Una Blanca Nieves Trasvistiéndose en la Guerra
En el sombrío y misterioso reino de Eldoria, una joven llamada Lucía lucha por sobrevivir en las calles sucias y oscuras. Con su cabello negro como la noche, piel pálida como la nieve y ojos grises como un lobo, Lucía ha aprendido a valerse por sí misma desde que sus padres la abandonaron antes de morir.
El día de su decimoquinto cumpleaños, el reino se ve sacudido por una guerra entre los siete príncipes sucesores del trono, cada uno con una personalidad única y distintiva. Los príncipes, conocidos como Grím, Jovial, Sabio, Tímido, Bromista, Soñador e Hipocondríaco, luchan por reclamar su derecho a gobernar Eldoria.
Ante la noticia de que todos los hombres deben alistarse para la guerra, Lucía ve una oportunidad para cambiar su destino. Decidida a escapar de la miseria, se corta el cabello y se disfraza de hombre, adoptando el nombre de Lucio. Con una blusa café y un pantalón viejo amarillo, se presenta en el campamento de reclutamiento
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capítulo 22
Capítulo 22: La Estrategia del Príncipe y la Fuerza de Lucía
El príncipe, rodeado de sus consejeros y aliados, se encontraba en la sala de guerra del palacio. Un gran mapa del reino estaba desplegado sobre la mesa, con figuras representando las fuerzas enemigas y aliadas. La atmósfera era tensa, pero cargada de determinación.
—Debemos actuar con rapidez y precisión —dijo el príncipe, señalando el palacio de la reina en el mapa—. La reina malvada no nos dará tregua. Necesitamos un plan que nos permita infiltrarnos y derrotarla antes de que pueda reunir más fuerzas.
Lucía, ahora una elfa asura, observaba el mapa con atención. Su transformación le había otorgado una conexión profunda con la naturaleza y habilidades mágicas que apenas comenzaba a comprender. Sentía el peso de su nuevo título como comandante de las Rosas Negras, pero también una renovada determinación.
—Mi príncipe, puedo usar mis habilidades para crear una distracción —sugirió Lucía—. La naturaleza está de nuestro lado. Puedo invocar una tormenta de nieve para cubrir nuestro avance y confundir a los guardias de la reina.
El príncipe asintió, impresionado por la idea.
—Eso podría darnos la ventaja que necesitamos. Pero debemos ser cautelosos. La reina tiene muchos seguidores leales y su magia es poderosa. Necesitamos más que una distracción.
Uno de los consejeros, un viejo sabio con una larga barba blanca, intervino:
—Mi príncipe, he estado estudiando los antiguos textos sobre la magia de la reina. Hay un artefacto en su palacio, una gema oscura que amplifica sus poderes. Si logramos destruirla, su magia se debilitará considerablemente.
El príncipe frunció el ceño, considerando la información.
—Entonces, nuestro objetivo principal será esa gema. Lucía, liderarás a las Rosas Negras en una misión para infiltrarse en el palacio y destruir el artefacto. Mientras tanto, el resto de nuestras fuerzas atacará desde el frente para distraer a los guardias.
Lucía asintió, sintiendo la responsabilidad de la misión.
—No fallaremos, mi príncipe. Las Rosas Negras están listas para cualquier desafío.
El príncipe sonrió, confiado en sus aliados.
—Muy bien. Que todos se preparen. Partiremos al amanecer.
Al amanecer, las fuerzas del príncipe se pusieron en marcha. Lucía y las Rosas Negras avanzaban sigilosamente, cubiertas por una tormenta de nieve que ella misma había invocado. Sin embargo, al acercarse al palacio de la reina, se encontraron con una sorpresa inesperada.
Frente a ellos, bloqueando el camino, estaba Yotsuba, una mercenaria legendaria conocida por su destreza en combate y su ejército de diez mil soldados mercenarios. Yotsuba, con su armadura negra y su espada reluciente, sonrió al ver a Lucía y sus compañeros.
—Así que finalmente nos encontramos, Lucía —dijo Yotsuba, su voz resonando con autoridad—. La reina me ha contratado para asegurarme de que no lleguen a su palacio. Si desean pasar, tendrán que derrotarnos primero.
Lucía, sin dejarse intimidar, dio un paso adelante.
—No tenemos tiempo para juegos, Yotsuba. Debemos detener a la reina antes de que cause más destrucción. Si te interpones en nuestro camino, no tendremos más remedio que luchar.
Yotsuba rió, levantando su espada.
—Entonces, que así sea. ¡Mercenarios, prepárense para la batalla!
La tensión en el aire era palpable mientras ambos ejércitos se preparaban para el enfrentamiento. Lucía sabía que esta batalla sería crucial para el éxito de su misión. Con una mirada decidida, levantó su espada y se preparó para liderar a las Rosas Negras en la lucha contra los mercenarios de Yotsuba.
El choque de espadas y el estruendo de la batalla llenaron el aire. Lucía, con su agilidad y habilidades mágicas, se movía como un rayo entre los enemigos, derribando a los mercenarios con precisión letal. Las Rosas Negras, inspiradas por su líder, luchaban con valentía y determinación.
Yotsuba, observando la destreza de Lucía, decidió enfrentarse a ella directamente. Con un grito de guerra, se lanzó hacia Lucía, sus espadas chocando en una explosión de chispas. La batalla entre las dos guerreras era feroz, cada una demostrando su maestría en el combate.
—Eres fuerte, Lucía —dijo Yotsuba, jadeando—. Pero no lo suficiente para derrotarme.
Lucía, con una mirada de acero, respondió:
—No subestimes el poder de la determinación y la justicia.
Con un movimiento rápido, Lucía desarmó a Yotsuba, derribándola al suelo. Los mercenarios, al ver a su líder derrotada, comenzaron a retroceder, perdiendo la voluntad de luchar. Lucía, sin embargo, no mostró piedad.
—Ríndanse ahora y no tendrán que enfrentar más derramamiento de sangre —dijo Lucía, su voz resonando con autoridad.
Los mercenarios, viendo la fuerza y la determinación en los ojos de Lucía, comenzaron a bajar sus armas. Yotsuba, aún en el suelo, miró a Lucía con una mezcla de respeto y resentimiento.
—Has ganado esta vez, Lucía. Pero no olvides que siempre habrá alguien dispuesto a luchar por el poder.
Lucía asintió, sabiendo que las palabras de Yotsuba eran ciertas. La lucha por la justicia y la paz nunca terminaba realmente. Pero por ahora, habían ganado una batalla crucial.
El príncipe, al ver la victoria de Lucía y las Rosas Negras, se acercó a ella con una sonrisa de gratitud.
—Has hecho un trabajo increíble, Lucía. Gracias a ti, tenemos una oportunidad real de derrotar a la reina.
Lucía, aún con la adrenalina de la batalla corriendo por sus venas, asintió.
—Esto es solo el comienzo, mi príncipe. La verdadera batalla aún nos espera.
Yotsuba, levantándose lentamente, se acercó al príncipe y a Lucía.
—He visto tu fuerza y tu determinación, Lucía. Y he visto la justicia en los ojos del príncipe. Mi lealtad a la reina se basaba en promesas vacías y miedo. Pero ahora veo una causa digna de luchar. Si me aceptan, yo y mis mercenarios nos uniremos a ustedes para derrocar a la reina.
El príncipe, sorprendido pero agradecido, extendió su mano.
—Aceptamos tu ayuda, Yotsuba. Juntos, seremos más fuertes.
Con la moral alta y la determinación renovada, el ejército del príncipe, ahora reforzado por los mercenarios de Yotsuba, continuó su avance hacia el palacio de la reina. Sabían que la batalla final sería la más difícil de todas, pero estaban listos para enfrentar cualquier desafío que se les presentara.
Mientras tanto, en el palacio de la reina, la malvada soberana estaba furiosa. Había recibido noticias de los planes del príncipe y sabía que su reinado estaba en peligro.
—¡No permitiré que me derroquen! —gritó la reina, su voz resonando con furia—. ¡Enviaré a mis mejores guerreros para acabar con ellos de una vez por todas!
El cazador, ahora al mando de un ejército de caballeros rojos y blancos, se preparaba para la batalla final. Sabía que esta sería su última oportunidad para capturar a Lucía y asegurar la victoria de la reina.
La tensión en el reino aumentaba a medida que ambos bandos se preparaban para el enfrentamiento decisivo. El destino del reino estaba en juego, y solo el tiempo diría quién saldría victorioso.