Mi Hija Es Del CEO

Mi nombre es Henrique Guzmán. Soy empresario y dueño de una cadena de hoteles y muchos otros negocios aquí en California y en Nueva York. Nací en California, pero me mudé a Nueva York cuando tenía 14 años. Mi madre, Doña Antonieta, quien puedo decir orgullosamente que es una mujer guerrera, me crió a pesar de las dificultades.

Recientemente, tomamos la decisión de mudarnos nuevamente a California. Y así realizar una gran inversión en esta ciudad. Eso es precisamente lo que vine a hacer aquí hoy, junto a mi mejor amigo y mano derecha, Samuel Guedes.

La reunión fue un éxito. Logramos cerrar el trato y Samuel decidió invitarme a celebrar en un bar cercano al que suele ir con regularidad.

Entramos al establecimiento. Era realmente un lugar interesante, pero no era el centro de atención para mí. Era una mujer, a quien mis ojos divisaron tan pronto como puse un pie en el lugar y comencé a mirar a mi alrededor.

Ella estaba en la pista de baile. Su cuerpo se movía al ritmo de la música animada. Había algunas otras personas en la pista, pero ella destacaba sobre todos.

Se formó un pequeño alboroto en una parte del lugar. Vi a dos guardias llevándose a un hombre fuera del lugar, pero en ese momento no era eso lo que mis ojos querían ver. Sino a la mujer en la pista de baile.

- ¡Sí! ¡Parece que hoy hay mucha actividad por aquí! - comentó Samuel encogiéndose de hombros. Yo realmente no estaba prestando mucha atención a nada de eso. Solo a esa mujer\, a la cual por alguna razón no podía dejar de mirar. Pero Samuel pronto me sacó de mi ensimismamiento y me hizo mirarlo.

- Pensé que no te interesaría una mujer tan pronto.

- No soy de piedra ¿vale?

- Realmente es muy hermosa. Pero está muy atrevida para mi gusto. Creo que si te acercas a ella\, no serás rechazado.

- Tal vez.

Eso fue todo lo que dije en ese momento a Samuel. Y sentí a alguien chocar contra mí y casi caer al suelo. Si mis reflejos no hubieran sido tan rápidos, eso es exactamente lo que habría sucedido.

Fue un cuerpo pequeño el que sostuve en mis brazos, apoyado contra mi pierna. ¡Era ella! La mujer que hasta hace poco estaba en la pista de baile. Pero ahora estaba en mis brazos, mirándome de una manera que me volvía loco.

Y qué hermosos ojos tiene. De un color castaño claro. Miré en dirección a Samuel, quien parecía divertirse con la situación. Me lanzó una mirada que no necesitaba ser un genio para entender. Una mirada que decía "adelante y disfruta". Y luego lo vi salir de la mesa, dejándome solo con ella.

Se acomodó en mi regazo y me miró fijamente a los ojos, con una hermosa sonrisa en su rostro perfecto. ¡Es hermosa! Y no puedo apartar mi mirada de la suya ni por un segundo.

Hasta que me sorprendió atacando mis labios con los suyos y sentí sus pequeñas manos dentro de mi chaqueta, recorriendo mi pecho y haciendo que mi erección entre mis piernas se endureciera.

- Señorita\, ¿está loca por casualidad? - pregunté apartándome y sujetando sus pequeñas manos para que dejara de acariciarme. Ella me miró con una sonrisa que para mí era mi perdición. Sentí que respiraba jadeante entre medio de la sonrisa que me lanzaba.

- Estoy tan caliente. ¡Ayúdame a aliviarme!

Ella me susurró al oído. Y qué voz es esa que solo con escucharla me dan ganas de tomarla entre mis brazos y hacerla mía. Sentí cómo se esforzaba y soltaba las manos que antes yo sujetaba. Y nuevamente atacaba mis labios. Nuevamente la aparté, pero sin soltarla. Estaba en una pelea conmigo mismo, en usar la razón o la lujuria del momento. Pero ella actuando así, es difícil controlarme.

- ¡Por favor! ¡Estoy tan caliente! ¡Ayúdame a aliviar este calor! Por favor.

¡Demonios! Ella está susurrando en mi oído. De una manera tan loca, pero al mismo tiempo tan encantadora. Ya no puedo controlarme más.

La atraje para besarla. ¡Y qué beso! Ella me está volviendo loco. Me solté del beso llamando su atención.

- No aquí\, pequeña. Creo que sería mejor irnos a otro lugar. Un lugar en el que solo estemos los dos.

- ¡Entonces llévame rápido! Me muero de calor.

Maldita sea. Esta mujer no está en su sano juicio. Está loca. Y me está volviendo loco también. La levanté, y luego me levanté yo. Ignorando algunas miradas de personas que nos observaban. Busqué a Samuel con la mirada. Y lo encontré aferrado a una mujer en una esquina del bar. Bueno, tendré que llamarlo más tarde y explicarle todo.

Mi coche estaba estacionado un poco más adelante del bar. Era un [Blog Paíto] de color negro, que hace que cualquier mirada brille solo con verlo. Pero sorprendentemente no fue el caso de esta mujer. Me miró una vez más y se lanzó a mis brazos. Me besó, quitándome toda cordura, haciendo que la abrazara más fuerte.

La solté, necesitaba salir de allí con ella antes de que una catástrofe ocurriera justo allí. Entré en mi coche y ni siquiera con ella dentro, miré al coche. Sus ojos me devoraban.

Encendí el coche y salí de allí a toda velocidad camino al hotel, donde estoy hospedado. Que, sorprendentemente, es uno de los muchos que tengo.

Estaba tan concentrado en la carretera, que por suerte parecía vacía. Y me asusté al sentir su mano sobre mis pantalones, masajeando mi miembro, que parecía que perforaría mi ropa en cualquier momento.

Ella sonrió y se agachó. Y con una agilidad asombrosa, desabrochó el cinturón de mis pantalones. Bajó la cremallera y sacó mi miembro duro como una roca de dentro de la ropa, y lo engulló.

- Señorita\, estamos en la carretera. Ve con calma ahí.

Intentaba controlar mi respiración. Intentaba controlar el coche. Pero ella parecía no tener intención de detener lo que hacía. Y me estaba volviendo loco, haciéndome eyacular en su boca.