Novela de fantasía que relata las discriminaciones, el renacer. Las intrigas por la supremacía del poder. El triunfo del bien sobre el mal. Pero, sobre todo, la aceptación de uno mismo. ¿Encontrará Irina, la felicidad en su segunda oportunidad de vida, con un Dragón? ¿La Diosa podrá salvar a la humanidad de los demoníacos Morlos?
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Capítulo 20
Sin esperarlo, el Rey Pancracio, temeroso, revela el secreto de los extraños guantes negros de Alayne:
- Debo confesarles un secreto: Mi hija Alayne, se convirtió en una perezosa, porque tiene el poder de convencimiento, o la "magia del titiritero", cuando hablaba y pedía cualquier cosa, le bastaba con posar sus manos sobre la persona a quien le hacía la petición, y ésta hacía su voluntad sin cuestionarla. Cuando lo descubrimos, intentamos hacerle unos guantes de maná contenedor de ese poder, pero siempre lograba quitárselos; estos guantes negros que tiene puestos ahora, están clavados con clavos invisibles de maná, entre sus dedos- delata con incomodidad, Pancracio.
-¡Eso es una excelente noticia! ¡Es un gran poder para nuestros objetivos! ¡Vamos a liberar sus manos de inmediato!- exclama con emoción malsana, Rigoberto. Dicho y echo, a través de los 5 anillos del poder de Abaddon, liberan las manos de Alayne de los extraños guantes negros. Ahora libre para llevar a cabo los planes y sus fechorías en contra de Egor, éste se convertirá en un títere entre sus dedos, literalmente hablando. Todos rien complacidos, el Dios Abaddon está de su lado, para que consigan sus más oscuros deseos. Sin sospechar que quienes ganarán finalmente, serán los Morlos.
De pronto escuchan ruidos, unos pasos por fuera, Tobias sale de inmediato, ve a una mujer embarazada, con una niña de 10 años a su lado, que corrían. Tobia no sabe qué tanto escucharon esas dos, no se iba a arriesgar, sin mediar palabras con su maná de tierra, las hunde en la tierra para ahogarlas, la mujer embarazada suplica:
- ¡No escuché nada!, ¡Por favor deje libre a mi niña! ¡Ella ella es muda, no puede hablar!- suplica la pobre mujer, desesperada. Pero queda atrapada entre la tierra, junto con su pequeña hija, abrazándola. Tobías se da la vuelta y se va. Mientras tanto la niña, cubierta con la capa de la madre, logra mantenerse con vida, intenta salir, ella había sido adiestrada por su padre, que era minero, para resistir largo tiempo sin respirar bajo tierra, intenta ayudar a la madre, pero la madre ya había fallecido. Estaba embarazada y el golpe con la tierra la hizo perder mucha sangre. La niña huye aterrada, se esconde entre el bosque intentando escapar. Debe encontrar a su padre y hermano.
Al entrar, Tobías dice:
-Me deshice de unas intrusas, ya no hablarán- todos sonríen cómplices. Luego cada uno se marcha para llevar a cabo su plan. Abaddon les ordena que el pequeño espejo negro, se lo den a Alayne, pues ella estará en el Imperio Morozovio y debía darle las indicaciones de acción. Todos respetan la decisión del Dios Abaddon.
Ellos son unos simples esclavos mentales. El objetivo de Abaddon, siempre fue que ellos produjeran, una gran explosión con maná, su única finalidad es la desaparición del Volcán Averno, para llevar a los Morlos a la superficie, y esclavizar a los humanos como ganado, que sirvan de alimentos para su raza; pues, desde que los Cranos se resguardaron detrás de unas murallas en el Tartaro, ya no les quedaban muchas animales para sus sustentos, en las profundidades de la tierra. Y como no confía del todo en los humanos, introdujo a su hija Naameh, para que se asegure de que el plan se lleve a cabo, sin contratiempos.
Esa región subterranea, se llama: El Tártaro, los Morlos se estaban devorando entre ellos. El Rey Abaddon del Tártaro, había elaborado el maquiavélico plan, construyendo el espejo negro de maná demoníaca, para alcanzar la superficie del planeta; a través de la hipnosis de esos humanos viciosos, les hizo creer falsamente, que existía un gran yacimiento de piedras de maná en el fondo del Volcán Averno. Explotando la avaricia y las ansias de poder, de ambos Imperios enemigos; de esa manera, ellos solitos conseguirán producir una explosión de tal magnitud, que harán desaparecer el Volcán Averno, en la búsqueda ciega, del falso yacimiento minero de "grandes piedras de maná". Desconocen que ese Volcán, es el único obstáculo que separa a los Morlos de los Humanos; lo único que detiene a los Morlos para que puedan tener el camino libre, para llegar a la superficie y esclavizar a sus presas humanas. Pero, para lograr sus objetivos, Abaddon busca que ambos Imperios unan fuerzas y destruyan el volcán, sin producir terremotos, porque no puede permitir destruir el Reino del Tártaro, en las profundidades de la tierra. Esa tarea no era nada fácil, necesitaba mucho poder de magia. No le importaba usar la magia de ambos Imperios, luego los Morlos serían libres y todos los humanos colonizados.
Lejos de Baldunia. En la capital del Imperio de Morozovia, Egor fue proclamado Emperador, después de cumplir con el tiempo estipulado para las exequias de los Emperadores fallecidos. Le llega la carta de rendición del Reino de Baldunia, con una invitación a visitar ese Reino, para la firma del convenio de Paz entre ambos Imperios.
El Emperador Egor, con su séquito de soldados y Magos, se dirigen al Reino de Baldunia, para la firma del acuerdo de Paz.
Egor no podía saber, que se dirigía a una verdadera trampa, y tal como lo planificaron los Abaddoneses, le entregaron el cadáver de Larisa Popov. Luego, le hicieron caer en una trampa para que se llevara a Alayne, al Palacio Imperial de Morozovia como su Concubina, quedó enredado entre las maquinaciones del grupo de nigromantes; desde ese momento, comenzó a hacer la voluntad de Alayne. Delante de los demás, parecía estar perdidamente enamorado, de la bella princesa del reino de Baldunia. Pero, la verdad era que se rendía a los deseos hipnóticos de Naameh, con quien se casó legalmente, a través del cuerpo de Alayne, como su concubina. Ella le había colocado el anillo de Abaddon que antes, pertenecía a Larisa. Egor ahora era un completo títere.
Y así pasaba el tiempo, los días, las semanas y los meses, ya se había olvidado de escribirle a Irina. Pareciera que se hubiera borrado de su mente, eso era lo que Alayne le inculcaba. No fue hasta que el Consejo de Ministros, le recordó la necesidad de casarse con la Princesa Irina, para mantenerse en el trono por edicto vinculante, del fallecido Emperador Pável, a quienes todos los nobles respetaban.
Lejos de allí, La Princesa Irina, era llevada al Reino de Valkovia, después de dos años y medio de vivir en la Torre de Magos, nuevamente se reuniría con sus padres. Irina, con la liberación de los 7 sellos y el poder de la Diosa Pangea, era capaz de ver el aura de maná de cualquier Mago, sabía el nivel que poseían de solo verle fijamente a los ojos.
Al llegar a su casa en el Reino de Valkovia, se da cuenta de las inmensas murallas que se construyeron, supone que su padre quiere proteger al reino, de los ataques futuros de los Morlos.
Irina, es recibida por sus padres y su hermanito Iván, quien ahora tenía 10 años. Ellos casi no la reconocen, por el gran cambio que sucedió en su cuerpo, dejó de ser obesa. Todos están felices de verla tan hermosa, ahora parece otra persona...
No fue hasta la hora de la cena cuando su madre: la reina Tatiana, temiendo que se entere por otros, de los últimos sucesos del Palacio del Imperio Morozovia, intenta advertirle sobre lo que hizo Egor.