En un futuro distópico devastado por una ola de calor, solo nueve ciudades quedan en pie, obligadas a competir cada tres años en el brutal Torneo de las Cuatro Tierras. Cada ciudad envía un representante que debe enfrentar ecosistemas artificiales —hielo, desierto, sabana y bosque— en una lucha por la supervivencia. Ganar significa salvar su ciudad, mientras que perder lleva a la muerte y la pérdida de territorio.
Nora, elegida de la ciudad de Altum, debe enfrentarse a pruebas físicas y emocionales, cargando con el legado de su hermano, quien murió en un torneo anterior. Para salvar a su gente, Nora deberá decidir hasta dónde está dispuesta a llegar en este despiadado juego de supervivencia.
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Voces bajo el fuego
El amanecer trajo consigo un cambio inesperado. Justo cuando los ocho participantes se estaban preparando para adentrarse en la segunda tierra, fueron sorprendidos por la llegada de un equipo de reporteros, la única cadena de noticias que operaba para las nueve ciudades, conocida como "Voz de la Patria". Sus cámaras viejas y sus micrófonos desgastados eran símbolos de un mundo que alguna vez fue moderno y vibrante, antes de que el calor y la sequía se adueñaran de todo.
Argus les informó que antes de continuar, tendrían que participar en las entrevistas. Aquello, supieron, era un intento del gobierno para mantener a las masas entretenidas, para dar esperanza a una población que se ahogaba bajo la presión del calor extremo, la escasez de agua, y la desesperación. Los "héroes" que sobrevivían los desafíos eran la distracción ideal.
El equipo de televisión instaló un pequeño set improvisado en el espacio común de la base. Hicieron lo que pudieron para darle una apariencia digna: una vieja lona desplegada detrás para tapar las grietas de las paredes y una mesa con vasos de agua colocados estratégicamente para dar la falsa impresión de abundancia.
Cada participante se sentó frente a la cámara, uno a uno, mientras les hacían preguntas superficiales y alentadoras. El objetivo era claro: mostrar la cara humana de la lucha, para que las ciudades pudieran sentirse orgullosas de sus representantes. Aunque para los participantes, esto era solo una obligación más, un recordatorio de que no eran más que peones en un juego mucho más grande.
Marcus fue el primero en ser entrevistado. Se sentó con la espalda recta, el rostro estoico. La entrevistadora, una mujer mayor con la cara cubierta de maquillaje barato para ocultar los signos del desgaste, le sonrió con una profesionalidad que no alcanzaba sus ojos.
—Marcus de la Ciudad de Solis, cuéntanos, ¿cómo ha sido la experiencia hasta ahora? —preguntó ella, con el tono melodramático característico de los medios.
Marcus la miró por un instante antes de responder, como si buscara las palabras correctas.
—Ha sido duro, muy duro —dijo, su voz baja pero firme—. Cada desafío nos empuja al límite, pero sé que todos estamos aquí porque queremos hacer un cambio. Quiero demostrar que la gente de Solis puede ser fuerte, que podemos superar cualquier obstáculo, sin importar lo que nos pongan en el camino.
La entrevistadora asintió con entusiasmo falso, el tipo de reacción que estaba ensayada.
—¿Y qué les dirías a tus amigos y familiares que te ven desde casa? ¿Algún mensaje de esperanza?
Marcus dudó por un segundo antes de responder. La imagen de Lila apareció fugazmente en su mente, pero la apartó con esfuerzo.
—Solo quiero que sepan que sigo aquí, que estoy luchando. Todo lo que hago es por ustedes, por nuestra ciudad. Espero que estén orgullosos de mí, y prometo no rendirme.
Jared fue el siguiente. Se sentó frente a la cámara con una expresión imperturbable, sus ojos oscuros mirando al objetivo como si pudiera ver a través de la pantalla a cada persona que estuviera viendo desde sus hogares en ruinas. La entrevistadora intentó mantener el mismo tono optimista que había usado con Marcus.
—Jared, de la Ciudad de Boreas. Cuéntanos, ¿cómo te sientes enfrentando el siguiente desafío? ¿Estás listo para lo que venga?
Jared se limitó a encogerse de hombros. Sus palabras eran escasas, y eso solo parecía fascinar más a la entrevistadora.
—Estoy listo —dijo sin más, su tono frío y sin emoción.
La mujer intentó mantener la sonrisa, pero había algo en Jared que la incomodaba.
—Entiendo, un hombre de pocas palabras —comentó, tratando de romper la tensión—. ¿Hay algo que te motive a seguir adelante, algún mensaje que quieras enviar a tu ciudad?
Jared la miró por un instante, y luego sus labios esbozaron una sonrisa apenas perceptible, pero amarga.
—No tengo ningún mensaje. Estoy aquí para ganar, nada más. Mi ciudad sabe lo que tiene que saber.
La entrevistadora asintió, algo desconcertada, y rápidamente pasó al siguiente.
Finalmente, fue el turno de Nora. Nora se sentó en el improvisado set, sintiendo la incomodidad de la situación, pero intentó sonreír. Sabía que todo esto era parte del espectáculo, y por lo tanto, lo jugaría de la mejor manera posible.
—Nora, de Altum —comenzó la entrevistadora, con el mismo entusiasmo—. Todos hemos visto lo valiente que has sido en los desafíos anteriores. ¿Qué es lo que te motiva a seguir adelante?
Nora tomó un momento antes de responder. Sus pensamientos volaron hacia las calles polvorientas de Altum, hacia la gente que luchaba por un poco de agua, que contaba con ella para darles una esperanza.
—Mi motivación es mi ciudad —dijo—. Altum ha pasado por tiempos difíciles, como todas las ciudades, pero creo que podemos ser más fuertes. Estoy aquí para demostrar que no importa cuán duras sean las circunstancias, siempre podemos encontrar la manera de salir adelante.
La entrevistadora asintió, claramente satisfecha con la respuesta.
—Eso es muy inspirador, Nora. ¿Hay algo que quieras decirles a las personas que te están viendo desde casa?
Nora sonrió un poco, tratando de transmitir la seguridad que sus palabras intentaban demostrar.
—Solo quiero decirles a mis padres que no se rindan. Sé que las cosas son difíciles y que confíen en mi, pero todo sacrificio tiene un propósito. Estoy aquí por ustedes, y no los decepcionare, y a ti Nolan quiero decirte que te quiero aunque me odies
Cuando la entrevista terminó, Nora se levantó, sintiendo una mezcla de alivio y cansancio. Caminó hacia Marcus, quien estaba esperando a un lado del set. Al verlo con esa expresión serena que había mostrado en la entrevista, no pudo evitar soltar una risa ligera.
—Vaya, Marcus, no sabía que teníamos a un actor en el grupo —dijo ella, cruzándose de brazos—. Seguro que después de esto los Padres de la Patria te hacen su favorito.
Marcus giró la cabeza hacia ella, una sonrisa breve asomando en sus labios.
—Supongo que sé decir lo que la gente quiere escuchar —respondió él, encogiéndose de hombros—. De alguna manera, parece que eso es lo único que importa.
Nora asintió, la sonrisa desvaneciéndose un poco. Sabían que todo aquello era un espectáculo. Las entrevistas, los desafíos, incluso sus propias vidas eran meras piezas en el tablero del gobierno.
—Bueno, si eso nos mantiene vivos un día más, entonces vale la pena ser buenos actores —comentó ella, en un intento de levantar los ánimos.
Marcus la miró y asintió lentamente.
—Quizás tengas razón. Solo espero que podamos seguir con este acto el tiempo suficiente.
Más tarde, Jared se les unió, con su característica mirada distante. Marcus lo miró y luego a Nora.
—¿Y tú, Jared? ¿Disfrutaste tu momento frente a la cámara?
Jared se encogió de hombros, su expresión imperturbable.
—Todo esto es una pérdida de tiempo —dijo sin emoción—. Pero si nos quieren convertir en estrellas de la pantalla antes de enviarnos a morir, que así sea.
Nora suspiró y se giró hacia los otros dos.
—Vamos, tenemos que prepararnos para la siguiente tierra. Lo peor todavía está por venir.
Los tres se reunieron con los demás en el centro de la base, donde Argus ya estaba dando las últimas indicaciones antes de la partida. Los ocho participantes se miraban entre sí, cada uno con sus propios temores y esperanzas ocultas bajo máscaras de valentía o indiferencia. En aquel mundo donde el agua era más valiosa que la vida y el calor amenazaba con consumirlo todo, solo aquellos que supieran jugar el papel que se les asignaba tendrían alguna oportunidad de sobrevivir.
El segundo desafío estaba a punto de comenzar, y la única certeza que tenían era que solo uno de ellos podía llegar al final
--Bueno Marcus, Jared, los miraré luego fuera de la segunda tierra -- dijo Nora, con una sonrisa en su rostro