso es lo más pronto que se puede— conociendo a su señor, sabía cómo le gustaban las cosas, así que se lo aclaró de ante mano.
—Muy bien, ¿hay alguna otra novedad?—
—Ha recibido una carta, es de sus padres. Al parecer están molestos porque no les informó sobre su prometida, quieren conocerla, han tomado todas las precauciones, así que concertaron una cita en una semana donde siempre—
Al ser el segundo hijo, decidió alejarse de sus padres y hermanos, lo que menos quería es estar en disputas innecesarias por cualquier tipo de herencias, aunque fue nombrado duque, se lo ganó a base de esfuerzo y eso nadie lo podía negar, pues fue el propio consejo de ministros quienes otorgaron ese título, claro que el emperador lo corroboró y selló, pero nadie podría negar que él mismo se haya ganado lo que ahora tenía.
—Bien, hazte cargo de los preparativos y avisa a Johana que iremos— se quedó pensando un poco. —Espera, mejor yo le avisaré, tu continúa con tus deberes— finalizó.
Johana siguió con lo que le correspondía, los cálculos de gastos y ganancias en el ducado, también el como llevar la mansión, entre los sueldos, los puestos y cada cosa que le tocaba hacer a los sirvientes, aunque no podía intervenir con las labores de la parte del ejército de su prometido, si podía darle órdenes a los guardias del ducado, que eran independientes de los soldados.
—Veo que te estás acoplando— Stephan había llegado hasta donde estaba la castaña.
Una mesa bajo un kiosco, en medio de un pequeño jardín.
—Dígame capitán, ¿necesita algo?— continuó trabajando.
—¿Qué te pareció el general?, ¿es bueno en la cama?— nada que ver sus preguntas, Johana entendió su punto.
—Eso es un asunto privado capitán, si quiere saber, debería preguntárselo al general y no a mi, no es correcto— frunció el seño.
—Si te incomode, me disculpo. Es solo que normalmente mi primo no actúa tan cariñoso con nadie—
—Será porque soy su prometida y quiere llevarse bien conmigo, que se comporta así, no creo haber hecho nada para que cambiara— estaba incómoda con la presencia del joven.
—Creo que lo mejor será que me retire, solo quiero que sepas que cuenta conmigo para lo que sea— hizo una reverencia y se fue.
—»¿Qué le pasa?, se supone que no debería ser tan entrometido«— estaba molesta, después de pensar que era alguien amable al defenderla.
El capitán llegó hasta el despacho de Donatello y tocó la puerta, no podía quedarse con la duda y saber si debía seguir apoyando a Johana o no.
—¿Qué ocurre?— se le hacía raro verlo ahí tan temprano.
—¿Pasaste una buena noche?, ¿ella es como lo esperabas?— su pregunta estaba fuera de lugar, aunque no tenía otra forma de saber.
—No entiendo a lo que te refieres, explícate— continuó en lo que estaba.
—Cada vez que metes a una mujer a tu cama, no es solo para dormir, no creo que hayas cambiado eso— su indirecta era muy directa.
—Pues con Johana no fue igual, ella se dio a respetar y se dio su lugar, con ella solo dormí— sonrió ladino al recordar que al menos se dieron unos besos.
—Ya veo, ¿entonces si vas más que enserio con ella?— sonrió feliz, por el cambio del general.
—Ella es diferente, pero también tiene algo de malicia en sus venas, aunque no deja que todos lo vean— se sentía orgulloso de ella.
—¿Así que ya te enteraste?, fue ella quien mató a los hombres con flechas— también estaba feliz por ello.
—Exacto, asumo que tienes la información necesaria, si sabes eso— su rostro cambió a una expresión seria.
—La culpable ya ha pagado, sabrás de ello en poco tiempo, me hice cargo personalmente, sabes que con la familia nadie se mete y se queda sin castigo— afirmó.
—Eso me deja más tranquilo, pero aún así quiero que pongas a los mejores hombres al cuidado de Johana, se que puede cuidarse sola, pero no quiero correr riesgos innecesarios—
Detrás de la puerta, estaba la joven castaña que había ido invitar a comer al general, logrando escuchar aquella información que la dejó sorprendida.
—También quiero que rompas cualquier negocio que tengamos con la familia Anderson. No me interesa saber ya nada de ellos, su hija cometió el error de meterse con una persona importante para mí, eso no lo voy a dejar pasar aunque ella ya esté muerta—
—»Entonces fue ella, vaya que actuó rápido, una menos de quién preocuparse.«— Sonrió triunfante y entonces tocó la puerta.
—Adelante—
—¡Oh duque!, no sabía que estaba ocupado. Venía invitarlo a almorzar, pero si no puede será en otro momento— hizo una reverencia para retirarse.
—Hemos terminado lady Chian, yo me retiro, disfruten su almuerzo— Stephan los dejó solos.
—Vamos, tengo algo de hambre— abrazó a Johana de los hombros, algo a lo que no puso resistencia.
—Me alegra escuchar eso, fui yo quien preparó la comida el día de hoy— se había esforzado mucho para deleitar al duque.
Pasaron a sentarse y les sirvieron la comida, era algo sorprendente para Donatello, que una joven de familia noble, fuera capaz de cocinar como lo hacen los chefs experimentados, pues aquello que preparó, era aún más delicioso que aquel omelette que había probado.
—Eres muy buena en muchas cosas, me pregunto ¿cómo aprendiste todo?— no podía más con su curiosidad.
gracias por escribir